El año es 2005, la empresa es Apple. El iPod es un gran éxito, pero entonces el CEO Steve Jobs decide que es el momento de empezar a trabajar en un nuevo gadget que canibalizaría el producto estrella de la compañía con una apuesta: un teléfono inteligente.
Así empezó un periodo de dos años y medio para lanzar un "producto revolucionario y cambiarlo todo", de acuerdo con las propias palabras del propio Jobs el 9 de enero de 2007 en San Francisco cuando el móvil fue revelado al mundo.
"No sólo nos estaban pidiendo que desarrolláramos un producto que la empresa no había hecho nunca antes y literalmente reunir habilidades que no necesariamente existían dentro de la compañía, pero además lo teníamos que hacer en un calendario muy agresivo, una línea de tiempo muy agresiva", recuerda José Cong, quien actualmente dirige Plause, una startup para conectar empresas y talento, pero que en 2005 era parte de Apple y a quien el propio Jobs le había encomendado reclutar al equipo que desarrollaría el iPhone.
"Toda un área del edificio en la que el iPod o los proyectos especiales crecían, de repente tenían un muro con un lector de identificaciones.
"Y ahí fue cuando supe que era en serio, cuando supe que era secreto, no le podía decir a nadie. Recuerdo haber firmado un documento de confidencialidad que básicamente decía que si yo filtraba cualquier noticia o información sobre este proyecto en particular, mi jefe y el jefe de mi jefe serían responsables y potencialmente podrían perder sus trabajos".
Había toda una secrecía alrededor del proyecto, incluso tenía un nombre clave "Proyect Purple", y sólo el equipo involucrado sabía de qué se trataba, lo cual ayudó a impactar al mundo cuando salió, pero el camino puso trabas para reclutar talento y trabajar con las diferentes áreas involucradas y proveedores.
ARMANDO EL EQUIPO
Cong recuerda en entrevista para el podcast Decrypted, de Bloomberg Technology, lo complicado de atraer talento, en algunas áreas en las que no había trabajado antes, con la presión de Jobs encima y sin poder dar ningún tipo de pista a los candidatos de en qué se estaban metiendo.
En una ocasión se había planeado un evento cerca de las oficinas de Motorola para entrevistar a los mejores ingenieros de esa firma y reclutarlos.
"Recibí una llamada del equipo legal de Apple, básicamente diciéndome que no, que debía de cancelarlo, 'no hay manera de que puedas hacerlo, no, no puedes ir, es muy agresivo', pero al mismo tiempo recibí una llamada del área de producto, diciendo 'no, no, debes hacerlo, necesitamos a estas personas'. Al temer en ser despedido por no hacer mi trabajo, subí a un avión y fui. Yo temía más las repercusiones de decepcionar a Tony (Fadell, uno de los principales ejecutivos de la firma) y Steve más que las repercusiones del departamento legal", recuerda Cong.
LA FALLA QUE CASI FRENA TODO
En ese entones las BlackBerry con su teclado físico reinaban la tierra. Los ejecutivos estaban seguros de que necesitaban un teclado físico en sus teléfonos y había móviles muy populares en los que el teclado salía de un lado, y la idea de un pedazo de cristal en el que escribías parecía muy rara para mucha gente. Había mucho escepticismo y definitivamente tomar un iPod y convertirlo en un teléfono era todo un reto.
En vísperas del lanzamiento del producto, una crisis casi descarriló todo el proyecto.
Era el otoño de 2006. "Teníamos una falla en la cual no podíamos mantener fiablemente una llamada telefónica al punto que no sabías cuándo iba a parar", señala para Decrypted Andy Grignon, en ese entonces ingeniero de Apple.
"Los chips se estaban verificando en ambos lados, los chips que se hicieron en Hong Kong estaban bien, no había razón para que cortaran la llamada. Tuvimos a la gente de Corea y Alemania y de todos lados que escribieron el código para los chips revisando cada paso".
Y, por supuesto Steve Jobs tenía que involucrarse. "En todos los años de experiencia que tuve con Steve, a veces cuando te equivocabas, te tenía que gritar para hacer sentir una mierda. Cuando sabía que estabas en problemas, no tú personalmente sino el proyecto, era cuando dejaba atrás el griterío… (entonces se quedaba) pensativo, meciéndose en su silla", recuerda Grignon. "Él sabía, cuando fuimos con él, que esto era un freno".
Al final, este problema fue tan complicado que ni siquiera fue resuelto a tiempo, el equipo logró esquivarlo con otra solución.
"Acabamos dándole la vuelta, para el primer iPhone nunca supimos, hasta que habían sido enviados descubrimos cuál era la falla central".