La coulrofobia es el término que utilizan los sicólogos para los pacientes que sufren un miedo irracional a los payasos. El escritor estadounidense Stephen King, especialista en temas de terror, aprovechó ese padecimiento para dar vida a uno de sus grandes éxitos: It, que se convirtió en la película taquillera Eso (1990, dirigida por Tommy Lee Wallace).
La ciudad de Chicago conoció ese mismo miedo. John Wayne Gacy era un ciudadano modelo, un próspero hombre de negocios que organizaba los fines de semana fiestas con sus vecinos, se disfrazaba de Pogo y también ofrecía funciones en hospitales para recaudar fondos para necesitados.Durante siete años, Gacy vivió una doble vida: asesinó y violó a 30 niños. El 22 de diciembre de 1978 confesó a la policía que había degollado a sus víctimas y enterrado sus cuerpos bajo su casa.
La escalofriante escena es reproducida fielmente con esculturas realistas confeccionadas en Italia. Es una de las 15 que integran las exposiciones Asesinos Seriales I y II. El éxito de la primera, montada en el Museo de la Policía del Distrito Federal en 2007, alentó a Canter Exposiciones, organización no lucrativa que lleva a cabo este proyecto, a abrir una segunda sala en la calle de Venustiano Carranza. Nadie como los policías para presumir los desplantes macabros de sus rivales de profesión. Parte de la fascinación de esta muestra.
Ambas colecciones atraen a unos 200 visitantes por día, la mayoría de ellos jóvenes, refiere la directora general de Canter Exposiciones, Sandra Luz Reyes Rodríguez. Durante una hora los asistentes son sometidos a una experiencia que para algunos resulta estimulante y, para otros, devastadora.
"Algunas personas han llegado a desmayarse", asegura Esperanza, una de las empleadas del recinto, fiel testigo de la carga emocional de los invitados.
Escenarios del crimen
La escasa luz, el espacio cerrado y el audio que detalla la crueldad de estos asesinos seriales cumplen su cometido. Uno contempla de entrada a Jack El Destripador de espaldas y con una de sus víctimas a sus pies.
Fueron cinco las prostitutas que mató y desmembró este célebre criminal en 1888, cuya identidad nunca fue descubierta por la policía londinense. Fue el primer asesino real que llegó a la pantalla grande, aunque en el mundo literario grandes escritores como Edgar Allan Poe y Sir Arthur Conan Doyle ya habían descrito con maestría la crueldad de sanguinarios asesinos.
Pero el mundo de la ficción también se alimenta de la realidad: en 1958 fue recluido en el manicomio de Wisconsin el aparentemente inofensivo profanador de tumbas Ed Gein. Aunque se desconoce el número de sus víctimas, su historia impactó al mundo cuando el maestro del suspenso, Alfred Hitchcock la llevó al cine.
Psicosis se convirtió en un clásico de la pantalla grande, pero pocos saben que el temible Norman Bates realmente existió y se llamó Ed Gein, y que desarrolló una psicosis por su enfermiza relación con su madre Augusta Gein, una fanática religiosa.
Ed no sólo mataba a sus víctimas, las desollaba y fabricaba artículos como lámparas, cucharas o brazaletes. Con la piel de los cadáveres llegó a confeccionar un vestido de mujer, igual que el personaje Buffalo Bill de la película El silencio de los inocentes, que arrasó con los premios Oscar en 1991.
Otro espacio para el terror
Basada en los libros de Thomas Harris, esta saga creó uno de los psicópatas más carismáticos de la historia: Hannibal Lecter. Enfundado en su traje naranja, el famoso psiquiatra asesino recibe en un cofre de cristal a los visitantes de la exposición. Harris combinó toda la maldad de otros famosos asesinos seriales. Ted Bundy es considerado el primer espécimen de esta clase. Estudió sicología y atrapaba a sus víctimas fingiendo estar lastimado de un brazo. Entre 1974 y 78 mató a 50 mujeres, varias de ellas estudiantes.
México también temió
En Estados Unidos se han capturado a mil 811 asesinos seriales, 140 en Italia, 118 en Inglaterra, 83 en Francia, 80 en Alemania y 42 en este país.
Aunque en la muestra no se escenifica ningún caso mexicano, al recorrerla es inevitable recordar algunos de los psicópatas locales más temibles, como Gregorio Goyo Cárdenas, quien en 20 días acribilló a cuatro mujeres en el barrio de Tacuba, en 1942, y el victimario de homosexuales Raúl Osiel Marroquín Reyes, alias El Sádico, que aterrorizó al Distrito Federal en el 2005.
Ambos fueron tratados por Lucio Cárdenas Rodríguez, uno de los más destacados sicólogos forenses, un apasionado del tema hasta el fin de sus días, a quien le impactaba en particular el caso de John Wayne Gacy, Pogo a quien en entrevista describió así:
"Era el buen vecino, padre de familia ejemplar, ciudadano que se preocupaba por su comunidad, pero que era capaz de esconder su maldad bajo los cimientos de su casa".
Al salir de la exposición algunos visitantes miran de reojo a los peatones, como si se sintieran perseguidos. Al llegar a casa, observarán con igual recelo al vecino que no saluda. Nunca se sabe dónde pueda esconderse el próximo asesino serial.