La World Wide Web tiene 28 años. Pero en estos días a menudo parece tener las punzadas de un adolescente. Existe el flagelo de noticias falsas, crecientes focos de censura en todo el mundo, el ardiente debate sobre la neutralidad de la red y más.
Cuando los adolescentes se meten en problemas, normalmente hablas con los padres. Da la casualidad que tuve la oportunidad la semana pasada de entrevistar a Tim Berners-Lee, un científico informático que trabajaba para la organización europea de investigación CERN en 1989 cuando propuso la idea de utilizar una herramienta llamada navegador web para visitar distintas páginas de internet, cada una con un nombre de dominio individual y conectadas a través de una red de hipervínculos.
Unos años más tarde, Berners-Lee fundó el consorcio World Wide Web o W3C para reunir a las empresas y los desarrolladores para resolver problemas y crear nuevos estándares técnicos. Berners-Lee y yo hablamos el miércoles pasado al final de una de las reuniones plenarias regulares del W3C, y las cosas se pusieron interesantes.
Comencé cuestionándolo si ocasionalmente se sentía como el Dr. Frankenstein, preguntándose "¿Qué he hecho?", mientras veía la saga de noticias falsas en la web y sus implicaciones para las democracias "sí, lo hice", respondió. Sus preocupaciones durante los primeros 25 años de la web se centraron en ampliar el acceso a más personas. Pero ahora cree que la web se ha vuelto tan compleja e intrincada como un cerebro humano, por lo que la industria tecnológica requiere un enfoque multidisciplinario para "buscar las consecuencias no deseadas" y estudiar el impacto de los servicios a medida que se introducen en el mundo. Las grandes compañías tecnológicas, dijo, "necesitan encontrar ingenieros y personas de todo tipo de disciplinas que puedan ayudar a descubrir y simular lo que sucederá si encienden estos sistemas".
Pero con demasiada frecuencia, las compañías web simplemente siguen adelante sin entender las consecuencias. Criticó a organizaciones como Google, Facebook y Twitter por crear sistemas de publicidad que, por ejemplo, incentivaban a los proveedores de noticias falsas en Veles, Macedonia, "quienes aprendieron que si tuitean algo que está mal, y ponen un artículo con un título falso en su sitio, obtendrá más clics y más ingresos publicitarios.
"No lo hicieron por malicia", dijo Berners-Lee. "Lo hicieron completamente comercialmente, sin importarles quién ganó las elecciones. (...) Pero Google les dio dinero (por hacerlo), y eso los entrenó a pensar en titulares como, 'Hillary realmente quiere que Trump gane'".
También le pregunté a Berners-Lee si le preocupaba que las grandes compañías tecnológicas tuvieran demasiado poder. Dijo que los gigantes del pasado, como AT&T, AOL y Microsoft, una vez se consideraron insuperables, solo para ser rebasados por competidores inesperados: "Es increíble lo rápido que la gente puede tomar cosas en internet; también es increíble lo rápido que puede soltarlas", señaló.
Dicho esto, le preocupa que "no se pueda imaginar tener un dominio tan fuerte en estos mercados sin perder la innovación".
Sobre los esfuerzos para censurar el contenido de internet en diferentes lugares señaló que al principio de la historia de la web existía la creencia de que "la información quiere ser libre": los usuarios de internet encontrarían la forma de evitar los intentos de censura.
Berners-Lee admitió que ese pensamiento era "un poco simplista". Dice que "no hay una receta mágica de que internet pueda resolver la censura, por lo que la censura es algo contra lo que tenemos que protestar". Hace referencia oblicua a países que restringen el contenido de internet, hubo asistentes de China en la audiencia de la plenaria, y dijo: "La apertura es un signo de un gobierno fuerte. Puedes ser fuerte de muchas maneras diferentes. La capacidad de ser lo suficientemente fuerte como para permitirle a la gente ver las opiniones alternativas de la oposición es una fortaleza particular que espero que varios países encuentren".
Otra cosa que pesa sobre la mente de Berners-Lee es la neutralidad de la red. La Comisión Federal de Comunicaciones de la administración Trump, liderada por Ajit Pai, se ha comprometido a descartar las reglas de la era de Obama que ordenan que todo el contenido en internet debe ser tratado por igual por las empresas de telecomunicaciones. Berners-Lee se dirigirá a Washington próximamente para cabildear y protestar contra el cambio y dijo que el liderazgo tecnológico de Estados Unidos está en juego si no preservamos la separación entre creadores de contenido y compañías de telecomunicaciones.
Hacia el final de la conversación, Berners-Lee dijo que era importante que las personas pudieran poseer y controlar sus propios datos y que las empresas deberían pensarlo dos veces antes de asumir que se tratan de un activo empresarial. "Solía decirse que los datos eran el nuevo petróleo", dijo. "Personalmente, creo que es como combustible nuclear. Se está volviendo tóxico. Hace dos años, la pregunta de la junta fue: '¿Cómo estamos obteniendo ingresos de los datos?'. Ahora la pregunta es: '¿Cómo nos estamos protegiendo del daño de que esto salga?'".
Le pregunté a Berners-Lee si tenía un asistente conectado como Amazon Echo o Google Home. La respuesta fue no; él cree que cuando las conversaciones y las consultas se registran en nuestra casa y se transfieren a la nube, inevitablemente se vuelven vulnerables a los intrusos y accesibles a gobiernos entrometidos. Sonando muy diferente al pionero que creó la web hace casi tres décadas, juró: "Debemos resistir estas tecnologías".
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