Todos Estamos Locos

La Selección Nacional, una extensión del yo

La identificación con el equipo es mucho más que la suma de individualidades.

Un equipo puede ser una de las expresiones del sentido de identidad de sus seguidores. De ahí viene el dicho de "ganamos" al hablar del equipo nacional de futbol. En algunos seguidores y fanáticos, hay una confusión de los límites entre el yo y el equipo. El equipo se vuelve un espejo de los sentimientos y la autoestima puede depender del resultado de un partido. Se juega también el orgullo, la identidad, la pertenencia y hay un sesgo muy apasionado, generalmente positivo hacia el propio equipo.

El caso de México es complicado porque del tamaño de la ilusión ha sido el tamaño de las desilusiones, aunque no hay que olvidar a Bioy Casares diciendo que "la mejor forma de adquirir un temple ante la adversidad es ser hincha de un club perdedor".

Dice Antonio Ortuño en un estupendo artículo escrito el pasado domingo que nos duele demasiado y por eso somos los más crueles con los seleccionados y con el director técnico. La pugna es con nosotros mismos, dice Ortuño y yo agrego que la guerra interior viene de un orgullo nacional endeble, fragmentado y siempre vacilante. Nos ha dolido la derrota y por eso la incredulidad, la falta de fe, la aparente indiferencia que quedó pulverizada el domingo pasado ante el triunfo insólito de México sobre Alemania.

Muchos millones de niños crecimos acostumbrados a ver a una selección que perdía partidos, que no llegó más allá de octavos de final, que fue descalificada por hacer trampa o que era un desastre para los penales. Las narrativas de los niños que vieron a México ganarle a Alemania cambiaron en un instante, aunque tengan padres y abuelos que aún no superan el impacto de haberle ganado al campeón mundial.

La identidad es clave en el mundo del deporte. La clave para construir equipos fuertes, capaces de recuperarse de la adversidad y con alto desempeño, es el sentido de pertenencia. La identificación con el equipo es mucho más que la suma de individualidades. También la marca que distingue a una selección cuenta: si son rápidos y organizados, o si juegan bonito o si son muy fuertes. Poder definir un estilo también es parte del poderío de un equipo nacional.

El fanatismo del futbol ha sido definido por Juan Villoro como una "saludable irracionalidad" que nos lleva a los territorios infantiles del juego y la ilusión de ganar.

Las selecciones nacionales ofrecen una conexión con el país e inciden en el orgullo o en la vergüenza nacional. También pueden asumir identidades religiosas, étnicas o políticas.

Si nos hicieran un mapeo cerebral durante la celebración de un gol la respuesta del cerebro sería similar a la que tiene cuando vemos a alguien amado.

Las neuronas espejo están en sincronía con las de los jugadores. Anticipamos la emoción y a veces la alegría. El futbol es lo más importante de lo menos importante. Quizá no tenga relevancia cósmica, pero el mundial nos hace felices y nos aligera la vida unos días.

COLUMNAS ANTERIORES

La despedida
Atrévete a no gustar (II)

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.