Un mohel —judío especialista en circuncisiones— está a punto de jubilarse. A lo largo de su carrera ha guardado todos los prepucios que ha cortado y, como ahora quiere hacerse un recuerdito de su trayectoria, los lleva con un talabartero. Una semana después el mohel regresa y el talabartero le entrega una cartera. «¡Oy! ¡Con toda esa piel y sólo me pudiste hacer una cartera!» —exclama el mohel—. El talabartero le responde: «Sí, pero si la frotas… ¡se convierte en maleta!».
Como la cartera del chiste anterior, el tema de la circuncisión parece, en un principio, algo meramente técnico, sin mucha importancia. Pero en realidad esta práctica milenaria está cargada de significados, con cuestionamientos y opiniones contradictorias que continúan aún en nuestros días.
Lo primero que llama la atención sobre este tema es: ¿cuál es el afán de cortar algo con lo que se nace? Es decir, no es común pensar que sería una buena idea cortarle a alguien un pedazo de oreja, o un cachito de pierna, al fin que tenemos dos. «Eso es diferente —podría decir alguien— porque el prepucio no sirve para nada». Y, en efecto, ¿por qué los hombres nacen con prepucio?
Existe la teoría de que la principal función del prepucio era proteger la cabeza del pene de la hierba alta y los arbustos, en las épocas prehistóricas, cuando los humanos no usaban ropa. Además, tener constantemente la punta lubricada les facilitaba una rápida penetración en la mujer, en tiempos en que los preámbulos sexuales y el coito eran una desventaja para la supervivencia, debido al peligro ante depredadores y ataques de tribus enemigas.
A medida que pasaron los siglos, el uso de ropa y el control del comportamiento sexual hicieron que el prepucio fuera visto como un repliegue redundante, sin utilidad, e incluso fuente de problemas.
¿En qué consiste?
La circuncisión es una intervención quirúrgica sencilla por medio de la cual se corta el prepucio, que es la piel que recubre el glande —es decir, la punta o cabeza del pene—. Como resultado, el glande se deja al descubierto de forma permanente. La mayoría de las veces, se hace con anestesia local. A veces, por diversas razones, se prefiere usar anestesia general. Si se hace con anestesia local, el procedimiento es de carácter ambulatorio, se realiza en un consultorio médico y no requiere hospitalización.
En algunos casos, la circuncisión sólo considera el corte del prepucio. Sin embargo, en otras ocasiones también es necesario cortar el frenillo, que es la banda de tejido que sujeta al prepucio, por debajo del glande. Este corte evita el problema de la curvatura del pene hacia abajo, producida por la presión del frenillo que genera un doblamiento en el pene en erección.
En tiempos antiguos
La historia de la circuncisión tiene su origen en los albores de la civilización. Según un bajorrelieve sobre el sarcófago de Ankh-ma-Hor, en Saqqara, parece que fueron los egipcios los primeros en retirar el prepucio. Se ha sugerido que los egipcios realizaban la circuncisión masculina como un ritual previo al ingreso al sacerdocio. Lo que se comenta con menos frecuencia es el hecho de que, en esta misma ilustración, lejos de participar voluntariamente, al menos a uno de los hombres se le somete por la fuerza.
Sin embargo, quienes realmente hicieron de esta práctica su signo característico fue, por supuesto, el pueblo judío. Esclavos de los egipcios durante varios siglos, los hebreos adquirieron esta práctica de su estadía en el norte de África. En el capítulo 17 del Génesis, Dios revela a Abraham: «Circuncisarán la carne de vuestro prepucio y ésta será la señal del pacto entre ustedes y Yo, y en el curso de todas vuestras generaciones, ustedes realizarán la circuncisión en cada varón a la edad de ocho días».
La circuncisión judía, llamada berith milah —alianza de la palabra— es uno de los rituales principales del judaísmo. Es la señal que identifica el pacto que realizó Dios con Abraham y su descendencia al ser el «pueblo elegido». Tiene tanta importancia que aún se recuerda el día que Abraham fue circuncidado, a los 99 años, junto con su hijo Ismael y 318 hombres de su clan. Ese día, llamado Yom Kipuro Día del Perdón, es simplemente el día más santo y solemne de todo el año.
