Algarabía

7 mitos sobre los nuestros sueños

La mayoría de los sueños son en blanco y negro, algunas personas nunca sueñan. Te explicamos estos y otros mitos.

Carl Jung y Sigmund Freud proponen que todo sueño tiene una relación relevante con la vida personal del soñador.

Hay personas que nunca sueñan. En realidad, todos tenemos entre tres y cinco sueños por noche, con una duración promedio de noventa minutos y un total de entre mil y dos mil sueños al año, aunque tan sólo se recuerden fragmentos de forma vaga e imprecisa

Soñar con muerte significa que le ocurrirán desgracias al soñador y que tendrá muchos problemas. En la Antigüedad se creía que existían «sueños premonitorios», es decir, que eso anunciaba el fallecimiento de alguna persona. Por lo general, estas imágenes indican que algo psíquico ha muerto o está muriendo en quien sueña y que se terminan o dejan de existir determinadas dependencias o relaciones con las personas que se sueñan fallecidas, y algunas ilusiones, proyectos o principios morales. También pueden revelar que de forma inconsciente se tiene deseo de agredir a quien se sueña difunto.

• Solo un psicólogo u otro experto calificado puede interpretar sueños. Por medio de ciertas pautas o formular preguntas, un experto calificado puede ayudar a descubrir otras perspectivas de un mismo sueño, pero nadie puede afirmar con certeza lo que éste significa hasta que el soñador lo confirme.

Los sueños son fantasías triviales carentes de significado. Existen diversas hipótesis sobre la funcionalidad de los sueños. Una de ellas, desarrollada por los psiquiatras Robert McCarley y J. Allan Hobson de la Harvard Medical School, propone que hay un «generador del estado onírico» localizado en el tronco encefálico, que dispara al azar neuronas a centros cerebrales superiores —visión, oído, equilibrio, movimiento y emoción—. Obligado a dar sentido coherente a todas estas señales inconexas, el cerebro teje la mejor historia posible.

Varios psiquiatras y psicólogos difieren de esta funcionalidad propuesta por McCarley y Hobson, entre ellos Carl Jung y Sigmund Freud, quienes proponen que todo sueño tiene una relación importante con la vida personal del soñador; es decir, que la mayoría de los sueños son expresiones simbólicas de problemas de la vida real. Según esta teoría, no se produce ningún sueño que no provenga de una situación real o potencial.

• La mayoría de los sueños son en blanco y negro. La mayoría de los sueños de los seres humanos son en color, aunque no siempre se recuerden así.

• Los sueños no tienen utilidad para nuestra vida diaria y mucho menos para procesos creativos o artísticos. Se ha demostrado que el poder creativo del ser humano no desaparece durante el proceso del sueño, sino todo lo contrario: nuestra mente es como una supercomputadora en donde se almacenan datos, con lo cual hay dentro de ella un mundo de posibilidades infinitas. Durante el proceso de vigilia, registra nuestros pensamientos, angustias, deseos y preocupaciones, y de ser posible indica la solución o consecuencias de lo que le preocupa al sujeto a través de los sueños. Así, puede aparecer durante el sueño la solución creativa a un problema mecánico, matemático, químico, artístico, etcétera.

Sobre ejemplos de sueños creativos, hemos de recordar al novelista escocés Robert Louis Stevenson, quien concibió la idea de su famosa novela El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, a través de los sueños. También es sabido que escritores como Charles Dickens y Charlotte Brontë sacaron argumentos, personajes y ambientes de sus sueños.

En la ciencia también se han dado casos de sueños reveladores. Quizá el más conocido sea el del químico alemán Friedrich August Kekule, que en 1865 descubrió la fórmula del benceno por medio de un sueño.

Entre los artistas plásticos podemos mencionar a Salvador Dalí, quien muchas veces obtenía las ideas para sus cuadros de sueños y visiones. Otro pintor que traspasó a sus lienzos sus imágenes oníricas es el impresionista belga Paul Delvaux.

• El proceso onírico es algo que no podemos controlar. Existen los llamados «sueños lúcidos», en los cuales el sujeto puede controlar lo que sueña y que han sido realizados durante siglos por personas de diversas culturas como: los griegos, la tribu senoi de Malasia, los cheyenes de Norteamérica o los yoguis tibetanos; en tales estados los durmientes pueden inducir la aparición de determinadas imágenes o acciones durante el estado onírico, o inducir el control de las pesadillas a través de técnicas ancestrales.

Aunque muchos consideren el estado de vigilia como el más relevante de nuestra existencia, hay una línea tenue pero indisoluble que conecta a este mundo con el onírico y les confiere a los dos la misma importancia. Por ello los sueños pueden ser una clave para comprender mejor nuestra vida diaria.

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