Igual que la Antigua Grecia, México también tuvo a sus Siete Sabios. Vivieron en los albores del siglo XX y pertenecieron a la Generación de 1915. A 100 años de su surgimiento, pocos los recuerdan pese a que su legado es tan visible como invaluable: el Instituto Politécnico Nacional, el Banco de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia son algunas de sus obras fundacionales. Los historiadores Enrique Krauze y Álvaro Matute señalan la necesidad de recordar, pero sobre todo de retomar las ideas de aquellos intelectuales que, aseguran, construyeron el entramado institucional que hoy sostiene al país.
"La Generación de 1915 fue una élite intelectual, científica y humanista cuya vocación fue la de fundar y construir. A la pasmosa edad de 20 años ya eran adultos plenos. Se hicieron cargo de reconstruir un país en ruinas", afirma Krauze.
Octavio Paz escribió en El Laberinto de la Soledad que durante la Revolución no todos los jóvenes tuvieron la oportunidad de tomar un rifle; a algunos –como a los Siete Sabios– les tocó luchar desde la trinchera académica. Sus pensamientos fueron las balas constructoras de instituciones y colegios. Fueron el ejemplo, dice Matute, del intelectual consagrado al pueblo.
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Lo que definía a estos hombres era su actitud ante los problemas nacionales, sostiene Krauze. Su intelecto no se quedó en el terreno de las ideas: fue llevado a la práctica siempre con una visión humanística, misma que les fue heredada por el Ateneo de la Juventud, grupo surgido durante el Porfiriato e integrado por pensadores como Antonio Caso, Justo Sierra y Pedro Henríquez Ureña.
"Los Siete Sabios le dieron un saber técnico al quehacer republicano. Colaboraron con los hombres en el poder. Al primero que se acercaron fue a Venustiano Carranza. En 1915, los intelectuales no se enfrentaban a una burocracia tan engorrosa como la actual", comenta Matute.
Ambos historiadores aclaran que la Generación de 1915 no se puede reducir a Los Siete Sabios. También la integraron, entre otros, el historiador y economista Daniel Cosío Villegas, el abogado y político Narciso Bassols e Ignacio Chávez, médico fundador del Instituto Nacional de Cardiología que hoy lleva su nombre.
Las aportaciones de este grupo fueron fundamentales para el desarrollo académico del país. Una de ellas fue el Fondo de Cultura Económica, en 1934, a iniciativa de Cosío Villegas. Fue él quien invitó a Krauze a investigar más sobre Los Siete Sabios. El resultado: un libro titulado Caudillos culturales en la Revolución mexicana (1976), el último que se ha publicado al respecto.
A Matute le sorprende que la mayoría de la sociedad mexicana desconozca los logros de aquella generación, que su trayectoria no esté incluida en los libros de texto de educación básica. Además –señala– muchos historiadores han preferido ignorar el tema.
"Los que más atención han recibido son Manuel Gómez Morín y Vicente Lombardo Toledano. Sobre los demás, poco o nada se ha escrito. Creo que dos figuras reclaman especial atención: Antonio Castro Leal y Alfonso Caso, ex rectores de la UNAM que fueron esenciales para la autonomía universitaria y la Ley Orgánica vigente. Por desgracia, los universitarios no tienen idea de quiénes fueron", lamenta Matute.
Paz decía que los intelectuales de 1915 estaban tan comprometidos con los proyectos nacionales, que muchos de ellos sacrificaron su obra personal a cambio del bien común. Para Krauze, ésa es una de las tareas elementales del intelectual.
"El verdadero valor de una obra está en el reconocimiento público independiente, no en los puntos del Sistema Nacional de Investigadores. Los grandes humanistas de este país crearon, al margen de las instituciones académicas, una cultura libre dirigida al pueblo", indica.
Los entrevistados coinciden en que Gómez Morín y Lombardo Toledano fueron medulares para la conformación de la oposición política. El primero fue fundador del PAN, y el segundo, un personaje muy cercano al Partido Comunista y fundador del Partido Popular Socialista. Fueron ellos –dice Matute– quienes institucionalizaron la resistencia.
"Gómez Morín es uno de los grandes demócratas de nuestra historia; el PAN debería instaurar un seminario para debatir y analizar su obra. Lombardo también es central para comprender al Estado corporativo mexicano", señala Krauze.
Hoy más que nunca –afirma Matute– es necesario que los intelectuales mexicanos retomen los ideales de la Generación de 1915 y se vuelquen en favor de la sociedad. Sin embargo, esa tarea concierne también a las nuevas generaciones, dice Krauze. "Los jóvenes deben instrumentar soluciones para los grandes problemas nacionales; no tienen otra opción. Si se sienten únicamente inquilinos de México, el país no tiene futuro. Sigo esperando una generación constructora como la de 1915. Los millenials han vivido estos tiempos con preocupación y angustia, pero sin proyecto. Ojalá algún joven acierte a ver, como Gómez Morín, el significado histórico de su tiempo".
LOS SIETE SABIOS SON:
(Todos fueron alumnos en la Escuela Nacional de Jurisprudencia)
- Rector de la Universidad Nacional de México (1928-1929)
- Impulsor de la autonomía universitaria
Alberto Vásquez del Mercado (1893, Guerrero)
- Secretario de Gobierno del DF (1920-1922)
- Magistrado de la Suprema Corte de Justicia la Nación.
- Consejero del Banco Central
- Gobernador de Puebla (1923)
- Presidente y fundador del Partido Popular Socialista (1948-1968)
- Candidato presidencial del PPS (1952)
- Secretario general de la CTM
- Secretario de gobierno de Guerrero
- Diputado federal
- Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (1941-1956)
Alfonso Caso (1896, DF)
- Fundador de El Colegio Nacional (1943)
- Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (1944-1945)
- Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (1939-1944)
Manuel Gómez Morín (1897, Chihuahua)
- Fundador del Partido Acción Nacional (PAN)
- Presidente del PAN (1929-1949)
- Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (1933-1934)
- Fundador del Banco Central
- Miembro del Partido Nacional Cooperatista