Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, el coleccionismo de arte norteamericano encontrará una nueva mina. Mientras en Miami la obra de un artista reconocido como Carlos Estévez alcanza precios de hasta 60 mil dólares, en la isla, otro pintor cubano de prestigio, el abstraccionista Rigoberto Mena, vende una pieza de un metro por un metro en 6 mil dólares.
El año pasado Cuba recibió tres millones de turistas y esa tendencia ascendente se mantuvo en el primer trimestre de este año, según reporta la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de la isla. En enero de 2015, los visitantes aumentaron 16 por ciento en relación al mismo periodo de 2014. Con este impulso, el arte bien podría convertirse en una importante fuente de ingresos.
El pasado 16 de enero, el Departamento de Comercio de EU anunció medidas que flexibilizan los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba, como el uso de tarjetas de crédito y débito, o la compra de souvenirs por hasta 400 dólares. Agencias y aerolíneas están autorizadas a operar sin una licencia específica del Departamento del Tesoro, con lo cual, el 7 de marzo salió el primer vuelo directo a La Habana desde el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, en una ruta que viajará semanalmente.
Así se facilita el acceso a la producción plástica de Cuba, donde se prepara la próxima edición de la Bienal de La Habana, a realizarse del 22 de mayo al 22 de junio. Participarán alrededor de 150 artistas de países como Alemania, Bélgica, España, Francia, Argentina, Brasil, México, Noruega, Holanda, Sudáfrica, Suiza y Uruguay; cerca del 30 por ciento de los convocados son artistas locales.
DOS VISIONES
Así como hay diferencias de mercado entre artistas de fuera y dentro de Cuba, los puntos de vista sobre las consecuencias de la apertura comercial son distintos de un lado y de otro de la isla.
"Se espera un boom y, si empieza a venir mucha gente interesada, la demanda aumentará. De hecho, ya hay artistas que cotizan su obra en precios altos y están en importantes colecciones en museos del mundo, eso es algo que se está viendo venir desde hace tiempo", dice el pintor y escultor Rigoberto Mena, quien trabaja con una galería en Chicago y otra en La Habana, además de participar en ferias internacionales.
Mena reconoce que en Cuba no existe coleccionismo por falta de recursos, y se muestra optimista con respecto al nuevo orden, que presenta oportunidades para los inversionistas extranjeros.
"Acabo de estar con un agente de Nueva York que me dice que aun cuando ha alcanzado precios importantes, el arte cubano todavía está por debajo de los valores del mercado".
Mena abrirá próximamente su estudio-galería en capital cubana, junto a su hijo, el también pintor Antoine Mena. Ambos participarán en la Bienal de La Habana y en una muestra paralela que reunirá la obra de 200 artistas cubanos contemporáneos. "Quien quiera tener una idea de lo que se está haciendo hoy en Cuba, ahí lo verá", dice el artista que exhibirá una serie titulada RAK 4200, en alusión al grueso de la varilla de construcción, pues utiliza en sus obras desechos del material de la edificación de su estudio.
El pintor Carlos Estévez, radicado en Miami, es menos optimista con respecto a la apertura."Eso de las relaciones está por verse. El famoso bloqueo, yo pienso que no ha sido tal. Los artistas cubanos siempre hemos vendido la obra fuera de Cuba, principalmente a coleccionistas americanos".
Estévez inauguró el pasado 6 de marzo, en la galería Panamerican Art Project, una muestra en la que el costo de sus obras va de mil 500 a 60 mil dólares.
"El tema de los precios es difícil de precisar, depende de las dimensiones de la obra, el periodo y su importancia", explica el artista, que exhibe su muestra Taumaturgia hasta el 30 de mayo en la galería Havana, de Zurich. Su obra se vende en galerías de Estados Unidos, Suiza y República Dominicana.
El pintor Ángel Ricardo Ríos, radicado en Guadalajara, México, asegura que el arte cubano contemporáneo en el ponorama internacional lleva poco tiempo.
EL DEVENIR DEL ARTE EN LA ISLA
"En los años 80, Cuba no existía en el mercado de arte. El Estado consumía de manera interna, se estimulaba a través del Fondo de Bienes Culturales, eran cosas muy locales. La entrada de los artistas cubanos en el circuito comercial es reciente y ha venido de la mano con otras aperturas en Cuba", explica Ríos.
El pintor aclara que no existe una escuela cubana, como la del ballet, pero reconoce, "los artistas plásticos han sido privilegiados entre los demás profesionales en Cuba, probablemente por una política del Ministerio de Cultura con más visión que en otros sectores".
En los primeros años del Castrismo el arte era más político, había un fuerte control y censura sobre lo que se producía, recuerda Estévez. "Luego, en los 80 se abrió, pero entró en conflicto, porque empezó a tener un sentido contestatario, lo que generó que muchísimos de los artistas más importantes se fueran".
Tras ese éxodo, en la década de 1990, casi instintivamente, dice Estévez, los creadores asumieron una postura más cínica.
"Pienso que ahora el arte cubano se ha marginado con esta apertura al mundo, se ha vuelto quizás un poco más comercial, y esos son los retos que tienen que afrontar los artistas, entre experimentar, vivir, vender y exponer".