Durante el largo juicio por corrupción de Jay Y. Lee, el multimillonario heredero de Samsung Group y sus exdirectivos testificaron que en realidad él no estaba involucrado directamente en la toma de decisiones del conglomerado más grande de Corea del Sur.
Quería probar que en realidad no es un criminal, pero al mismo tiempo dañó su reputación como directivo de la empresa familiar, que ayudó a reconstruir una nación en las postrimerías de la guerra.
Desde que Lee fue arrestado en febrero, la joya de la corona, Samsung Electronics, registró ganancias netas récord y lanzó al mercado el teléfono Galaxy S8, con un rotundo éxito comercial y opiniones favorables de los críticos. Las ventas de semiconductores de la compañía se han detonado, las acciones han alcanzado máximos históricos y se dio a conocer el nuevo dispositivo Note 8. ¿Realmente le importa a la empresa que un juez haya condenado al heredero del conglomerado a 5 años de prisión?
"Lee fue listo para las cosas pequeñas y torpe para las más grandes", dijo Kwon Young-june, académico y quien ha realizado investigaciones de gobernanza corporativa en la Universidad Kyung Hee de Seúl. "Al tratar de eximirse de cualquier responsabilidad legal, Lee se retrató a sí mismo como alguien incompetente y sin visión".
Los fiscales acusaron a Lee de corrupción, enriquecimiento ilícito y de haber escondido activos fuera de Corea del Sur, como parte del escándalo de tráfico de influencias que derivó en la salida de la presidenta Park Geun-hye. Una de las acusaciones aseguraba que Samsung compró un caballo de 800 mil dólares para la hija de una cercana colaboradora de Park.
La presunta trama de la empresa pretendía ganar el favor presidencial para una fusión realizada en 2015 entre dos compañías afiliadas, lo que incrementaría la influencia de Lee sobre Samsung Electronics, con sólo una minoría de las acciones en su posesión, acusaron los fiscales. Samsung y Lee negaron los cargos y afirmaron que el acuerdo era para fortalecer la competitividad del negocio.
El argumento más contundente de que Samsung puede tener éxito sin Lee lo hizo el propio empresario. Mientras contenía las lágrimas durante su testimonio judicial, el hombre de 49 años afirmó que sabía muy poco sobre las filiales de Samsung, más allá de que se dedicaban al negocio de los electrónicos.
"No había una sola línea de aprobación que me involucrara", dijo Lee. "No tenía el conocimiento para tomar decisiones ni la competencia para involucrarme en ellas".
Lee aseguró que el ex-CEO de Samsung Electronics, Choi Gee-sung, estaba a cargo de las decisiones más importantes del conglomerado y los dos compartían información. Lee se refirió a Choi como su mentor y utilizó un término honorífico en coreano cuando mencionaba su nombre.
De igual forma, Lee dijo que nunca participó en las reuniones de la ahora extinta Oficina de Estrategia Corporativa, liderada por Choi, y que tampoco se reunió a solas con algún director de las filiales.
La oficina mencionada fue objeto de audiencias públicas televisadas en cadena nacional, en las que varios legisladores aseguraron que funcionó durante varios años como una unidad de cabildeo con servidores públicos. Lee anunció por esos días que la oficina sería cerrada.
"Sin importar el resultado de todo el asunto, los hechos muestran claramente una falta de liderazgo en la toma de responsabilidades", dijo Thomas Cooke, profesor de la McDonough School of Business de la Universidad de Georgetown. "En su propio testimonio Lee reconoce eso".
Lee mencionó que convertirse en el líder del grupo empresarial nunca cruzó por su cabeza, luego de que su padre sufrió un ataque cardíaco en 2014. Lee Kun-hee, la persona más rica de Corea, no ha sido visto en público desde entonces, aunque se mantiene como el presidente de Samsung.
Cuando un fiscal le preguntó al joven Lee cómo era posible que no supiera que el apoyo del conglomerado a un equipo ecuestre local derivó en sobornos para una confidente de la presidenta, éste respondió que únicamente le informaban que todo marchaba sin contratiempos.
"Aún no estoy familiarizado con los detalles y me he enterado de mucho de lo que sucedió a través de este juicio", añadió.
En su defensa, exejecutivos de Samsung Electronics testificaron que la compañía tenía gerentes profesionales operando todas las divisiones y Lee solamente se involucraba tangencialmente.
"Aunque no está involucrado en la operación diaria, el vicepresidente Lee contribuye a las decisiones estratégicas de Samsung Electronics relacionadas con el crecimiento a futuro y las alianzas de negocios, basado en su fuerte conocimiento global y visión de largo plazo", señaló la empresa en un correo electrónico.
Luego del ataque cardíaco del padre de Lee, Choi aseguró que retenía "todo el poder" y presidía en las reuniones con el heredero a su lado. "Tenía que aprender las lecciones sobre cómo dirigir la empresa", dijo Choi. "Así que recolectaba piezas de información y se las daba".
Choi afirmó que compartió información clave con Lee por cortesía, pero en realidad nunca le pidió al heredero su opinión. "No es el tipo de persona que ofrezca sus opiniones", agregó. "Solo de vez en cuando".
Como uno de los cuatro ejecutivos acusados junto a Lee, Choi afirmó que también retuvo información al vicepresidente acerca de los negocios con la confidente de la exmandataria de Corea del Sur.
"Quería proteger al heredero no diciéndole nada", mencionó en el juicio frente a Lee. "Pensé en renunciar si esto se convertía en un problema".
Controlada por la familia Lee a través de una compleja red de empresas, Samsung es el conglomerado más grande Corea del Sur, compuesto por alrededor de 60 unidades que venden seguros de vida, buques de carga y ropa. El imperio tiene un mercado de capitalización de 395 mil millones de dólares.
Samsung Electronics representa la mayor parte del gigante con un valor de 272 mil millones de dólares. Es el fabricante más grande de smartphones y chips de memoria, con clientes que incluyen a Apple, Wal-Mart y Microsoft, de acuerdo con datos compilados por Bloomberg.