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En realidad soy artista; no un curador: Gabriel Kuri

Gabriel Kuri articula una muestra sobre pioneros del arte conceptual. "Me interesa el arte que se esmera en ubicar al individuo en el aquí y el ahora", dice respecto al ejercicio curatorial que exhibe en la galería Kurimanzutto.

La mirada del artista es distinta a la de un curador, explica Gabriel Kuri, porque al presentar la obra de otros creadores, también hace un manifiesto de su propio trabajo.

"Me interesa el arte que se esmera en ubicar al individuo en el aquí y el ahora", dice respecto al ejercicio curatorial que exhibe en la galería Kurimanzutto, con piezas de cuatro fundadores del arte conceptual que se presentan por primera vez en México: David Medalla, John Divola, Lee Ufan y Stanley Brouwn.

En su obra, Kuri utiliza materiales como boletos de viaje, tarjetas de crédito o recibos de pago, objetos de la vida diaria que plantean una reflexión sobre lo efímero del consumismo, al tiempo que hacen pensar en la posibilidad de convivir cotidianamente con el arte. Su interés está, además, en dejar un testimonio de su tiempo.

Es una idea mía agrupar a estos cuatro artistas, pero lo hago desde el punto de vista de un colega, un admirador, más que alguien que quisiera deliberadamente construir un discurso, como lo hacen los profesionales

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Sand Machine Bahang. Pieza que traza lo efímero, forma parte de la muestra

Respecto a la muestra Unidades y continuidades, un proyecto de Gabriel Kuri, que montó por encargo de la galería, advierte que la obra de estos pioneros del arte conceptual tiene un eco en su propio trabajo, y presentarlas en esta exposición parte de esa empatía. "Con este tipo de prácticas, los artistas están ubicándose, entendiéndose en el flujo del tiempo, en el espacio, y es una manera de atestiguar la existencia, de decir 'aquí estoy', y prueba de eso es que me desplazo, la materia está viva, estamos aquí. Cuando yo estoy trabajando pienso en problemas semejantes".

Así que su visión curatorial es la de un artista que propone un discurso vivencial, pues las obras invitan al espectador a complementar el significado, de acuerdo a su sensibilidad o su imaginación. Hay por ejemplo una escultura del octogenario artista holandés Stanley Brouwn, que está compuesta por líneas en el piso que corresponden a la dirección que seguirían si se conectasen realmente desde México hacia Bombay, Adís Abeba, Miami o Buenos Aires; una distribución que sería distinta si se presentara en el sur o el norte de México. Se aprecia caminando y mientras se recorre es inevitable pensar en los destinos que sugiere. O un par de obras cinéticas de David Medalla, que se van creando ante los ojos del espectador con espuma y arena, respectivamente. Piezas con el movimiento y la vida a los que se refiere Kuri.


COSMOPOLITA
México, 1970
Gabriel Kuri estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y en el Goldsmiths College University de Londres. Discípulo de Gabriel Orozco, ha presentado su trabajo en Berlín, Londres y Turín, ente otras ciudades, y es artista de Kurimanzutto, en México, donde participará en una colectiva, en febrero.


Una vez al año se presenta en el recinto una exposición organizada por un artista de la galería, lo que, dice Kuri, es una ventana hacia la cabeza de quien plantea los montajes. "Es una manera de asomarse a lo que estoy pensando", afirma el artista.

"Usamos el término 'curaduría' por cuestión práctica, pero en realidad yo soy artista, no soy curador. Es una idea mía agrupar a estos cuatro artistas, pero lo hago desde el punto de vista de un colega, un admirador, más que alguien que quisiera deliberadamente construir un discurso, como lo hacen los profesionales. Muchos artistas imaginamos exposiciones en nuestra cabeza porque siempre establecemos genealogías, filiaciones, admiramos a tal o cual artista. Constantemente estamos haciendo esto porque es una manera de ubicarnos en el contexto, la historia, etcétera", agrega.

Cuenta que no decidió a partir de un tema específico, sino de una reflexión de por qué estos creadores se pueden presentar juntos.
"Entonces empecé a ver: en la obra hay proceso, desplazamientos, puntos, líneas, planos, espacios negativos; hay vacíos, sistemas, tiempo. Es absolutamente evidente la vigencia que tienen estas obras. Son lenguajes que se empezaron a desarrollar en 1960 en un clima de búsqueda y se han revisitado tres o cuatro veces".

Y es que, concluye, lo contemporáneo del arte queda manifiesto en la vitalidad de la obra de figuras como éstas, que los jóvenes están revisando actualmente en nuevas propuestas.

"Y aquí están ellos, en sus primeras iteraciones, en sus primeros momentos. Sin embargo, es una exposición actual; no es una retrospectiva mirando hacia los orígenes, para nada, es una exposición viva. Los cuatro están en activo: Lee Ufan tiene 79 años y una lucidez extraordinaria; trabajan, viajan. No quiero generalizar, pero en este caso la edad no tiene que ver. Parte de la osadía de ponerlos aquí es plantear por qué nos sentimos tan jóvenes nosotros, qué diferencia hay en la edad de este tipo de inteligencia, de pensamiento y el nuestro".

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