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Pedro Infante: ¿Un ídolo machista?

La figura de Pedro Infante, esencial en el México del siglo XX, es sometida a la prueba del ácido en días en los que la igualdad entre ellas y ellos domina la discusión pública nacional.

"Hoy Pedro Infante sería una bestia terrible".

La frase que lanza el crítico de cine Rafael Aviña en entrevista con El Financiero lapida al Ídolo Inmortal a un siglo de su nacimiento, que se celebra este sábado.

¿Acaso Pedrito el simpático, el sencillote, el francote —así lo llamó Carlos Monsiváis— fue un macho disfrazado de querendón?
Según el director José Buil fue un promotor de las convenciones que conforman la idiosincrasia del machismo. No es casual, dice, que sus personajes siempre resuelvan sus problemas amorosos mediante borracheras, rabietas o melodramáticas escenas de perdón a la madre o la abuela abnegada.

En casi toda su filmografía, observa, hay tics que promueven el machismo, aunque aclara que no se puede culpar de todo ello al originario de Guamúchil, pues las historias fueron concebidas por directores, guionistas y productores que, a su vez, fueron el reflejo de un México con condiciones culturales muy distintas a las de la actualidad, en las que los feminicidios y los debates sobre la equidad de género forman parte de la agenda pública nacional.

Dijo Ortega y Gasset que al hombre lo determina su circunstancia y Pedro no fue la excepción. Resulta imposible entenderlo sin tomar en cuenta el contexto en el que se desenvolvió, asegura el investigador de la Cineteca Nacional, José Antonio Valdés Peña.

"La Segunda Guerra Mundial, la urbanización del país y la memoria fresca de la Revolución son factores fundamentales para entender cómo funcionaba el ideario masculino en la Época de Oro del cine mexicano. En la década de 1940, la nación estaba ansiosa por el nacimiento de un Hombre Nuevo. Y ese hombre fue encarnado por Pedro Infante: el héroe de barrio, pícaro y querendón, pero que sacrifica todo por su familia; el hombre trabajador que prospera y que, aun en la cima, no se olvida de sus raíces populares", apunta.

En su última entrevista —realizada por el periodista Armando del Moral en el Teatro Million Dollar de Los Ángeles, en septiembre de 1955— habló como si fuera cualquiera de sus personajes, boxeador o carpintero.

No es casual, dice, que sus personajes siempre resuelvan sus problemas amorosos mediante borracheras


Pedro era un mil amores que hoy podría ser señalado como mujeriego misógino, coinciden los entrevistados. Según cuenta Carlos Monsiváis en su libro Pedro Infante. Las leyes del querer (2008), las últimas palabras que registró la caja negra de la avioneta en que murió fueron dirigidas a un mecánico del que se había hecho amigo, y a quien le regaló una playera con estampado de caracoles: "Ten, para que eches tipo con las muchachas".

El actor sinaloense perteneció, señala Valdés Peña, a esa cultura machista que fomenta el derecho a relacionarse sentimentalmente con varias mujeres, sin importar el compromiso. Sin embargo, observa, también poseía características loables: padre trabajador, amigo leal, hijo respetuoso, nieto cariñoso y esposo sacrificado. Eso sí, aclara: nunca abandonó ese lado salvaje y querendón que, aunque en las películas parecen actitudes simpáticas, en el terreno de las relaciones humanas resultan inaceptables.

En la Época de Oro, señala Aviña, surge la conformación de matriarcados, como el que ejerce Doña Luisa (Sara García) sobre Luis Antonio (Pedro Infante), José Luis (Abel Salazar) y Luis Manuel (Víctor Manuel Mendoza) en Los Tres García, estrenada en 1946 y dirigida por Ismael Rodríguez, quien, por cierto, adaptó los personajes a Pedro, y no al revés, como suele suceder en la industria, según se revela en el libro Memorias. Ismael Rodríguez (2014).

