Estados Unidos y China gastan miles de millones de dólares en una carrera tácita para poner a los humanos en Marte, pero a la par, Japón prefiere misiones de bajo perfil en la dirección opuesta, enviando exploradores mecánicos hacia Venus y Mercurio por una fracción del precio.
Una sonda de 290 millones de dólares orbita alrededor de Venus para recolectar información acerca de la abrasadora atmósfera, lo que podría pronosticar el futuro de la Tierra; una misión en colaboración con Europa medirá el campo magnético de Mercurio y las ondas electromagnéticas; otra nave avanza hacia un asteroide para buscar agua.
Una imagen de Venus tomada después que la sonda Akatsuki fue colocada en la órbita del planeta en diciembre de 2015. Fuente: JAXA
Con un presupuesto inferior al 10 por ciento del de la NASA, la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) se dedica más a emprendimientos científicos con aplicaciones terrenales que a viajes espectaculares.
Los satélites de la JAXA siguen los movimientos de la corteza terrestre para predecir erupciones volcánicas y terremotos, y sus astronautas están ayudando a un laboratorio de Tokio a hallar una cura para el cáncer.
"Definitivamente hay una carrera espacial: ¿Quién puede llegar a Marte primero?", dijo el presidente de la agencia, Naoki Okumura, quien la dirige desde hace tres años. "Hay muchos debates, pero nosotros nos estamos enfocando en experimentos y herramientas a pequeña escala que son útiles para la vida cotidiana".
Los astronautas japoneses solían volar en los transbordadores espaciales estadounidenses y son parte de las diferentes naciones que viven a bordo de la Estación Espacial Internacional, pero Japón no tiene planes de ir al Planeta Rojo.
La NASA está trabajando para enviar gente a Marte en la década de 2030, mientras que China quiere colocar una nave no tripulada allí en 2020 y enviar "taikonautas" después. En el sector privado, el cofundador de Tesla Motors, Elon Musk, apunta a una misión a Marte para la próxima década.
JAXA podría cooperar con los esfuerzos de la NASA: la agencia japonesa está trabajando en mejorar el reciclaje del agua, una parte clave de los viajes espaciales largos.
CON UNA FRACCIÓN
El presupuesto de la agencia nipona es de 182 mil millones de yenes (1.62 mil millones de dólares) para el año que termina marzo, comparado con el presupuesto de la NASA de 19 mil millones de dólares este año fiscal.
Pero, la modesta inversión del gobierno japonés ya está pagando dividendos para el sector privado. Las ganancias de la industria espacial por cohetes, satélites y software fueron de 307 mil millones de yenes en el año terminado en marzo de 2015, incluyendo el gasto público y privado, según la Sociedad de Empresas Aeroespaciales Japonesas.
Eso es lo máximo desde 2002, y Japón quiere que el promedio anual alcance los 500 mil millones de yenes durante la próxima década.
"La industria espacial del mundo está cambiando", dijo Okumura, de 71 años, exejecutivo de Nippon Steel. "Es difícil conseguir un presupuesto más grande, así que tenemos que trabajar con otros".
ALIANZA CON PRIVADOS
NEC, cuyo negocio relacionado con el espacio comenzó hace 60 años, y Mitsubishi, que ha estado en la industria desde la década de 1960, son los principales fabricantes de satélites de Japón. NEC, con sede en Tokio, construyó la sonda de Kaguya que entró en órbita lunar en 2007 y las naves Hayabusa propulsadas por motores iónicos que estudian asteroides cercanos.
Hayabusa 1 volvió en 2010 con las primeras muestras recogidas de un cuerpo extraterrestre desde las misiones de Apolo, ayudando a los científicos a analizar la composición de un asteroide de 4 mil millones de años y su corrosión por los vientos solares.
"(La misión) fue un logro técnico impresionante con un presupuesto muy limitado", dijo Lance Gatling, presidente de Nexial Research, un consultor aeroespacial y de defensa con sede en Tokio.
Hayabusa 2 lanzado en 2014 alcanzará otro asteroide en 2018, sus muestras servirán para entender el origen y la evolución del sistema solar, así como materiales para la vida. La NASA, Alemania, Francia y Australia están cooperando.
Otra celebridad del NEC es Akatsuki, una sonda lanzada en mayo de 2010 hacia Venus, a unos 40 millones de kilómetros de distancia. El aparato de 500 kilos, propulsado por paneles solares, debía orbitar el planeta en diciembre, pero en vez de eso voló a la derecha.
