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Vino rosado, complejo y versátil

Aunque su consumo en México es muy poco, en gran medida por la falta de producción, el vino rosado siempre queda bien con todo.

Por su estructura, sabor y poco tanino, el vino rosado es compañero ideal de múltiples alimentos. Pese a que en Europa es valorado y tiene un alto consumo, el mercado mexicano no ha sucumbido ante él.

Debido a su frescura y acidez debería ser invitado infaltable en los días calurosos que se avecinan. Detrás de su elaboración hay complejidad. Hacer un buen rosado no es fácil, como lo explica Marcos Flores, presidente de la Asociación de Sommeliers Mexicanos.

"A veces se le considera como un mal tinto o blanco corpulento y no hay una concepción clara. Son vinos muy equilibrados; es más difícil hacer un rosado que un tinto, porque se deben conjuntar adecuadamente los taninos y la acidez".

El proceso de elaboración de un rosado es muy similar al de un blanco, con la diferencia de que se usa uva roja. También se llegan a revolver variedades de vides, pero es mucho más valorado el sabor de los que sólo se producen con uvas tintas y maceraciones cortas. El método más común es el del sangrado.

"Es importante que se capture el sabor de las diferentes variedades de uva con las que se elabore, sin exceso de extracción, ahí radica su complejidad", añade el experto.

Por su versatilidad, en Francia es el vino que más se consume. En Estados Unidos su preferencia va a la alza. De un par de años a la fecha en Argentina y Chile también ha despuntado; en México pasa casi inadvertido.

"Estamos en vías de desarrollar ese gusto, pero su consumo es muy poco en referencia a las demás opciones. Además su producción es menor. Las casas grandes como L. A. Cetto o Casa Madero sacan pocas botellas. No hay tanta variedad de nacionales rosados", agrega Flores.

Rico en aromas frutales y con fuerte presencia aromática, por sus características es ideal para beberse como aperitivo. Le van bien los platillos de estructura media. También las entradas y las combinaciones con jitomate. Es ideal para ceviches, almejas y cocina de mar, sus toques cítricos compensan la salinidad de los pescados.

Si se disfruta con un un buen corte de carne potencia los sabores, porque su estructura es fuerte y definida. Algo similar pasa con los postres. Los rosados maridan a la perfección con los frutos rojos o la vainilla.

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