Samuel Aguilar Solis

El PRI, ¿una franquicia?

 

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Hemos atestiguado los últimos días una especie de fascinación por el PRI, se ve no sólo por los espacios que los medios le otorgan, sobre todo por la importancia a sus procesos internos. Vemos cantidad, pero no hay un análisis más profundo, de fondo sobre las implicaciones o una valoración objetiva estructural del partido y del sistema de partidos en México en su conjunto.

El PRI nace en 1929 en el seno del poder para conservar el poder, y es 70 años después que pierde su hegemonía por un cambio en la sociedad mexicana que anhelaba respuestas que el PRI, en su simbiosis con el gobierno, no otorgaba.

¿Cambió en los 12 años de oposición? ¿Se puede cambiar en 12 años 70 años de inercias, de viejas prácticas, pesadas estructuras y una clase política que nunca asumió el cambio? La respuesta ha sido dada en estos casi cinco años de su retorno al poder.

La oportunidad de refundación se tiró a la basura. El PRI recuperó la presidencia de la República, pero perdió aún más su legitimidad ante una sociedad que dista ser la que él cree, y ejerce el poder con unos cuantos paisanos y amigos, lejos de sus bases y además los resultados de su gestión, más allá de la popularidad, están a la vista.

¿Qué les dice el PRI a las nuevas generaciones? ¿Cuál es su ideología? ¿Cuál es su congruencia? ¿Cuáles son sus prácticas? ¿Busca ser aún el Partido de la Revolución Mexicana? ¿Es un mecanismo para acceder al poder sin dar cauce a las demandas sociales? ¿El PRI está entendiendo al México del siglo XXI? ¿Se fortaleció a su regreso? ¿Es una organización trepadora al poder y usa éste para enriquecerse?

El reto a 88 años de su fundación sigue siendo el mismo, evitar el funcionamiento oligárquico y ser el vínculo que lleve las demandas de la sociedad al ejercicio de gobierno, de manera transparente, con buenas prácticas; pero en estos cinco años el saldo ha sido el incremento en la violencia, de la corrupción, de la impunidad, de la desigualdad social, un crecimiento económico mediocre, un aumento de pobreza y, debemos decirlo, es prácticamente un narcoestado en un contexto internacional complicado.

El debate de la XXII Asamblea y previamente en sus mesas se reduce a unas cuantas voces que demandan un cambio y una aplanadora que sigue sin comprender a una sociedad y a una base que ha cambiado.

Lo que más resaltan los medios de este debate es la "eliminación de los candados" en los estatutos del PRI, y el argumento es que en un momento de competencia política el PRI no gana sólo con su estructura, requiere a la sociedad y por ello tiene que dejar abierta la posibilidad de tener como candidato a la presidencia a un 'ciudadano', evidenciando su propia crisis de no contar con un candidato propio que realmente sea competitivo por todos los negativos que carga su militancia y su cercanía con EPN.

Esto también exhibe a un partido incapaz de tener cuadros políticos de nivel para competir por el poder. Si un partido no tiene cuadros para competir por el poder, entonces ¿para qué quiere existir?

Un partido político existe para buscar el poder él mismo, no para otros o para mantenerlo.

El PRI hace evidente una crisis estructural y lleva con ello a una pérdida de identidad.

El PRI requiere convertirse en un partido político, no ser una franquicia a rentar y ver qué regalías le otorga quien lo renta. Es un instituto político que sigue siendo el de mayor fuerza en el país; si alguien quiere utilizar su estructura, lo mínimo que debe hacer es afiliarse.

Twitter: @SamuelAguilarS

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