En el documental sobre su inédita inmersión marina, Deepsea Challenge 3D, James Cameron se pregunta: "¿Soy un cineasta que hace aparte trabajo de exploración o soy un explorador que hace cine aparte?". Ya han pasado cinco años desde el último largometraje de Cameron (Avatar), y desde entonces las prioridades del director más redituable de Hollywood han sido tan turbias como el mar profundo.
En todos esos años ha producido un montón de documentales sobre exploración marina y vida en los abismos del océano y su mayor proyecto no ha sido una película taquillera, sino construir un submarino capaz de llegar a grandes profundidades y pilotearlo a más de 10 kilómetros de profundidad en el abismo Challenger, la parte más profunda de la fosa de las Marianas.
"Hago que las películas de Hollywood paguen por la exploración", dijo Cameron en una entrevista telefónica reciente desde California. Definitivamente muchos aficionados al cine desean que el cineasta regrese a los platós. Y tras algunos retrasos, está en camino, terminando los guiones y el diseño las tres películas que continuarán la historia de Avatar.
Pero por ahora, estrenará el viernes una película en 3D para National Geographic que relata su inmersión de 2012 hacia el mundo desconocido, "la última gran frontera", como llama al océano. Para Cameron, la película es un testamento al espíritu de exploración, que siente que está decayendo en Estados Unidos.
El viaje de Cameron, a casi 11 kilómetros (7 millas) de profundidad fue el segundo con tripulantes humanos en llegar al fondo del abismo Challenger, el punto más profundo en el lecho marino. Tras la sumersión se identificaron 68 especies nuevas y todo fue registrado con cámaras 3D.
El codirector de Deepsea John Bruno tuvo que registrar todo en condiciones difíciles, coordinando cámaras 3D que requieren a dos operadores. "El mar no ha leído el guión así que no cooperará", dijo Cameron. "Y el submarino es un poco como una diva de películas, no siempre lo puedes tener en la cámara cuando quieres".