Al presidente electo no le gustó la portada de la revista Proceso de esta semana. "Muy sensacionalista, amarillista", dijo ayer en un video al comentar esa publicación. Luego, sin embargo, agregó que esto es lo "normal, así es la libertad, así es la democracia".
No es la primera ocasión en que Andrés Manuel López Obrador y Proceso discrepan. De hecho en una antología publicada estos días por Proceso con motivo del triunfo del morenista, se incluyen "Los diferendos con Proceso". Ahí se reproduce una carta que en mayo de 2009 envió López Obrador a Rafael Rodríguez Castañeda, en donde niega haberse reunido con Carlos Ahumada Kurtz, el personaje de los videoescándalos de 2004.
En la actual coyuntura es pertinente retomar algunas de esas líneas. Porque en aquella ocasión, más que desmentir a la revista, lo que el tabasqueño quiso fue "expresar mi desacuerdo con la actitud de los duendes que existen en la redacción de la revista Proceso (…) Mi crítica va dirigida a quienes, invocando una supuesta pluralidad, nos calumnian para complacer a la derecha. A ellos atribuyo aquella portada de Proceso (1539), durante la campaña electoral de 2006, en plena guerra sucia, donde se me inventó la afirmación 'la estrategia soy yo'…
"Proceso es uno de los pocos espacios que no están al servicio de la mafia, de la oligarquía que, ante la debacle del país, quiere evadir su responsabilidad sembrando la idea de que todos los políticos somos iguales. Y, por último, porque no estoy dispuesto a aceptar ningún señalamiento que, sin fundamento alguno, afecte mi honestidad y mis principios, lo que estimo más importante en mi vida (…)".
Entre otras cosas, Rodríguez Castañeda le contestó: "Andrés Manuel López Obrador se equivoca. En Proceso no hay duendes. (…) Proceso no ha sido, no es y no será incondicional de nada ni de nadie. La razón de ser de nuestro trabajo semanario son los lectores, no los hombres del poder ni aquellos que aspiran a conquistarlo...".
Ese intercambio de 2009 puede ser considerado, en efecto, "normal, así es la libertad, así es la democracia", pero en los albores del arranque de una nueva, y poderosa, administración, tal "diferendo" no necesariamente sería "normal", ni propio de una "democracia".
Porque López Obrador está equivocado al advertir que "se habla mucho de la libertad de expresión y se niega la posibilidad de la réplica, quisieran estarnos cuestionando y que nos quedáramos callados, no, no va a ser así, tenemos que debatir, de manera respetuosa, pero tiene que haber diálogo circular y tiene que haber libertades plenas y para todos, para el que critica en los medios y el que es criticado que tenga el derecho a la réplica, y yo voy a ejercer siempre ese derecho y que nadie se sienta ofendido".
Dejemos de lado el primer error, ese de que se les niega el derecho de réplica: claro que tiene derecho de réplica y hay canales legales para ello, si no se quiere ajustar a ellos eso es otra cosa y también implica el problema de que prefiere, sobre todo, hacer valer su peso en una confrontación mediática.
Pero AMLO se equivoca en que ya no es candidato ni líder de un partido de oposición. Es, en los hechos y para empezar, la persona (el mandatario) que tendrá en su mano el enorme poder –discrecional hasta hoy, pues así está la ley de publicidad oficial– para distribuir entre los medios de comunicación decenas de miles de millones de pesos de los mexicanos. Eso enturbia cualquier "debate" entre el presidente y un medio en nuestra democracia actual. Si López Obrador renunciara a que su gobierno usara esos fondos (cediendo esa facultad a un organismo autónomo), o si de hecho cortara a cero los mismos, en una de esas sería más o menos parejo ese intercambio.
Y ni así: porque a pesar de que la noche del 1 de julio prometió lo contrario, con lo que dijo en el video de ayer queda claro que Andrés Manuel renuncia a ser el presidente de todos, a quedar por encima de los grupos, y nos advierte que será un pugilista de los suyos en contra de los que en cada round él considere los otros. Malas noticias en el horizonte.