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La vuelta al mundo en tragos de cerveza

Con más de 4 mil años de historia, el popular fermento traza nuevos mapas culturales en la era global. La globalización ha hecho posible que los estilos cerveceros se elaboren en casi todos los países del mundo. 

El nacionalismo cervecero ha caducado. Hoy una stout –la icónica variedad londinense– puede beberse en países de Asia, en México o Estados Unidos. La globalización ha motivado el desarrollo de creaciones regionales y al mismo tiempo ha hecho del consumo de este "pan líquido" una experiencia más plural. Hoy existen tantas cervezas como culturas en el mundo, afirma el francés Bastien Callens, dueño de La Belga, una de las primeras tiendas que ofrecieron marcas extranjeras en el DF.

"La cerveza es una bebida universal que se va culturizando con elementos regionales al paso del tiempo", sostiene Callens. Ejemplo de ello es el auge de las versiones artesanales que circulan en países que no son tan cerveceros, como Japón o China, cuya ubicación en el mapa es poco privilegiada para el cultivo de la cebada. "En el norte de Europa se localiza el cinturón de la cerveza porque los climas fríos permiten el desarrollo de este cereal. En cambio, en las regiones del sur, se acostumbra más beber vino, pues la uva se da en temperaturas más cálidas", explica.

Se trata de una bebida con más de 4 mil años de antigüedad. Aunque no hay registros precisos, se cree que los sumerios fueron los primeros en producirla, escribe Solomon Katz en Pan y cerveza: el temprano uso de los cereales. En Mesopotamia existían hasta 20 formas de prepararla. De acuerdo con su mitología, los dioses la bebían en banquetes e incluso había una deidad dedicada a ella: Ninkasi, La señora que llena la boca. Durante el Imperio Romano, el consumo de este fermentado entró en declive y fue desplazado a las clases populares. "Se creía que era una bebida de bárbaros", indica Callens. Plinio el Viejo, escritor y científico romano, solía decir que era "un despreciable vino de cebada".

“Hay historiadores que aseguran que, entre otras cosas, comenzamos a civilizarnos por la elaboración del pan y la cerveza”, asegura Callens, para quien la diversidad de estilos cerveceros puede ser vista como un espejo cultural de las distintas sociedades del mundo. “Hay cervezas que históricamente dicen mucho, pues fueron creadas para un fin determinado que va más allá de la embriaguez”.

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ALEMANIA

En la Antigüedad, los pueblos germanos del norte celebraban sus triunfos y batallas bebiendo cerveza, cuya elaboración se realizaba de manera casera y artesanal, afirma el sommelier español Pascual Ibáñez en su Guía de la cerveza en México.

El estilo altbier es uno de los más tradicionales del Norte y precursor de las lager actuales. Su nombre refiere a la antigua tradición fermentativa del país. También están las cervezas tradicionales de la ciudad industrial de Dortmund, que son más frescas y ligeras para los obreros que salen de las fábricas. En Múnich, por el contrario, ciudad cosmopolita y financiera, los sabores son dulzones y refinados, ideales para el maridaje del primer mundo.

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ESTADOS UNIDOS

Padre del libre mercado (según Vicente Verdú), este país tiene el mayor número de microcervecerías en todo el mundo. Y también el mercado mejor regulado para evitar controles monopólicos, señala Callens. Aquí están arraigadas las cervezas amargas, extremas, con grandes cantidades de lúpulo. Las pale ale son las más famosas por herencia histórica británica.

"Estados Unidos es un país que experimenta mucho y que busca hacer las cervezas más extremas, quizás para desmarcarse de los estilos industriales", asevera. 


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INGLATERRA

Muchos sommeliers consideran que las mejores stout se elaboran aquí. La costumbre inglesa por maridar todo es la razón de su popularidad, al menos en Londres. La Indian Pale Ale (IPA) es otra cerveza popular y de alto contenido alcohólico; fue creada para que los ingleses resistieran las largas travesías marítimas de Gran Bretaña hacia sus colonias asiáticas.  

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BÉLGICA

Callens sostiene que éste es el país que produce las mejores cervezas. Famoso por sus "densos estilos" que datan de los monasterios de la Edad Media (como Chimay), Bélgica es un país productor de cervezas de abadía, las cuales forman parte de su dieta diaria. 

El estilo trapense o de abadía surge aquí. Su carácter puede variar dependiendo el monasterio, aunque su estructura siempre es compleja. Los monjes suelen beber las de menor contenido alcohólico.  

De hecho, fue en los monasterios del Medievo donde se perfeccionó la técnica para elaborar cerveza. El monje benedictino Arnoldo incluso se ganó el nombramiento de santo patrono del gremio por sus innovadoras contribuciones en el siglo XI. 

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REPÚBLICA CHECA

Ostenta ser el mayor consumidor en el mundo: 157 litros por persona al año. La cerveza es la base de su turismo cultural. En una de sus ciudades, Pilsen, se inventó el popular estilo pilsener, en 1842. Según Ibáñez, este tipo de cerveza es el que más se consume en el mundo actualmente. 

Los hoteles más codiciados de esta urbe no tienen vista a las montañas, sino a la enorme fábrica cervecera Pilsner Urquell, rodeada de ruinas de tiempos comunistas.

En la ciudad se encuentra también el Museo de la Cerveza, una construcción que data del siglo XV y cuyos túneles conectan a varias tabernas. 

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MÉXICO

El mexicano sólo bebe cervezas tipo lager por falta de cultura cervecera y escasez de oferta. Sin embargo, en los últimos ocho años ha habido un boom de productos artesanales, que van desde mezclas con chipotle hasta flor de jamaica y horchata, dice Callens.

La primera cervecería fue construida en 1544, en Amecameca. Ya más entrada la época novohispana, en 1802, El Barón de Humboldt registró el ingreso al puerto de Veracruz de 71,806 botellas de cerveza. 

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JAPÓN

El método para crear alcohol a partir de un cereal es muy antiguo en esta civilización. El sake, la bebida tradicional por excelencia, está elaborado a base de arroz; sin embargo, por su método de elaboración existe un debate sobre si puede ser considerado una cerveza. 
"Podríamos decir que sí lo es", considera Callens.

Aunque su mercado no es tan conocido como el de otros países, Japón posee su marca Sapporo, una cerveza (de cebada) de tonos lácteos y ligero amargor, muy ad hoc con la gastronomía nipona, según Ibáñez.

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