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Padilla o el toro de la vida

Ese ambiente de alegría en La México se multiplicó sin reserva gracias a la actuación de Juan José Padilla, que revolucionó el cotarro con un interesantísimo sentido del espectáculo que desembocó en el indulto de "Sonajero", un toro noble y con clase de Villa Carmela que fue muy definido en su comportamiento.

El ambiente festivo que reinaba en la plaza desde el comienzo de la corrida pudo haberse debido a un factor interesante: el hecho de que el puente vacacional concitó aficionados y espectadores que venían de provincia a disfrutar una corrida en La México.

Y ese ambiente de alegría se multiplicó sin reserva gracias a la actuación de Juan José Padilla, que revolucionó el cotarro con un interesantísimo sentido del espectáculo que desembocó en el indulto de "Sonajero", un toro noble y con clase de Villa Carmela que fue muy definido en su comportamiento.

Así que al final de la eufórica jornada, la gente salió toreando de la plaza, se llevó a Padilla a hombros en medio de un jolgorio monumental, con gritos de "¡torero, torero!", y todos felices y contentos en este "Buen Fin" con sabor taurino. ¿Acaso el toreo no es también una diversión?

Aquí no podemos decirle a la gente que va a una plaza de toros qué hacer, pues sería un craso error. Hay que invitarla a que venga, conozca, disfrute, se emocione, aplauda, chille, ligue, beba, goce, se aburra o lance gritos ingeniosos, trillados, chuflas o groseros, pero que asista, que acuda a "vivenciar" este rito en el que un hombre enfrenta a un toro y le da muerte con una espada para cantar a la vida.

Que si la corrida terminó en plan triunfalista; que si el toro no era de indulto; que si Padilla por momentos toreó más a la galería… son meras opiniones que encienden la polémica, la llama más importante que tiene la Fiesta. Porque los toreros son como mercaderes que salen a vender sus mercancías, y siempre hay clientes potenciales que están ávidos de comprar, como ahora con esta argucia mercadotécnica del mentado "Buen Fin", en el que hay que ufanarse de planchar la tarjeta de crédito, y presumirlo, que para eso se hizo.

De tal forma que esa felicidad colectiva al salir de la plaza es algo "que-no- tiene-precio", siempre y cuando sea el gancho para que el público se entusiasme y vuelva a comprar un boleto de toros, que no es otra cosa que ir a comprar un billete de lotería cargado de emociones. Y hoy toco el gordo de la lotería. Presenciar el indulto de un toro en La México. Así que, dicho en retórica maquiavélica: "el fin justifica los medios".


FICHA
México, D.F.- Plaza México. Cuarta corrida de la Temporada Grande. Más de un cuarto de entrada (unas 13 mil personas) en tarde fresca, con algunas ráfagas de viento. Siete toros de Villa Carmela, disparejos en presentación (el 2o. protestado), y desiguales en hechuras y juego, de los que destacó el 3o. por su transmisión y el 7o. por su clase, mismo que fue indultado. Pesos: 527, 510, 505, 482, 489, 493 y 480 kilos. Juan José Padilla (fucsia y azabache): Palmas, palmas tras aviso e indulto en el de regalo. Fermín Rivera (verde olivo y oro): Oreja y silencio. José Mauricio (teja y oro): Oreja con protestas y ovación tras ligera petición. Incidencias: El toro indultado se llama "Sonajero", número 214, negro listón, con 480 kilos de peso. Destacaron en banderillas Sergio González y Felipe Kinston, que parearon con eficacia. Daniel Duarte, de la cuadrilla de Padilla, lidió con temple. Al final del festejo, Padilla salió a hombros con el ganadero Alejandro Arena Torres Landa.

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http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=20973

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