After Office

Súper… Quetzalcóatl

La ausencia de superhéroes nacionales es una realidad. Sin embargo, Raúl Valdés es la excepción de regla, pues acaba de publicar una novela gráfica cuyos personajes dan vida a los dioses aztecas. 

Un país que padece una severa crisis de violencia está urgido de héroes, reales o ficticios, pero a los mexicanos, decía Octavio Paz, les gusta sufrir solos. Se resisten a adoptarlos por razones culturales, coincide Raúl Valdés, a quien bien se le puede considerar un experto: sus manos trazan las tiras de X-Men y Wolverine para Marvel, en Estados Unidos, que traducidas llegan a países tan lejanos como Japón.

Aun así, el ilustrador de 33 años insiste: su más reciente creación es una novela gráfica cuyos personajes dan vida a los dioses aztecas. La leyenda de los cinco soles se dirige al público infantil y está basada en el mito mexica de los soles, que aparece en el Códice Chimalpopoca, atribuido al historiador Fernando de Alva, del siglo XVI.

En la primera entrega, El ascenso de la serpiente emplumada, se narra la historia de dos hermanos adolescentes: el solar Quetztalcóatl y su hermano Tezcatlipoca -vinculado a la noche-, quienes deberán cobrar conciencia sobre la responsabilidad de sus poderes, que les han sido otorgados para convertirse en regidores del mundo humano.

La idea de hacer una tira basado en el universo prehispánico –que Valdés concretó mediante una beca del Fonca- surgió cuando una mujer le pidió que le recomendara un cómic para su hijo, quien acababa de aprender esa palabra en la escuela.

"Como ahora resulta que Spiderman es malo, Joker tiene la cara desfigurada y anda matando gente, los Avengers viajan por dimensiones para destruir mundos y Wolverine se vuelve gay, acabé recomendándole Thor", recuerda.

Fue precisamente el nórdico dios del rayo el que lo inspiró para realizar la historieta, que por lo pronto se distribuye de manera gratuita en escuelas del país, como parte del Tomo 1 de Narrativa Gráfica. (Conaculta, 2014).

"Thor tiene su martillo, y Quetzalcóatl cuando vuela se convierte en una serpiente dorada y puede hacer que llueva fuego", ejemplifica. "No quiero educar ni adoctrinar, si los niños leen mi cómic y les entra curiosidad, ya hice la mitad de mi trabajo".

¿Por qué no hay superhéroes mexicanos? Valdés tiene claro que es un asunto de idiosincrasia. "Nunca ha cuajado bien el modelo porque para nosotros es difícil visualizarlo; nos gusta porque lo vemos como de una cultura aparte. Sabemos que Spiderman está en Nueva York y allá está bien. En México, se enredaría con tantos cables de luz", explica con ironía.

La burla, el humor, siempre acomodan para hablar del modo de ser del mexicano, como provocadoramente esgrime el antropólogo y sociólogo Roger Bartra en La jaula de la melancolía, al proponer al ajolote como reflejo del carácter nacional y héroe mítico de la decadencia del país.

Una rápida revisión a los héroes de pasquín locales revela un imaginario hecho de hombres muy terrenales, de barrio, de músculo y hueso: luchadores enmascarados como El Santo; Tawa, el hombre gacela; Chanoc o El Pantera

Nacido en la radio mexicana, Kalimán es el único personaje con poderes mentales. Tuvo gran éxito en la página impresa: en su mejor época, llegó a vender

UN MILLÓN DE EJEMPLARES

Recientemente se hizo un intento por revivirlo, pero los herederos de sus creadores, Rafael Cutberto Navarro Huerta y Modesto Ramón Vázquez González, no lograron ponerse de acuerdo para explotar los derechos.

Valdés estuvo involucrado en el proyecto. "Se llegó a presentar en convenciones, se cerraron tratos con televisoras grandes, pero como estaba ese estira y afloja de derechos, ya no se llegó a nada y todo terminó en un pleito", dice.

Kalimán
no sobrevivió en el mundo de las publicaciones. Ya no tuvo impacto con las nuevas generaciones.

"La gente no lo recibió bien, lo cual es chistoso porque no sale nada nuevo, pero tampoco queremos lo viejo revitalizado", afirma quien es conocido como Rulo en su círculo artístico.

Por ahora su interés está en hacer crecer su nueva historieta infantil, y su hijo Guillermo, de 6 años es su mejor crítico, dice. "Quiero ser una opción más y que mi proyecto sea vendible". Todavía no decide si ofrecerá la licencia para sus personajes a alguna firma, pero advierte que lo que lo mueve no es el dinero.

"Jamás comercializaría con nuestra cultura, pero sí deseo que los chavos que están leyendo Ben 10 vean y digan: 'mira, pues Quetzalcóatl sí le puede ganar a Batman'. Ése es el punto".

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