Samuel Aguilar Solis

Sismo y sociedad

 

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Los jóvenes en México cambiaron sus celulares y los audífonos por picos y palas, se adueñaron de su ciudad, salieron a las calles a salvar vidas, a ayudar, a evitar mayores tragedias.

Pero no sólo fueron ellos, la solidaridad ha desbordado incluso a la necesidad. Casas convertidas en albergues, hombres, mujeres y niños cocinando para damnificados, haciendo tortas para voluntarios, para todo aquel que necesitara algo de comer, adultos mayores cargando piedras, rescatistas, soldados, Policía Federal, todos como uno solo, confiando, agradeciendo, compartiendo lo poco o mucho que tienen, formando cadenas humanas, informando desesperadamente necesidades por las redes sociales, de un punto a otro, con el corazón desgarrado, pero con la fuerza de un país; todos unidos ante el sufrimiento y la desesperación… salvo aquellos que no pertenecen, que no encajan, que han perdido la confianza, que desesperadamente buscan liderazgo en una tragedia cuando no son bienvenidos a participar de la solidaridad ni de la esperanza.

Ellos que debían encabezar los trabajos, ellos que debían supervisar las obras, ellos que debían organizar, ellos que tienen nuestros recursos, que pueden modificar las leyes; ellos, los políticos no encajan ni se han visto.

Sí, Juan Villoro en 'El puño en alto' resulta por demás elocuente y oportuno: "Eres del lugar donde recoges la basura". Esa basura que deja a su paso la fuerza de la naturaleza, esos escombros que huelen a muerte, esos cadáveres que enarbolan la derrota, esa basura que dejan las mentiras, esa basura que hace evidente el daño, esa basura que dejan los medios; esa basura que se recicla y que nos deja la clase política y la clase gobernante, aquella corrupta, aquella que sale impune, aquella ineficaz, aquella inoperante.

¿Qué vamos a hacer con ese cascajo? ¿Ese cascajo al que no le queremos dar nuestro dinero? ¿Ese cascajo que estorba, que molesta? ¿Ese cascajo que no sirve? ¿Ese cascajo que duele?

Y es que para edificar los nuevos cimientos hay que limpiar el cascajo, la democracia no puede construirse ya con los mismos, con las mismas prácticas y bajo el mismo discurso.

Y es que los escándalos de corrupción son ya intolerables, al igual que los 18 mil millones que se destinarán a la organización de las elecciones federales, más los siete mil millones para campañas federales que utilizarán los partidos políticos. Sí, hoy el debate es cómo torcer la ley, como darle la vuelta; total, si se tuerce para lo malo, "que se tuerza para lo bueno". La tolerancia se ha terminado y parecen no darse cuenta.

Los saldos del temblor irán más allá de las dolorosas muertes, de los heridos, más allá de los edificios colapsados, más allá de los edificios dañados, más allá de las cuantiosas pérdidas materiales.

La sociedad se adueña de las calles porque desconfía de la capacidad y honestidad de sus autoridades, y debe adueñarse del futuro, no soltarlo, sólo así se podrá ir eliminando al cascajo para construir nuestro futuro.

No dejemos de levantar el puño, necesitamos silencio para escuchar, para reflexionar, para no alejarnos de las calles, para no soltarlas después de que hemos sido dueños. No bajemos el puño, necesitamos silencio.

Twitter: @SamuelAguilarS

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