Los propulsores de Akatsuki resultaron dañados y JAXA pasó cinco años haciendo reparaciones a distancia y correcciones de rumbo mientras la nave rodeaba el Sol. Akatsuki finalmente alcanzó la órbita del segundo planeta y transmitió imágenes infrarrojas en diciembre de 2015. JAXA espera dilucidar cómo la atmósfera se degeneró desde una similar a la terrestre a una dominada por dióxido de carbono, con una temperaturas promedio arriba de los 460 grados centígrados.
El próximo destino de JAXA es aún más lejos de Marte. La misión BepiColombo liderada por Europa despegará hacia Mercurio en 2018 con dos naves: la Sonda Magnetosférica Mercrio, fabricada por NEC, y una sonda de la Agencia Espacial Europea. Cuando llegue, seis años después, la de JAXA estudiará el campo magnético del planeta y buscará agua en sus regiones polares, un posible signo de vida en el planeta más cercano al Sol.
"En un momento de restricciones presupuestarias, creo que Japón está logrando mucho", dijo Peter Bond, consultor de IHS Jane's Space Systems & Industry en Estados Unidos.
Más cerca de casa, Mitsubishi está montando una constelación de satélites para el sistema de navegación regional Quasi-Zenith. El primero despegó en 2010 y tres más están programados para el próximo año. Esas piezas se montarán sobre los cohetes fabricados por Mitsubishi Heavy Industries, fabricante japonés de trenes, barcos y aviones.
Hay mucho dinero en el negocio del espacio comercial. Los ingresos globales del sector que incluyen la construcción y lanzamiento de naves espaciales sumaron casi 121 mil millones de dólares el año pasado, según la Fundación Espacial.
HAY UN PERO…
La demanda de conectividad a Internet constante, especialmente en algunas partes de Asia que se están conectando por primera vez, está alimentando un aumento en los lanzamientos de satélites.
Sin embargo, cada lanzamiento japonés cuesta alrededor de 90 millones de dólares, más caro que los competidores, como Sapce X, de Elon Musk, con sus 62 millones de dólares por Falcon 9, o la Organización India de Investigación Espacial.
"Si la industria espacial japonesa va a competir con Estados Unidos, Europa y Rusia, necesita reducir los costos de lanzamiento", dijo Bond. "La tasa de lanzamiento actual es baja, sólo unos pocos cada año, lo que impide economías a escala".
El país está gastando cerca de 190 mil millones de yenes para desarrollar un cohete llamado H3, que se dice reducirá costos. Mitsubishi Heavy también planea duplicar los lanzamientos a alrededor de ocho al año, dijo Ko Ogasawara, vicepresidente de la división de sistemas espaciales de la compañía con sede en Tokio. El vuelo inaugural del H3 está fijado para 2020.
"Nuestro mayor activo es nuestra logística", señaló Ogasawara. "Eso es importante para las sondas porque los planetas se mueven".
EXPERIMENTOS
JAXA también tiene astronautas o "uchu hiko-shi" en japonés. La agencia trabaja con PeptiDream, un investigador biofarmacéutico, para crear péptidos en gravedad cero a bordo de la estación espacial. Los péptidos son cadenas cortas de aminoácidos que pueden desencadenar cambios específicos dentro de las células y son atractivos para el descubrimiento de fármacos.
De regreso a la Tierra, esos materiales podrían resultar en mejores terapias experimentales para enfermedades, incluyendo cáncer, dijo Kiichi Kubota, director ejecutivo de PeptiDream.
"La fortaleza de JAXA es que tiene gran experiencia en la investigación de péptidos", dijo Kubota. "Se abre la posibilidad de hacer nuevos medicamentos en diferentes campos".
El astronauta Takuya Onishi regresó el 30 de octubre después de casi cuatro meses a bordo de la Estación Espacial Internacional, que Japón ayuda a mantener. Sus experimentos incluyeron la cría de ratones para la investigación de enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como la osteoporosis y la atrofia muscular.
Desde el espacio, JAXA también monitorea actividad volcánica en busca de señales de erupciones inminentes en el país, que se encuentra en el "Anillo de Fuego" del Océano Pacífico.
Japón es uno de los países más propensos a terremotos, en 2011 un sismo y su resultante tsunami mataron a unas 16 mil personas. Esos ojos en el cielo pueden medir movimientos de unos pocos centímetros en el terreno, lo que conduce a advertencias más tempranas para los funcionarios locales y los socorristas, dijo Okumura, presidente de JAXA.
"Tenemos que hacer sostenible la industria espacial", dijo. "Estamos apuntando para el crecimiento de todo el país".
Takuya Onishi durante un experimento de cristalización de proteínas dentro de la Estación Espacial Internacional en octubre de 2016. Fuente: JAXA / NASA