El rigor en la escritura y la economía textual distinguen el estilo de Inés Arredondo (1928-1989). "Su nombre tendría que estar entre los grandes cuentistas", dice Geney Beltrán Félix, quien recopiló una selección de textos de la escritora sinaloense en el libro Estío y otros cuentos (Océano, 2017).
Vinculada a la Generación de Medio Siglo, junto a autores como Eduardo Lizalde, Juan García Ponce, Salvador Elizondo y Juan Vicente Melo, Inés Arredondo publicó sólo tres libros, el primero, a la edad de 37 años. La señal (1965), Río subterráneo (1979, Premio Xavier Villaurrutia) y Los espejos (1988).
Beltrán Félix fue cautivado en la adolescencia por la narrativa de Arredondo, cuando él vivía en Culiacán.
"Me impresionó mucho su obra, sobre todo la que tiene como escenario la geografía de Sinaloa o El dorado, esa pequeña localidad cercana a Culiacán, donde pasó parte de su infancia. Me llegó muy profundo. La releí hace algunos años y ese efecto se mantuvo, así que se me ocurrió realizar esta antología", explica. "La visión de la afectividad, de la travesía íntima de los personajes entre el amor, el desamor, los celos, la perversión, son asuntos universales que pueden atraer a lectores de cualquier perfil".
El libro, que incluye cuentos como el que le da título, La señal y Orfandad, ilustra la época en la que la mujer comenzó a tener mayor participación en la estructura social y económica de México, con historias de relaciones de pareja desiguales, o de vínculos amorosos que terminan catastróficamente. "Hay una visión de los lazos amorosos fracturados, como lo que ella misma vivió en su primer matrimonio (con el escritor Tomás Segovia) y de la dificultad de la mujer de expresar su deseo, pero es, sobre todo, la narrativa de una mujer sensible".