Al encarnar a María Candelaria en la cinta del mismo nombre, ícono del cine nacionalista que fotografió Gabriel Figueroa (1907-1997), Dolores del Río personificaba, a la vez, a aquella vendedora de flores con que Diego Rivera definió una de sus visiones de la mexicanidad; en una vuelta de tuerca, el mismo Diego Rivera pintaba a la misma Dolores del Río vestida como María Candelaria. Este ir y venir de miradas entre los grandes creadores del cine y de la plástica mexicana fue un rasgo presente en la conformación del nacionalismo.
Así lo considera en entrevista Claudia Monterde, curadora de las exposiciones por el centenario del cinefotógrafo Gabriel Figueroa, que comenzaron su itinerancia en 2008 en Bellas Artes, y en las que se basa el libro Bajo el cielo de México: Gabriel Figueroa, arte y cine.
"El imaginario nacionalista se manifestó, tanto en el arte como en el cine, en un intercambio de ida y vuelta", afirma la especialista.
Amigo de muralistas como David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, Gabriel Figueroa desarrolló ese sentido de lo mexicano en su cinematografía, junto a directores como Fernando de Fuentes y Emilio El Indio Fernández, quien en María Candelaria (1943) rindió un homenaje, dice la experta, al muralista guanajuatense.
En su libro, editado por Fundación Televisa, la autora elabora un recorrido por el legado de Figueroa, que inicia con los retratos y fotografías publicitarias que realizó en sus inicios. También dedica un apartado de la publicación al intercambio entre el cine y la plástica, planteado como un ensayo visual de relaciones formales.
"Por ejemplo, el maguey tiene una vuelta muy curiosa. El maguey de Orozco retratado por Anita Brenner -una de las primeras fotógrafas en llevar a Nueva York los dibujos tempranos de artistas como José Clemente Orozco y Diego Rivera- le interesa al cineasta ruso Sergei Eisenstein y por eso decide venir a filmar ¡Qué viva México!, la película que El Indio siempre dijo, había sido su influencia para hacer el cine que hacía.
En el Taller de la Gráfica Popular, fundado en 1937 por el grabador Leopoldo Méndez, se hicieron piezas a partir de imágenes tomadas por Figueroa. "Los artistas se basaban en fotogramas de las películas para ilustrar los créditos, ahí hay un mundo de imágenes que va y viene", señala Monterde.
Es así que la especialista ilustra esa relación entre las artes gráficas y el cine, al mostrar ejemplos de obras pictóricas como de los fotogramas de Figueroa.
"La vanguardia pictórica nacionalista le interesó mucho a Figueroa y al Indio, aunque éste tenía un discurso nacionalista a un grado que Figueroa llegó a criticar", en particular en los temas sociales, que también le preocupaban, observa la investigadora. "Decía que en los discursos del Indio, se le había pasado la mano", advierte.
El fotógrafo de cintas como La perla, Enamorada, La malquerida, Maclovia, Simón del desierto, Macario, entre otras, hizo 220 películas desde los inicios de la "época de oro", como Allá en el rancho grande, hasta el cine mexicano de los años 60. "Tenía muy claro que había dos tipos de trabajo: la chamba y en el que podía desarrollar sus teorías. Claro, esas de una técnica depurada, son la minoría. Él decía que Flor silvestre, que es la primera película que hace con El Indio, es donde encuentra su estilo.
El volumen culmina con una serie de fotogramas que plantean "un ensayo visual de las atmósferas de Figueroa", a quien la investigadora del área curatorial de Fundación Televisa describe como un visionario que desarrolló depuradas técnicas y un estilo. "Tú ves una fotografía y sabes que es de Figueroa, hoy no sé si pase lo mismo con otros fotógrafos, que digas esto es un Lubezki".