Según la tradición, la circuncisión tenía el objetivo de consagrar desde el nacimiento la vida de cada hombre al Señor y, por supuesto, recordarle este pacto cada día. Maimónides, filósofo judío del Renacimiento, opinaba que también tenía el objetivo secundario de recordarle a cada hombre que la existencia consagrada a Dios debía realizarse día a día afirmando la supremacía del espíritu sobre los instintos y placeres de los sentidos. Según dice, éste es el único medio para llegar a la perfección espiritual y material, condición indispensable para poder estudiar y comprender la Torá.
La circuncisión ritual se realiza por la mañana, generalmente en casa, por un mohel u otro varón calificado. Si se lleva a cabo en la sinagoga, el padrino mantiene al niño sentado sobre la silla del profeta Elías, llamado «el ángel de la Alianza». Es un acto eminentemente religioso que comprende dos bendiciones, y es en esta ceremonia en la que también se le da nombre al niño.
Pero la circuncisión no desapareció repentinamente con el surgimiento del cristianismo. De hecho, como los primeros cristianos eran de origen judío, la circuncisión siguió siendo parte del ritual religioso por un tiempo. Fue hasta el año 50 aproximadamente que Pablo de Tarso declaró en su Carta a los Gálatas —parte del Nuevo Testamento— que la circuncisión no era necesaria para ser cristiano. De hecho, se consideraba que podría constituir un obstáculo para la conversión masiva a la cristiandad.
En Arabia, la circuncisión precedió al Islam. Uno de los requerimientos de naturaleza religiosa era la circuncisión. Ésta es mencionada en la poesía preislámica y en el Hadith, la palabra del profeta Mahoma. Cabe destacar, sin embargo, que en el Islam la circuncisión no es ordenada por el Corán. Asimismo, la circuncisión no es una práctica únicamente circunscrita al mundo occidental: para la mayoría de las tribus africanas, la circuncisión es una ceremonia de iniciación a la masculinidad, es el signo de dejar atrás la niñez para pasar a ser adulto. La circuncisión también es practicada por varias culturas aborígenes en las islas del Pacífico y en Oceanía.
En tiempos modernos
Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX que la circuncisión tuvo su ingreso en el campo de la salud pública. Los médicos victorianos, deseosos de introducirla en la práctica cotidiana, buscaron razones pseudoantropológicas para explicar los orígenes de la operación. Más allá del rito, sugirieron que en realidad la circuncisión había sido utilizada como una práctica que promovía la higiene y la salud.
Para entonces, la circuncisión se había convertido en una práctica rutinaria en los EE. UU., y se le consideraba una especie de panacea para una extensa gama de problemas médicos y sociales. En la década de 1870, Lewis Sayre, un prominente cirujano ortopédico estadounidense, alegó lo exitosa que era la circuncisión para curar la parálisis y la inflamación femorotibial, y para «calmar la irritabilidad nerviosa». Por su parte, Merrill Ricketts identificó en 1894 un asombroso conjunto de enfermedades que supuestamente podían ser curadas por medio de la circuncisión: el eczema, los edemas, la elefantiasis, la gangrena, la tuberculosis, la inflamación femorotibial, la enuresis, el nerviosismo general, las convulsiones y la histerioepilepsia.
En la actualidad, la circuncisión se ha puesto de moda y un gran número de hombres en las sociedades occidentales son circuncidados.
Sin embargo, se difundió el rumor —no comprobado— de que la sensibilidad del órgano sexual era mucho menor que en aquellos hombres que no habían sido operados. También se ha alegado que la circuncisión puede reducir el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual en los hombres; sin embargo, pocas de estas investigaciones consideran elementos tan complejos como el medio social, la conducta sexual o la higiene del pene. Pero la situación es más compleja. También existen grupos de activistas que están en contra de la costumbre de circuncidar a todos los bebés, e incluso buscan declarar ilegal la circuncisión a los menores de 18 años.
Es obvio que aún queda mucho que decir sobre este tema. Apenas le quitamos la puntita a un asunto largo y complejo. Lo que resulta claro es que la circuncisión es un acto ligado a creencias e ideologías muy arraigadas sobre el orden social. No es sólo una técnica de prevención, sino una práctica ligada de modo casi inevitable a la expresión de poder. Lejos de ser una operación banal o de rutina, la circuncisión es un acto con profundas connotaciones sociales y consecuencias físicas y psicológicas muy duraderas.