Samuel Aguilar Solis

La hora del partido 'catch all'

Rumbo a la elección presidencial, el columnista analiza a los partidos "atrapalotodo", basándose en el principio alemán que tiene como fin ganar votos.

Un partido político es un intermediario necesario para la vida democrática de un país, son de facto quienes rigen las instituciones de un gobierno y desde la oposición ejercen el contrapeso necesario formulando alternativas.

Son organizaciones de personas que se supone deben tener creencias, valores y actitudes similares cuyo objetivo es ejercer el poder en el seno de un Estado utilizando medios legítimos para lograrlo, participando en los procesos electorales que se celebren como entes políticamente autónomos.

Los partidos ejercen funciones de socialización, organización y movilización de la opinión pública, de representación y articulación de intereses y de legitimación del sistema, además, sirven para el reclutamiento y selección de la élite política, la organización de las elecciones, la organización de los parlamentos y para la formación de los gobiernos.

Después de la segunda guerra mundial y a la fecha, lo que prevalecen son los partidos catch all, partidos de corte popular en donde literalmente cabe todo el mundo, en donde la militancia no tiene ninguna importancia y su objeto principal es la competencia electoral; este tipo de partidos son los que han perdido radicalidad ideológica, con dirigentes políticos verticales y fortalecidos.

Este tipo de partido "atrapalotodo" surgidos desde 1945 cuyo concepto fue desarrollado por el alemán Kirchheimer analizando al partido político alemán RFA distanciando de los partidos de masas como organizaciones cuyos miembros se identificaban y encontraban cohesión en torno a un eje ideológico fuerte, ya fuera por clase social o incluso de una religión.

Este tipo de partidos se entiende a medida de que avanza el estado de bienestar, en donde los votos es lo importante y la ideología (si es que existe) es ambigua de forma tal que pueda atraer a un electorado diverso siendo que son dirigidas por una élite en torno aún liderazgo cuyo éxito va a depender del carácter carismático del líder devaluando el papel del miembro individual del partido, importando más el votante que el militante, buscando siempre al voto indeciso y cambiante.

Vale la pena cuestionarse entonces si son realmente partidos políticos o meramente maquinarias electorales en donde se fortalece la ideología dominante del líder . Aunado a lo anterior, los partidos 'catch all' no promueven un cambio social sino que alimentan la crisis política y de partidos. Su fluctuación entre izquierda y derecha no sólo confunden al electorado, sino que llaman a la ambigüedad impidiendo la discusión y el ataque a la raíz de los profundos problemas de la sociedad de este siglo.

Hoy vemos en México que los mensajes coyunturales sin fondo pero con mucha forma van ganando la aceptación recogiendo la insatisfacción por las duras consecuencias de la crisis económica, social, de impunidad y de seguridad que no ha tenido respuestas por parte de los partidos tradicionales.

La desafección política de la sociedad de la mano de las redes sociales explican el éxito de este tipo de partidos, vemos como en su "atrapatodo", toma el discurso de los enojados, de los hartos, de los indignados y también vemos incorporarse a sus filas s aquellos que ofrecen su capital político de despecho por no encontrar espacios de poder en otros partidos, todo suma y a todos suman, total, la oferta es el cambio, aunque sea de nombre y aunque sea un salto al vacío.

COLUMNAS ANTERIORES

Saldos del populismo obradorista
Golpe al Estado

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.