El 17 de agosto presenté aquí el caso Robo de identidad: mes y medio de pesadilla. A quienes no leyeron esa entrega les recuerdo que a principios de julio y luego de que no le regresaran su INE en un edificio de oficinas, una mujer denunció ante el INAI al cuerpo de seguridad (es un decir) de ese corporativo por no haber resguardado su credencial y con ella sus datos personales. A las pocas semanas, bajo el nombre esta persona había adeudos por más de 400 mil pesos en su banco, en otras entidades bancarias completamente ajenas a ella y en establecimientos mercantiles de la más diversa índole.
Hay novedades. O tendría que decir que tengo más aberraciones que contarles. El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (no pude evitar subrayar esto último), ya le contestó a la víctima. Un mes y medio después, pero ya contestaron los del INAI. ¿Listos? Que no pueden proceder porque ella dio la referencia del domicilio donde una compañía de seguridad le desapareció su credencial, pero dado que ese no es el domicilio de la referida e irresponsable (eso digo yo, no el INAI) empresa de seguridad, entonces no pueden proceder si la quejosa no da los datos completos y exactos de la compañía de resguardo. Mes y medio para esa pavada monumental. Ay INAI cómo te explico. Tú, el orgullo de la alternancia mexicana no puedes hacer una diligencia ante otra autoridad para conocer un domicilio ni meterte a Google. ¿A qué otras obligaciones renunciarás por tan pueriles vías?
Mientras el INAI se sale por la megatangente de la burocratización, todos los que no quieren resolver este caso se escudan en lo difícil que estará dar con los responsables de este fraude múltiple porque se atraviesa la protección de los datos personales… de la víctima y de los delincuentes.
Por ejemplo. La semana pasada la víctima logró que uno de los bancos donde abrieron créditos a su nombre le mostrara las huellas dactilares de la persona que se hizo pasar por ella. Si ustedes han visto tantas películas como uno, pensarán: xingón, ya sólo que la policía pida una comparación, digamos, con el banco de datos de huellas del INE (¿qué adulto no tiene INE, y por ende registro de huellas ante el INE, en este país?) y ¡PUM! la autoridad tendría un cabo para avanzar en este robo identidad y de miles de pesos. Pos que no se puede.
El banco comentó (en corto) que eso es muy difícil por el tema de la protección de los datos personales de la persona que dio las huellas, así haya sido en un procedimiento ilegal, así nuestro INE sea nuestro DNI.
¿Y en las procuradurías? Cosa parecida le dijeron: que no, que no hay tal cosa como un banco de datos que las distintas procus puedan cruzar entre ellas para saber si esas huellas pertenecen a alguien con antecedentes, y que pedirle al INE colaborar pues que no, que no es por ahí, por la protección de los datos personales… del defraudador.
En el colmo, la víctima ha demandado que las instancias del Estado mexicano que tienen sus biométricos genuinos (INE, SAT, SRE) los aporten para que ella pueda demostrar que los biométricos utilizados para los fraudes no son los suyos. Uy, joven, no, como son cosas de protección de datos personales, no se va a poder sin la autorización de un juez. Misma que las procus ni siquiera han solicitado y no tienen para cuando.
Cancelen sus credenciales de elector. Y sus datos personales. Opino.