Como sus personajes, Infante es un mito genial fuera de la pantalla. "Es el hombre que surge de la nada y que se hace a sí mismo", afirma Valdés. "Una vez que consiguió fama y fortuna no se olvidó de la gente. Fue una persona benefactora que cortaba el pelo o cocinaba a quien lo visitara en su casa de Cuajimalpa. Representó el ideal mexicano de construirnos a nosotros mismos, algo que nos sigue atrayendo y que se vuelve cada vez más difícil de lograr".

Aviña no lo considera una figura machista. A 100 años de su natalicio, él cree lo contrario: lo que esconde Pedro Infante a través de la máscara del macho es, justamente, la debilidad masculina. Por esta razón, asegura, sigue siendo el gran galán del cine mexicano.

"Porque si vemos a otras figuras como Arturo de Córdova o Jorge Negrete, nos daremos cuenta que sus personajes no expresan sentimientos. Pedro, en cambio, llora. Y llora mucho. Eso no sucedía en las películas mexicanas. El mérito no sólo es de Infante, sino de los realizadores y guionistas que supieron captar la esencia de Pedro, el macho capaz de conmoverse ante la tragedia".

No olvidemos que, en la Época de Oro,
las mujeres son las que muchas veces inculcan las actitudes machistas


¿MACHO REPRIMIDO?
"En la cinta (A.T.M. ¡A toda máquina!), Pedro es como en la vida misma, un tipo simpático juguetón, mujeriego, atrevido y noble, pero tremendamente machista hasta rozar la misoginia, además de tragón".
Lo anterior corresponde a Pedro Infante: se sufre, pero se aprende.

Luces y sombras de un mito (2017), el más reciente libro que se ha publicado sobre el ídolo, escrito por el investigador español Francisco Javier Millán Agudo. Él asegura que hay quienes han querido ver en la exageración de la masculinidad de los protagonistas de esta película (Pedro Infante y Luis Aguilar) una burla a la exaltación del machismo, pero lo cierto, aclara, es que el discurso final adquiere un tono misógino, al presentar a las mujeres como causa y origen de todos los males del hombre.

"Lo que hace la película es explorar, desde el subconsciente de la masculinidad del macho rural emigrado a la ciudad, la homosocialidad; es decir, la preferencia del hombre de relacionarse con personas de su mismo sexo, sin que ello suponga necesariamente una relación de tipo sexual", destaca.

Hoy Pedro Infante sería una bestia
terrible


"Las dos entregas de A.T.M. nos hablan de la perdurabilidad del macho rural más allá del cine de rancheras, puesto que los protagonistas son como dos charros que sustituyen sus caballos por motocicletas y sus inmensos sombrerotes por gorras de plato de la policía".

El machismo, sin embargo, sigue siendo igual de lacerante que antes, asegura José Buil. Actualmente, dice, hay muchos hombres que creen que por estar enamorados de una muchacha tienen derecho a golpearla, matarla y destazarla. Por eso propone realizar una revisión crítica de la mitología del cine mexicano y, sobre todo, de la figura de Pedro Infante, "a la luz de todo el decadente machismo mexicano que hoy es parte sustantiva de la ola de feminicidios que asolan al país". Sin embargo, aclara, el cine no creó los comportamientos agresivos, estos ya habían sido construidos desde mucho tiempo atrás.

"No olvidemos que, en la Época de Oro, las mujeres son las que muchas veces inculcan las actitudes machistas en los hombres. Podemos observarlo en Los Tres García, en la que la abuela fomenta sus vicios de carácter en sus nietos.

Sin embargo, no podemos analizar a Pedro desde una perspectiva de género. Su riqueza es mucha como para convertirlo en un arquetipo del machismo", acota Valdés Peña. No vivió 100 años, pero —macho o no—, el pueblo sigue pensándolo, pronunciándolo, cantándolo y, quizás, hasta queriéndolo.

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