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La economía acota, ¿lo sabe AMLO?

AMLO podrá cambiar las leyes para aumentar a su gusto el déficit fiscal, pero no podrá forzar a los ahorradores a prestarle dinero.

El virtual ganador sabe hacerse de poder y manejarlo. Además está familiarizado con infringir leyes justo hasta los límites para que no haya consecuencias graves para su persona o partido. De sus labios salen palabras como "democracia", sus acciones son muchas veces las de un autoritario. Al cabo se trata de un priista que dejó el partido pero nunca sus formas.

Quizá ni en sus sueños Andrés Manuel López Obrador se imaginó que los votantes le entregarían semejante mandato. Es un tributo tanto a su genio y antena política como a la decepción causada por el que probablemente será el último gobierno del PRI.

Enrique Peña Nieto y su administración mostraron la soberbia que caracterizó al tricolor de una era ya pasada: podemos tratar de servirlos, pero primero nos servimos. No es necesario condenar al gobierno peñista cuando termine, el veredicto ya fue entregado, y no tiene apelación.

AMLO controlará el Congreso, y con relativa facilidad puede lograr las mayorías para modificar la Constitución a su gusto. Tiene ese poder omnímodo del que constantemente mostraba nostalgia. Para los gobernadores rebeldes, suponiendo existan, tendrá a su disposición la correa presupuestal. Desde Miguel de la Madrid no había un presidente con tanto poder. El poder siempre tiene el potencial de nublar y corromper, y el poder absoluto sólo amplifica grado y peligro.

Eso fue el PRI con sus presidentes, eso puede ser Morena con López Obrador.

El peligro, como tantas veces se dijo en campaña, no es que se repita un De la Madrid, sino un Echeverría o un López Portillo. Son muchas las promesas del tabasqueño que muestran su analfabetismo económico, esa creencia (¿certeza?) que la voluntad de El-Señor-Presidente es suficiente para lograr lo que parece imposible, en que La Silla convierte a su ocupante temporal en ser todopoderoso. Hoy el futuro presidente tiene todo para creer que cuenta con el mandato popular que apoyará esa autoridad transformadora (cuarta, según dice) de la realidad nacional.

El error de LEA y JLP fue creer que la economía, además de la política, tampoco los acotaba. AMLO podrá cambiar las leyes para aumentar a su gusto el déficit fiscal, pero no forzar a los ahorradores a prestarle dinero, menos todavía imponer a las agencias calificadoras su voluntad para que los bonos mexicanos no sean catalogados como 'basura'. Puede derruir la autonomía del Banco de México y el Inegi, pero no frenar la inflación o la escasez de productos. Podría imponer tasas de interés artificialmente bajas, pero no detener la consecuente fuga de capitales. Incluso imponer un control de cambios, pero no impedir un mercado negro de divisas.

México pagó un precio alto por esa ignorancia. Se puede pensar que personas como Carlos Urzúa o Jesús Seade contendrán el mesianismo económico de AMLO. Eso trató de hacer Hugo B. Margáin, el primer titular de Hacienda con Echeverría, y LEA lo mandó como embajador a Londres. La economía acota, ¿lo sabe AMLO?

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