Salvador Nava Gomar

Intercampañas

En las mal llamadas precampañas los candidatos no pueden llamar al voto; sin embargo, sí reflejan los problemas nacionales, analiza Salvador Nava.

En el barroco tardío de la legislación electoral mexicana se conoce como 'intercampaña', perdone usted la obviedad, al periodo que transcurre entre el día siguiente en que terminan las precampañas y el día anterior del inicio de las campañas.

Las 'precampañas' son en realidad campañas, pero sólo para procesos de selección interna de los partidos, en el que hacen proselitismo los precandidatos para conseguir ser candidatos y contender en 'campañas' a secas, sin prefijos ni regulaciones inconsecuentes.

Pareciera incoherente tanta diferenciación, precisiones que limitan libertades políticas con reglas estrictas, pero fácilmente violables por su difícil cumplimiento y una exquisitez que raya en el absurdo del preciosismo legislativo de actores políticos que corren tinta en constituciones y leyes, pero que en conjunto violan las mismas disposiciones en el proceso electoral en el que participan.

Si usted ha visto y escuchado a los mismos actores que competirán en la campaña presidencial, desde antes de la precampaña, durante la precampaña y los ve hoy en la llamada intercampaña, ¿entiende la diferencia entre la pre, la inter y la buena? ¿No considera, como yo, que este silencio fingido y discursos limitados y dirigidos para no violar las llamadas normas de intercampaña, son una farsa?

Durante años y con la permisión del INE, AMLO y Anaya aparecieron en millones de impactos en televisión y radio, en franco abuso de las prerrogativas de su partido, pero que hoy no puedan decir las palabras 'vota', 'jornada', 'elección', parece un sin sentido. La ley no define con precisión qué pueden y qué no pueden hacer los candidatos durante esta etapa, y por ello vemos cosas tan extrañas.

Hubo otra farsa previa: el tiempo destinado a las contiendas internas de los partidos transcurrió sin contiendas internas, pero con actos de campaña que, con un cintillo en la televisión o un epílogo relampagueante en la radio, como el de comefrutasyverduras o permisodegobernaciónnúmerotalporcual, se decía después de la propaganda política: "Mensaje dirigido a los integrantes de la convención de delegados" u órganos similares dependiendo del partido del que se trate.

Más extrañezas de un sistema político que mata a la política: los candidatos no pueden llamar al voto, tampoco pueden encabezar mítines, reuniones públicas, asambleas, marchas o cualquier actividad que signifique la promoción de sus candidaturas. Esquizofrénico, porque, sin embargo, tienen permitido hablar de los problemas nacionales; asistir a eventos privados y cerrados, así como a reuniones en las que expongan temas generales y de interés público, siempre y cuando no llamen al voto, ni realicen actos anticipados de campaña. Pueden dar entrevistas, aunque no podrán realizar ningún tipo de afirmación o de acción encaminada a presentar su plataforma electoral ¿Qué no la simple aparición de un candidato en un medio de comunicación es propaganda política per se? ¿No le parece eso a usted? ¡Pues claro que no! La norma nos considera menores, de tal suerte que si no mencionan la palabra 'voto' o alguna de esas, ¡no están haciendo propaganda!

El INE ha dado bandazos: permitió que en un programa televisivo debatieran –y muy bien– Mikel Arriola y Alejandra Barrales (Claudia Sheinbaum no asistió a la invitación de López-Dóriga) y a los pocos días la misma autoridad determinó que están prohibidos los debates, porque no es época de campaña. José Antonio Meade impugnó ese acuerdo y aún no resuelve el Tribunal. ¿De verdad es importante que no haya debates formales para respetar esta época 'apolítica'? ¿Y las acusaciones a Anaya por lavado de dinero y la enorme masa de defensores partidistas –a favor y en contra– no están debatiendo? ¿La discusión diaria, cotidiana y mediatizada sobre la postulación de Napoleón Gómez Urrutia por Morena en la lista plurinominal al Senado, o el apoyo de Elba Esther Gordillo a su causa, no son en realidad un debate que usted y yo presenciamos todos los días? ¿Las declaraciones de los presidentes de los partidos, candidatos y voceros, no son un debate en el formato de aproximaciones sucesivas? ¿Notaremos alguna diferencia cuando empiecen las campañas? Seguramente que la intensidad, número, frecuencia y dimensión de los actos proselitistas tanto en tierra como al aire, pero en lo sustancial, pareciera que no hay porqué hacer esta pausa tan larga, cara y eufemística.

No sirve una regulación que permite hacer lo que prohíbe: en intercampañas se hacen campañas.

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