El jet lag —de jet, «avión», y lag, «condición de lentitud o retraso», «desfase»—, que se conoce en español como «descomposición horaria», es un efecto psicológico y fisiológico, mezcla de cansancio y otros síntomas, que surgen después de un viaje en el que se cruzan varios franjas horarias. Su nombre científico es, de hecho, «síndrome del cambio de franjas horarias».
El principio bajo el cual se genera es muy sencillo: al viajar hacia un destino que difiere de zona horaria respecto al origen, el ritmo circadiano —o reloj biológico— normal del viajero se altera, ya que no está sincronizado con el tiempo de la región a donde se ha llegado, lo que da como resultado un desajuste físico real.
El ritmo circadiano regula el ciclo que nos permite acoplar nuestra vida de acuerdo con la sucesión del día y la noche —la vigilia y el sueño— y, en consecuencia, las actividades básicas que desarrollamos durante esas 24 horas, como dormir, comer, pensar, secretar hormonas, etcétera. Todavía no se conoce con exactitud el mecanismo que regula el ritmo circadiano, se cree que en él interviene el hipotálamo e incluso un gen, aunque se sabe de cierto que buena parte de su correcto funcionamiento depende de nuestro cerebro, particularmente de la glándula pineal, que se encarga de producir melatonina, hormona que, cuando cae la tarde, aumenta su producción y motiva la paulatina aparición de la sensación de sueño.
Los síntomas principales de este trastorno son: desorientación, fatiga, desórdenes del sueño, pérdida momentánea de memoria, dificultades para concentrarse, dolor de cabeza, náusea, estrés e irritabilidad. El viajero, bajo los efectos del jet lag, experimenta un cierto aletargamiento, como si estuviera disminuido, falto de fuerzas, desfasado; efectos que son el resultado del esfuerzo que hacen el cuerpo y la mente por reajustarse cuatro, ocho o hasta doce horas respecto a lo que estaban acostumbrados.
Decenas de tips y toda clase de recetas se han implementado para evitar o reducir los efectos del jet lag. Sin embargo, habrá que reconocer que aún no se ha encontrado una cura. ¿Panorama oscuro? No se preocupe, querido lector, si usted se va de viaje, prepare las maletas y disfrútelo, porque, no cabe duda, la relajación es uno de los mejores paliativos.
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