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Economía Aluxe

Negrete habla de las restricciones presupuestales en el país, las cuales harán difícil cumplir con algunas promesas de campaña del presidente electo.

La imaginación y los buenos deseos como conductores de la política económica. La campaña, ese período en que los candidatos presentan fantasías como objetivos de gobierno en un concurso de demagogia, concluyó con la elección. Muchos pensaban, esperaban, que en la mente del ganador entraría un rudo pragmatismo. La expectativa era que los datos duros y restricciones llevarían a un aterrizaje. Al cabo el ganador podía alegar que el gobierno anterior le dejaba una situación peor a la esperada, que la herencia recibida era terrible y que, con la pena, no podía cumplir todo lo ofrecido durante su larguísimo periplo por la nación. Lo normal en muchos países.

Pero las fantasías siguen. Ojalá sólo fuesen aluxes merodeando, supuestamente amenazados, por tierras yucatecas. Se trata de una refinería de la cual manará gasolina al cabo de tres años, de una producción de crudo que aumentará en casi 50 por ciento en apenas dos. Ya semanas después de elegido, el Presidente Electo afirmó que al iniciar su cuarto año de gobierno el país habría dejado de importar gasolina. Así de sencillo. Por supuesto, reiterada la promesa de que la gasolina tendrá un precio fijo, sólo a moverse ligeramente con la inflación.

Un centenar de universidades surgirá por todo el país para que no haya preparatoriano que se quede sin educación superior. Atención médica, y medicamentos, serán gratuitos. La pensión de los adultos mayores no sólo será duplicada, sino además universalizada. Centenares de caminos de concreto cruzarán varios estados, sobre todo Oaxaca y Guerrero. La nación estará cubierta por Internet. Dinero mensual de apoyos para millones: un millón de discapacitados en pobreza, dos millones de jóvenes ninis con un sueldo de tres mil 600 pesos mensuales como aprendices. Dependencias moviéndose por todo el país arrastrando a cientos de miles a un costo que nadie se ha molestado siquiera en estimar. Habrá un tren maya sin que se tire un solo árbol en su larguísimo recorrido. ¿Habrá impacto ambiental por el proyecto? Por supuesto que no, sentencia el futuro Presidente. No se requieren estudios técnicos, basta una férrea voluntad.

El dinero abunda y las restricciones presupuestales al parecer son un invento neoliberal, como lo es la educación de excelencia. Por cada peso que el futuro titular del Ejecutivo ofrece ahorrar con medidas de austeridad, ya comprometió gastar una decena en la infinidad de planes y proyectos que presentó al mismo tiempo.

Ninguno de los futuros ministros se atreve a indicar al Rey que camina desnudo entre la multitud, al contrario, afirman estar viendo esos aluxes que sostienen la capa invisible. El futuro titular de Hacienda al parecer se impactó al enterarse del costo real que implicaría reducir IVA e ISR en franja fronteriza (muy superior al que había calculado), el de Comunicaciones afirma con desparpajo que habría que reducir el número de vuelos para que la fantasía de dos aeropuertos sirviendo a la capital sea realidad.

Pero los aluxes no existen.

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