Un fiscal sin prestigio de un gobierno estatal desprestigiado da un inesperado mensaje a la prensa en un jueves de nuestro letargo sexenal.
Quiere presumir "un importante logro de la fiscalía del Estado en materia de personas desaparecidas". Quiere agradecer al gobernador por pagarle equipo para buscar personas desaparecidas. Quiere reconocer la ayuda de las autoridades federales. Está orgulloso del trabajo de su equipo. Quiere lucirse ante una prensa muda a la que no le permiten las preguntas, quiere que le veamos en acción, en el pantano donde han aparecido al menos 166 cráneos.
Eso quiere el fiscal de Veracruz en su mensaje del jueves. Poner sobre esta nueva postal del terror de la realidad mexicana el sello de "su mérito". Que veamos no el dolor de las familias, sino su cachucha de policía de acción. Para qué quieren detalles de lo acontecido, de la confesión que llevó al hallazgo, si aquí tienen mi selfie entre las fosas. Pero sobre la justicia para las víctimas, sobre el paradero y/o la posibilidad de detener y juzgar a los ejecutores de este horror, nada. De eso no dice nada el fiscal.
Tampoco nada de humano dice sobre por qué han sido marginados los colectivos que buscan a sus desaparecidos de estas diligencias que han durado un mes, por qué sorprender a los deudos con esta noticia salvaje sin previo aviso, sin haberles notificado con al menos unas horas de antelación, sin hacerlos parte, así fuera de manera tardía, de lo que podría ser una esperanza.
El fiscal veracruzano dice que no invitaron a los familiares "para garantizar el éxito de la investigación". Hay que ver a lo que llegan las autoridades de este país. ¿Los colectivos, esos que desde hace más de una década y ante la inacción gubernamental han tenido que salir a remover con las manos la tierra en la búsqueda de sus hijas e hijos, padres y hermanos, ellos son los que representan una amenaza para el "éxito de la investigación"?
Esos que a fuerza de estar solos frente a su tragedia han aprendido más de protocolos de resguardo de los hallazgos que las autoridades mismas, ¿amenazan "el éxito de la investigación"?
¿Cómo puede el fiscal colar el término "éxito" en medio de esta masacre? Descubrió, en el mejor de los casos, una entrada del inframundo criminal que pudre a México y a Veracruz, pero el "importante logro" de su fiscalía no conjura un solo desaparecido más. Ni uno.
Si el fiscal quiere cambiar la realidad oscura que es el territorio en donde está llamado a hacer justicia, debe abandonar el protagonismo y no procurar el beneplácito del gobernador, como tan vergonzosamente lo hizo en su discurso del jueves, sino tejer una alianza con la sociedad, y de ésta en particular con las víctimas.
En el anuncio de la semana pasada no hay logro. O está muy lejos de haberlo. Tenemos una montaña de cráneos que sin ojos nos miran pidiendo verdad y justicia. Reconstruye mi historia, periodista, que mi memoria no se pierda. Que no sólo mi familia sepa quién fui y qué soñé para los míos. Que quienes tomaron lo que no era suyo, mi vida, paguen por su crimen, reciban el severo castigo que merecen para que algún día sean muchos los que se la piensen antes que de creer que pueden convertir impunemente a Veracruz, y a México, en parcelas de la muerte.
El fiscal quiere que le felicitemos por haber dado con un nuevo cementerio. Los expedientes en espera de justicia de tantos otros entierros hace mucho que tienen tanta tierra encima como los cráneos reportados en ese jueves sombrío. No hay logro, sólo aumentó la desesperanza.