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La osadía de criticar a México como extranjero

"Humboldt, México para los mexicanos", la obra montada por la compañía TeatroSinParedes inicia temporada este viernes. En tono jocoso, la puesta en escena pone en evidencia la "dificultad" de los exámenes para la naturalización que aplica la SRE.

De acuerdo con la Constitución, a los extranjeros no les está permitido participar en ninguna acción política en México; así lo marca el artículo 33. Y aunque dar su opinión pueda resultar para algunos un acto de irreverencia, el director de escena francés, radicado en el país desde 2000, se arriesgó a hacerlo al montar Humboldt, México para los mexicanos, del dramaturgo chileno, naturalizado como local, Ernesto Anaya.

"En la obra nos otorgamos el derecho de opinar, porque amamos este país y, si uno ama, no se hace el ciego cuando la tierra alrededor se está pudriendo. Obviamente, nunca con la voluntad de faltarle al respeto a México, a los mexicanos. Es un espectáculo de profundo amor, pero el amor duele también", dice.

El viernes próximo, la compañía TeatroSinParedes inicia la segunda y última temporada de la obra, cuya trama se ubica en dos tiempos: el siglo XVII, cuando el científico alemán Alexander von Humboldt se convirtió en el primer naturalizado mexicano, y la actualidad, durante el proceso que viven seis extranjeros –que consiste básicamente en una prueba de historia- para obtener la nacionalidad.

Un alemán, un francés, una rumana, una chilena, un brasileño y una japonesa comparten con el público cómo es para cada uno vivir en México, convivir con su cultura y sus contradicciones.

La pieza hace referencia al país "despadrado" que describe Juan Rulfo en Pedro Páramo, a través del personaje de una japonesa que traduce la novela.

También señala cómo aquella primera carta de naturalización fue una forma de legitimar al explorador, quien compartió información confidencial (mapas, sobre todo) con el presidente Thomas Jefferson, lo que más tarde ayudó a la apropiación estadounidense de 30 por ciento del territorio mexicano.

"Humboldt dio una especie de acta de nacimiento oficial de México en Europa cuando escribió su Tratado sobre la Nueva España, y Rulfo, con Pedro Páramo, le dio un acta de nacimiento cultural, identitaria. Pocos han entendeido la complejidad de la cultura mexicana como lo ha hecho Rulfo con esa novela fantástica", considera David Psalmon, el director de la obra y de la compañía TeatroSinParedes.

El riesgo que toma con esta obra no es solamente por ser extranjero, advierte. "Hay una tremenda falta de irreverencia y de alteridad –y me incluyo- en el gremio teatral mexicano. Casi está prohibido el cuestionamiento a las vacas sagradas del teatro y entonces, ¿qué tipo de democracia estamos construyendo, cuando no tenemos derecho de expresar nuestras opiniones porque ciertas personas son consideradas intocables?".

En tono jocoso, la obra pone en evidencia la "dificultad" de los exámenes para la naturalización que aplica la Secretaría de Relaciones Exteriores, y tiene escenas delirantes con diálogos en sus idiomas originales. Usar la comedia para exponer temas serios.

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