El vértigo de la Fórmula Uno regresó a México en 1986. El país albergó su décimo Gran Premio y los fanáticos del automovilismo disfrutaron la época dorada de los llamados cuatro grandes: Nigel Mansell, Alain Prost, Ayrton Senna y Nelson Piquet, campeones mundiales que también triunfaron en México, a excepción de Piquet.
El joven Senna consiguió la pole position en el GP de 1986, Piquet logró la vuelta más rápida, pero el que recibió la bandera a cuadros fue el austriaco Gerhard Berger de la escudería Benetton, quien se impuso sorpresivamente gracias a que contó con mejores llantas para ganar con una ventaja de 25 segundos sobre Alain Prost.
En 1987 se produjo el primer incidente en el autódromo capitalino. El británico Derek Warwick perdió el control de su Arrows en la curva peraltada y se estrelló contra las llantas de protección. El incidente permitió un triunfo tranquilo de su compatriota Nigel Mansell.
Para 1988 la carrera se recorrió al 29 de mayo y fue dominada por los McLaren-Honda, era el año final de los motores turbocargados que avivó el duelo entre Prost y Senna, pero fue el francés el que subió a lo más alto del podio.
La revancha para Senna llegaría un año después, al superar por 15 segundos al italiano Riccardo Patrese, quien se coronaría en 1991 a bordo de un Williams-Renault. En 1990 el triunfo correspondió al francés Alain Prost.
La magia terminó en 1992, el británico Nigel Mansell fue el último campeón coronado en la Ciudad de México abordo de su Williams-Renault, en una temporada en la que empezaba a empujar el alemán Michael Schumacher, quien quedó en el tercer puesto.
El 22 de marzo de 1992, Mansell ganó la carrera que cerró la segunda etapa de la Fórmula Uno en México, aunque estuvo a punto de cancelarse debido a la contingencia ambiental. El entonces regente Manuel Camacho Solís había impuesto en 1989 el programa Hoy no circula para combatir la contaminación y aceptó que se corriera el Gran Premio de México con la condición de que se le quitara una vuelta.