El Nican Mopohua es un relato atribuido al indígena noble Antonio Valeriano que narra su visión de las apariciones de la virgen de Guadalupe en el Tepeyac. A las múltiples ediciones que existen, se agrega una publicación independiente, a cargo de la investigadora Carla Zarebska, también autora del libro Guadalupe (2003).
A 486 años de la revelación a Juan Diego, sale este volumen, que incluye un prólogo de los ancianos de tradición Atyolotzin y Nezahualpilli, miembros del Consejo de Ancianos del Valle de Anáhuac y Guardianes de su Puerta Norte. El año entrante, se editará una versión de bolsillo.
"Siento algunos términos despectivos hacia Juan Diego, como ´pobrecillo´, pero el mensaje que entrega a Juan Diego Kuauhtlatoatzin, que en la tradición oral es conocido como el último Tlatoani, viene a completar lo dicho por Cuauhtémoc cuando cayó la gran Tenochtitlán, quien dio la consigna de que todo el conocimiento se guardara, para esperar el nacimiento del nuevo sol y se manifestara nuevamente la grandeza de Tenochtitlán", explica el abuelo Nezahualpilli.
Por su parte, Atyolotzin advierte que su intención al prologar esta edición es dignificar nuestras raíces. "No estamos haciendo nada que sea incorrecto en cuanto a trasgredir lo sagrado de la madre, ni de san Juan Diego, que para nosotros la voz del consejo, porque el verdadero maestro es humilde. Nuestra misión es recordarle a nuestro pueblo que no somos el pueblo humillado, pisoteado, que se merece todos los ultrajes que estamos viviendo. Somos dignos hijos del sol, de dios padre, hijo y espíritu santo, y de la madre. No debemos seguir sintiéndonos el inmerecedor, el invadido; no, fuimos los que resistimos".
La abuela señala que la guadalupana se manifestó en una montaña y al pedir que se cree un nuevo templo, se refiere a la mística indígena. "Es la misma montaña que nuestros ancestros pedían que camináramos: es decir, transitar nuestro propio interno y hacer la conexión con lo sagrado, lo mismo que pide Cristo".
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