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Este es el auto volador que podría encender la llama olímpica en Tokio 2020

"SkyDrive", auto volador respaldado por Toyota, aún está en fase inicial de desarrollo, pero sus ingenieros esperan que para 2020, éste alcance la altura suficiente para llegar al pebetero y encender la llama en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Ingenieros respaldados por Toyota presentaron este sábado el auto volador que esperan que encienda la llama olímpica en la ceremonia inaugural de los Juegos de Tokio 2020.

"Cartivator", un grupo emprendedor formado por 30 ingenieros que incluye a algunos empleados de Toyota, comenzó a desarrollar el auto volador apodado "SkyDrive" en 2014 mediante financiamiento colectivo.

El jefe de "Cartivator", Tsubasa Nakamura, dijo que si bien el automóvil aún está en etapa inicial de desarrollo, el grupo espera realizar su primer vuelo comandado por una persona a fines del 2018.

Durante la demostración, el actual modelo de prueba logró despegar y flotar sobre el piso por unos segundos. Nakamura dijo que el diseño necesita más estabilidad para que el prototipo esté listo para volar y hacerlo lo suficientemente alto como para llegar al pebetero olímpico y encender la llama.

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Los ingenieros de Cartivator esperan hacer de su auto volador el vehículo eléctrico más pequeño del mundo, para ser usado en pequeñas zonas urbanas, y comercializarlo en 2025.

El mes pasado, Toyota y su conglomerado de empresas acordaron invertir 42.5 millones de yenes (385 mil) dólares en el proyecto durante los próximos tres años. Nakamura dijo que su equipo está trabajando duro para mejorar el diseño y recibir más fondos de la compañía.

Empresas de todo el mundo están compitiendo para desarrollar el primer auto volador, o vehículo de despegue y aterrizaje vertical (VTOL por sus iniciales en inglés). Uber anunció su plan de lanzar su primer servicio de taxi volador en 2020. Airbus Group también está trabajando en el tema bajo su división llamada Urban Air Mobility.

Pero los fabricantes de "autos voladores" aún enfrentan muchos desafíos, entre ellos convencer a los reguladores y al público de que sus productos pueden ser usados de manera segura, en un contexto en que muchos gobiernos todavía tienen problemas para definir las normas de uso de drones y coches autónomos.

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