El flechazo amoroso, como todos los fenómenos de la mente, se representa en el ser humano a través de cambios cognitivos, afectivos o motivacionales, así como vegetativos o del cuerpo.
A nivel cognitivo, en el enamorado se advierten cambios como la «focalización de la atención» en la persona del amado y la desatención de otros intereses que se tenían con anterioridad. Para el filósofo Ortega y Gasset, el amor-pasión es una suerte de estrechez de la atención que da al que la padece un aire especial de embobado y sonámbulo.
En la memoria se registran de modo priorizado e indeleble los detalles más minúsculos de la historia del romance. La fantasía se exalta y toma como tema reiterativo las ensoñaciones con escenas que protagonizan los amantes. La idea del objeto de amor se convierte en un pensamiento fijo parecido a las obsesiones y a los delirios y todo lo que sucede se relaciona con la idea del amado.
«Estar o no estar contigo es la medida de mi tiempo» —Jorge Luis Borges
A nivel afectivo, el corazón del enamorado responde a la presencia del objeto amado con emociones como entusiasmo, jovialidad y erotismo ardiente; y por el contrario, los desaires, la ausencia o la pérdida del amante suscitan afectos como angustia, melancolía o ira, que pueden llegar a ser enfermizos.
El enamoramiento resulta lo opuesto a la tranquilidad y representa un estado mantenido de emociones excesivas que varían del placer a la zozobra y del éxtasis al tormento. Según Edmund Bergler el enamoramiento tiene ocho características:
1. El sentimiento de felicidad
2. La tendencia al autosuplicio
3. La sobrevaloración del amado
4. La subestimación de la realidad
5. La exclusividad de una sola pareja
6. La dependencia del amado
7. La conducta sentimental
8. El predominio de la fantasía
La pasión resulta ingobernable para la voluntad, y nadie puede enamorarse o desenamorarse porque lo desee. Si uno no quiere apasionarse lo único que puede hacer —según los expertos— es evitar a la persona que nos atrae, y algunos proponen como remedio heroico hacernos odiosos a ella, antes de perder el control de nuestros sentimientos.
Y a todo esto, ¿se puede morir de amor?
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