Sandra Aguilar Loya
Uno de los mexicanos más universales de todos los tiempos es Jorge Negrete, quien gracias a su éxito en las industrias fílmica y musical se convirtió en un símbolo de la cultura nacional que pasó a la historia como el representante máximo de la figura del charro.
Jorge Alberto Negrete Moreno nació el 30 de noviembre de 1911 en Guanajuato, Guanajuato. Fue un cantante (barítono) y actor, una de las figuras importantes dentro de la llamada "Época de Oro" del cine nacional. Fundó el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana y reestructuró el gremio junto con un grupo selecto de actores la Asociación Nacional de Actores (ANDA), de la que fue destacado líder hasta el 5 de diciembre de 1953, cuando falleció en Los Ángeles, California, a causa de una hepatitis C mal cuidada.
Según el escritor Jorge F. Hernández, la suya es una de las voces más prístinas y educadas que adornaron el repertorio popular o vernáculo. "Eso no es común porque Jorge Negrete pudo haberse dedicado a la ópera o a la zarzuela porque fue en ese género musical en el que hizo sus primeros alardes. Ya había llamado la atención muchísimo como gran cantante. Pero la vida da muchas vueltas y él ha quedado consagrado como El Charro Cantor".
Hernández, quien dice no ser un gran experto en cuestiones de dramaturgia, "ni mucho menos", sostiene que Jorge Negrete era un muy buen actor. "Tenía tablas para dedicarse a lo que se dedicó y tenía mucho carisma, entonces cuando pones todo eso en una licuadora, lo que queda, el legado de ese personaje es un ser muy entrañable, no con el filo populachero que tenía Pedro Infante, precisamente porque era una voz muy culta y una leyenda".
Negrete estudió canto con José Pierson, director de la Compañía Impulsora de Ópera de México. En 1931, con el grado de Capitán Segundo, solicitó licencia en el Ejército Mexicano para dedicarse completamente a su carrera de cantante. Comenzó en la radiodifusora XETR interpretando romanzas mexicanas, canciones napolitanas y piezas de autores de la época como María Grever, Alfonso Esparza Oteo y Manuel M. Ponce.
Sin embargo, en esa época el artista se ha sobrevalorado. Jorge Negrete, como tal, no hizo ópera, sino alguna zarzuela y opereta, como La viuda negra. Incluso el periodo en el que estuvo en Nueva York, donde intentó sobresalir junto con Ramón Armengod, no había cantado a lo grande, o a lo culto. Solamente le ofrecieron un puesto de suplente en el Metropolitan Opera House.
Para el investigador musical Abraham Morales, un "negretista de hueso colorado", como lo califica Diana, hija de Jorge Negrete, esa es una etapa muy breve que dura alrededor de un año y que no le generó frutos artísticos, ni profesionales.
"Fue una época muy gris dentro de su carrera que realmente no tuvo notoriedad, hasta que se volvió famoso. Cualquier cosa que él hiciese fue importante. Era evidente su gusto por el bel canto, que nunca pudo explotar".
Hernández agrega: "si Negrete se hubiera inclinado por este género musical, a lo mejor este país habría tenido un orgullo internacional de otro tipo, acorde a la modernidad. A nosotros nos tocó festejar un Premio Nobel de Literatura hasta finales del siglo XX cuando en realidad eso lo pudo haber ganado Alfonso Reyes a la mitad de ese siglo. En términos de alta cultura, es divertido jugar al hubiera, si Jorge Negrete se hubiera dedicado a la ópera a lo mejor sería mucho más popular que Mario Lanza".
Archivo