After Office

Adiós al Barroco

La Euro tendrá nuevo rey. Una España desdibujada y ajena a su estilo de tocar el balón quedó fuera del certamen ante una escuadra italiana que se verá las caras en la siguiente ronda ante la Mannschaft.

La Euro se despabila.

Un espléndida y alegre Islandia no le dio oportunidad de convocar al referéndum a un cuadro inglés cargado de Brexit y carente de laborismo colectivo. Vuelto una isla, el conjunto fue despachado por el de otra más desparpajada y dispuesta a la broma. Triste golpe de orgullo contra los propagadores de la pelota y la corbata. La debutante Islandia manda al cesto de la historia de este certamen a un país que presume un abolengo inexistente. Nunca Inglaterra ha ganado este diploma.

Días de adioses.

Hace rato que el tiki-taka viene padeciendo los estragos del barroquismo. Ayer Italia, fiel a su espejo diario, se indigestó al cuadro de Del Bosque, que nunca pudo pisar el césped con comodidad.

Cuando España, esta España harto influida por el estilo de Guardiola, pierde la pelota, se disloca hasta quedar vagabunda entre las circunstancias. Los italianos, que saben tanto de ciencia política, aprendieron los usos del poder en cuatro años. En la final de la Euro2012 fueron letalmente fulminados por una Roja en gran estado de salud. La duración del barroquismo no rebasó la década.

Autoconsumible, fue creando rápidamente a sus detractores. Nada más frágil que el preciosismo. Ha llegado el final de una generación de artesanos de la pelota. Todas las vanguardias son efímeras, allí su valor histórico. La vuelta a la realidad la impone la razón. Y no hay equipo en el mundo que juegue con más apego al fin justifica los medios que el italiano.

Desde el 34, cuando el primer Mundial bajo la dirección de Vittorio Pozzo, la azzura no se sale del esquema que más le gusta: el desinterés por lo que no aparece en El Príncipe del balompié. No le preocupan el pase, el tiempo de posesión ni anotar artísticamente en el borde del área chica. La que corre es la pelota y después de ella el rival, parace dictar el discurso latino. Con ese contrapeso ha dejado a la vera del camino al manierismo atiborrado del planeta.

EL DUELO DE LA HISTORIA

Italia asume los cuartos de final de Francia 2016 ante La Maquinaria alemana, ante la que ha tenido grandes duelos en la máxima memoria del futbol: el Partido del Siglo, en el Estadio Azteca, en 1970; la final del Mundial de España en 1982 y la semifinal de 2006, en Dortmund. En todos ellos ha ganado.

El peor de los rivales para los alemanes se ha confirmado para el sábado 2 de julio. De nueva cuenta Maquiavelo pone en aprietos a Goethe. Dos semifinales y una Copa del Mundo no son poca cosa en el saldo negativo del actual campeón del orbe, que también transita por un proceso generacional.

Alemania fue contundente en estos octavos de final, pero lo mismo sucedió en 2006 cuando llegó al Signal Iduna Park en el que, hasta entonces, nunca había perdido. El 4 de julio, hace casi 10 años, los italianos vencieron, en tiempos extra, 2-0 a los locales de uno de los Mundiales más intensos de la historia. El 9, en el Olímpico de Berlín, se impusieron, en penales, a Francia.

En el 82, la escuadra azzurra cometió tres agravios seguidos de gran envergadura: pasó sobre la Argentina de Maradona (2-1), sobre el Brasil de Zico (3-2) y el 11 de julio, en el Santiago Bernabéu, acabó con la Alemania de Rumenigge (3-1).

El 17 de junio de 1970, el conjunto italiano conducido por Ferruccio Valcareggi se enalteció en la batalla más relevante de la centuria. En tiempos extra de angustia se impuso a la Alemania de Helmut Schön en el que militaban Overath, Vogts, Müller, Seeler y el Káiser Beckenbauer.

Hace cuatro años, por si fuera poco, los alemanes perdieron la semifinal ante los italianos en un juego de exquisto Pirlo.

El futbol es un juego en el que siempre ganan los alemanes, siempre y cuando los italianos estén eliminados.

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