Cuando en los 80 le preguntaron a Javier Bátiz por qué no cantaba en español, respondió que no quería sonar como Tin Tan. "Lo dijo de una manera despectiva, con cierto aire de superioridad", recuerda Armando Vega-Gil, el bajista de Botellita de Jerez, la primera banda mexicana de rock que se atrevió a añadir elementos de la cultura popular en sus letras.
"Era normal que nuestra generación odiara a Sonia López o a La Sonora Santanera como una postura frente a la autoridad de los padres. Tres décadas después las cosas han cambiado mucho: hoy es bien visto que un rockero trabaje con los artistas de música tropical", comenta el también escritor.
Desde su formación, en 1983, Botellita fue distinta a las bandas de su generación. Cada uno de sus integrantes estaba vinculado al México vernáculo y popular desde distintas plataformas. Armando Vega-Gil (bajo) y Francisco Barrios El Mastuerzo (batería) habían estudiado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia; el primero formaba parte de Los Folcloristas y "tocaba el cuatro venezolano como Pete Townshend" –dice de sí mismo Vega-Gil sin soltar una risa irónica. El segundo era integrante de Los Nakos, agrupación derivada de la brigada cultural del Consejo Nacional de Huelga del Movimiento Estudiantil de 1968. Sergio Arau (guitarra y voz), por su parte, trabajaba como caricaturista en Unomásuno, era cineasta de profesión, hijo del director Alfonso Arau y sobrino del comediante Sergio Corona.
En 1984 comenzó a sonar en la radio Charrock and roll, una canción que, dice Vega-Gil, no agradó del todo a “los sacerdotes del rock and roll”, quienes creyeron que Botellita se estaba burlando de un género que, en aquel entonces, era visto como una especie de culto de hoyos fonqui. Y es que nunca antes una banda se había atrevido a combinar El Son de la Negra, Johnny B. Goode (el éxito de Chuck Berry) y Juan Charrasqueado (el éxito de Jorge Negrete). “En su momento hicimos cosas que estuvieron muy mal vistas”, asegura Arau. “Fue un sacrilegio”, le secunda Vega-Gil.
DEL HOYO A LA CLASE MEDIA
"Botellita fue una cosa rara. La esencia era el humor y el desmadre, pero sobre todo cantar en español: esa era nuestra apuesta. Nuestro público ya no era de hoyos fonqui, sino de clase media. Queríamos hacer un rock distinto al de los 70. Nos metimos a la calle y la cantamos", comparte Arau, quien actualmente promueve su sencillo Quiero ser presidente.
Las primeras tocadas de Botellita se realizaron en La Rockola, un bar que se ubicaba en Miguel Ángel de Quevedo. "Ahí desarrollamos nuestro discurso, compusimos en vivo muchas canciones y descubrimos un público que estaba buscando nuevas opciones culturales en la Ciudad de México de los 80", comparte Vega-Gil. El primer disco de la banda, Botellita de Jerez, salió a la venta en 1984 bajo el sello Karussell y la producción de Óscar Sarquiz.
El Mastuerzo dice que Botellita es un grupo "de carácter histriónico", comprometido con los elementos de las carpas o con los juegos del lenguaje, como el albur. La intención, explica, era generar una dinámica distinta entre la banda y el público. "Empezamos ya muy grandes. Éramos tres rockeros frustrados e influenciados por nuestras formaciones académicas. Sentíamos un amor profundo por la cultura popular, desde Tin Tan o Los Xochimilcas hasta Pérez Prado", abunda el baterista. Estas referencias, dice, se mezclaron con el ambiente punk underground que pululaba en los barrios bajos de la capital, con bandas como Los Panchitos o El Huitlacoche.
En 1985, los integrantes de Botellita de Jerez fundaron, junto con otros promotores culturales, Rockotitlán, el primer espacio en México que se dedicó a difundir el rock en español. El Mastuerzo elaboró el contrato. La única regla era no cantar en inglés, con excepción de Javier Bátiz. Fue inaugurado una semana antes del terremoto de 1985.
LA MALDICIÓN DE TELEVISA
Dos años después llegó el primer golpe para el grupo: Rock en Tu Idioma, un movimiento comercial concebido desde la BMG por el ejecutivo Heber Pompeyo. "Nos dio en la madre", afirma Vega-Gil. El Mastuerzo coincide: "Habíamos construido un camino en el rock mexicano y de pronto nos dimos cuenta que habíamos quedado fuera. Rock en Tu Idioma fue un negocio que reclutó a los más guapos, no siempre a los mejores".
Armando Vega-Gil recuerda que hubo conflictos internos y crisis económicas. "Los mercaderes se enfocaron en sus grupos argentinos y españoles. Hubo 'payola' y nosotros no le entramos. Botellita nunca estuvo dentro de su propuesta mercadológica".
Sergio Arau abandonó la agrupación en 1989 (regresaría en 1999 y se saldría nuevamente en 2013). "Fue una decisión dolorosa y complicada", recuerda Arau. La banda decidió, entonces, acercarse a ritmos más digeribles en su cuarto álbum Niña de Mis Ojos (1989). Por falta de recursos, colaboraron con Televisa para participar en la telenovela Alcanzar una estrella. "Fue un error. Nunca nos lo perdonaron. No teníamos chamba y creímos que la música de masas era la cumbia o Los Bukis. Creímos que ese era el camino. Nuestro acercamiento al monstruo de Televisa nos salió muy caro. Rompimos con ellos en cuando surgió lo del EZLN en 1994", admite Vega-Gil.
El Mastuerzo quiere que Botellita siga con vida. Actualmente el grupo promueve su más reciente disco No Pinches Mames. "Rock en Tu Idioma le dio un empujón a la industria, pero también dejó fuera a muchas bandas como Trolebús, Radio Carolina o Tex Tex. A veces, en un acto un tanto sadomasoquista, me pregunto por qué Botellita nunca ha estado en un Cervantino o por qué no fuimos invitados esta vez al Vive Latino si lanzamos un disco. ¿Será por nuestra posición política en contra de todos los partidos? O quizás sea porque, pese a todo, Botellita sigue cantándole a la calle; sin caer en el juego de bufón del rey del comercio y la política", concluye.