A 9 años de la cancelación del show programado en el Foro Sol de la Ciudad de México, The Who se presentó la noche de ayer en el Palacio de los Deportes, que albergó a aproximadamente 17 mil espectadores que acudieron a esta cita largamente postergada.
Tras un set de apertura a cargo de Simon Townshend, cerca de las 22:00 las luces se apagaron para recibir a la otrora banda más ruidosa del mundo; desde las primeras notas de Can't Explain, la energía explotó. Como era de esperarse, el viaje nos condujo a un recorrido de casi dos horas por los poco más de 50 años de vida de la banda, a través de sus clásicos como Who Are You, I Can See For Miles, My Generation, Pinball Wizard, Won't Get Fooled Again y Baba O'Riley, entre otras, más algunas rolas favoritas como Substitute, Behind Blue Eyes y el tema más "nuevo" del repertorio, Eminence Front, incluido en su poco reconocido disco de 1982, It's Hard.
Los grandes méritos de Pete Townshend y Roger Daltrey, fundadores de la banda, han sido el poder superar las muertes de Keith Moon y John Entwistle, que formaron una de las bases rítmicas más potentes de la historia del rock y encontrar a un par de músicos que los han suplido de manera extraordinaria y que han sido parte del grupo desde 2002: el baterista Zack Starkey (hijo de Ringo Starr) y el bajista Pino Palladino, quienes junto al mencionado Simon Townshend, Loren Gold, John Corey y Frank Simes forman una alineación de primer nivel que mantienen a The Who como una de las mejores bandas en vivo de todos los tiempos.
No deja de sorprender el trabajo vocal y la presencia escénica de Daltrey, quien a los 72 años se mantiene en excelente forma; como en los viejos tiempos, puso constantemente a girar por los aires su micrófono. Aunque la altura de la ciudad y el smog le pasaron factura, el cantante superó los problemas gracias al set list que está diseñado para darle algunos momentos de reposo, con Pete Townshend tomando ocasionalmente la voz principal y con la interpretación de The Rock, tema instrumental del álbum Quadrophenia.
Por su parte, Townshend, de 71 años, no ha encontrado otra forma de tocar: su gran entusiasmo, su extraordinaria técnica y su estilo molino de viento arrancaron las ovaciones constantemente; con él, queda claro que no es necesario ser un virtuoso para decir tantas cosas con el instrumento. Y sí, tuvo la energía para dar algunos saltos. Además, fue el guitarrista y principal compositor de la banda quien se mantuvo en contacto con el público.
Ellos no murieron antes de ponerse viejos, por el contrario, han mantenido intacto su espíritu rockero; el compromiso de ambos veteranos con la música y con sus fans sigue vigente. Ellos no son dos aburridas estrellas del rock que se presentan a cumplir con el compromiso para llevarse muchos dólares a casa, no. La entrega y la pasión que los han distinguido a lo largo de su carrera estuvo presente en el Palacio de los Deportes y la gente les correspondió reaccionando a cada movimiento sobre el escenario.
Por otro lado, la producción fue sencilla: luces de colores y tres grandes pantallas en las que se proyectaron escenas de archivo de la banda durante casi todo el espectáculo fue todo lo que necesitaron para redondear esta inolvidable noche de alegría y de nostalgia. Como suele suceder en estos conciertos, se podían ver personas de todas las edades cantando, bailando y derramando alguna lágrima.
Lo ocurrido ayer en el Palacio de los Deportes ha sido único. Hemos sido testigos de una de las demostraciones de honestidad, energía y entrega más grandes que se hayan visto en los escenarios de México.
The Who sigue vivo y ha pagado su deuda al público mexicano. The Who, estamos a mano.