After Office

Jonrón culinario

La lesión en el hombro que le impidió convertirse en beisbolista profesional fue la clave para que el chef Masaharu Morimoto se inclinara por la cocina.

Por la mente del niño Masaharu Morimoto pasaban dos pensamientos recurrentes. Uno era convertirse en jugador profesional de beisbol, y el otro liderar una barra de sushi. Hoy, a sus 62 años, afirma que le faltó poco para consolidar el primero, pero con el segundo se despachó con la cuchara grande.

Impulsor de la cocina japonesa en el mundo, sus creaciones son sofisticadas y efímeras obras con mucho sabor, las cuales son admiradas e imitadas de Nueva York a Maui, pasando por Nueva Delhi, Waikiki y México. En total cuenta con 13 restaurantes alrededor del mundo, en los que armoniza sazón e ingredientes de oriente y occidente.

"La comida debe hacer feliz a la gente y trabajo para eso. No hay mejor satisfacción para un cocinero que conseguir un buen recuerdo", afirma el chef, quien conquistó una estrella Michelin con su sucursal de Tokio, Morimoto XEX.

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En su memoria han permanecido por años los buenos recuerdos en torno a la mesa. Cuando era pequeño, un par de ocasiones al año junto con sus padres y hermana tomaban el tren y llegaban a Tanakapara, una cafetería en la que compraban helados. Del otro lado de la estación había restaurantes, de los cuales elegían el de sushi, llamado Tanzaku.

MORIMOTO MEXICO CITY
Con la visita del chef inician los festejos con motivo del sexto aniversario.
Ubicación: Hotel Camino Real Polanco
Consumo promedio: 900 pesos por persona
Sugerencia: Omakase, 1,200 pesos
por persona

"Esos días éramos felices. Mi mamá le servía sake a mi papá y él le devolvía una sonrisa. El sushi estaba genial, me encantaba ver cómo los chefs hacían sus movimientos y se veían tan elegantes con su uniforme. Pero mi familia no tenía mucho dinero, había violencia doméstica y cada día algo de alcohol. Papá le pegaba a mamá y todo el tiempo estaba de mal humor", comenta.

El camino a elegir fue el de los fogones, después de que un hombro fracturado sepultó sus deseos de ser profesional del diamante. En la preparatoria jugaba como catcher, pero esa lesión le impidió formar parte del Hiroshima Toyo Carp, equipo profesional del Japón.
"Afortunadamente tenía otro sueño. Cuando renuncié al beisbol entré al mundo del sushi", comparte.

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El trabajo y la disciplina son parte de su ruta de ascenso. En su país natal aprendió la elegancia y la perfección de los buenos cortes de pescado. Alumno avanzado del chef Nobuyuki Matsuhisa, propietario del restaurante Nobu, en su cocina continuó fogueándose y después emprendió su propio vuelo.

La fama llegó con el programa de televisión Iron Chef, primero en Japón y después en la versión estadounidense. Desde entonces su carrera no ha parado. Cocina para presidentes y jefes de estado. Lo viste Ralph Lauren, y las aperturas de sus restaurantes son todo un acontecimiento. Le seduce la vanguardia. Contrató al diseñador Karim Rashid para inaugurar su local en Filadelfia, y al reconocido arquitecto Tadao Ando para que edificara el de Nueva York. El año pasado abrió un par de sucursales más, una en Disney World, en Florida, y otra en el hotel MGM, en Las Vegas.

"Me dedico a dirigir. Capacito a los chefs del mundo que se hacen cargo de mis restaurantes. Me divierto, sigo aprendiendo y viajo mucho", afirma.

Aunque pareciera que su vida es como la de un rockstar, sostiene que no hay nada más alejado de la realidad. "Sigo pasando horas en busca de la perfección, dentro de la cocina no hay glamur".

"Me encantaría ser como Snoop Dogg, Bruce Springsteen o Bon Jovi, ellos son estrellas. En lo único que nos parecemos es en que hacemos felices a la gente. Ellos con música, yo cocinando", refiere entre risas Masaharu Morimoto, quien cumplió sus sueños.

¿QUÉ HACE EL CHEF EN SU TIEMPO LIBRE?
Le gusta cantar karaoke, pero sólo canciones japonesas.
Ha publicado dos libros de cocina: Japanese Home Cooking y Morimoto: The new art of Japanese Cooking.
Tiene su propia línea de cervezas hechas en Oregon: soba ale, black obi soba ale e imperial pilsner.
En Kioto se produce el sake que lleva su nombre.

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