Los autos están muy caros, uno de los comentarios que más leemos y escuchamos cada que hay un lanzamiento en México. Y sí, en los últimos años los precios se han incrementado de manera importante, pero como todo en la vida, hay una razón detrás.
El aumento de costo de los bienes duraderos es una constante. De hecho, de manera reciente y con el cambio de año, el incremento de precios en la industria automotriz ha rayado el 9%, cuando en años pasados rondaba el 5%.
LOS ANTECEDENTES
Las razones son muy variadas y la primera de ellas ha sido la pandemia, que prácticamente detuvo al mundo desde inicios de 2020. Aunado al tema sanitario, vinieron impactos como el paro de labores en las plantas de producción y la afectación en prácticamente toda la cadena de suministros.
De hecho, el 97% de las empresas automotrices y de productos industriales reportaron efectos negativos en su operación debido a esto (Ernst & Young LLP, 2020) lo que se tradujo en pisos de ventas vacíos y listas de espera que siguen creciendo el día de hoy. Con la ralentización de la demanda de bienes no esenciales, las industrias redujeron su capacidad de producción para de esta manera hacer menor su costo operativo y no sufrir un impacto económico mayor.
Las empresas navieras redujeron sus transportaciones y rutas, y por ello también aminoraron los viajes terrestres de los puertos al destino final. Hay que considerar que cerca del 90% de todos los productos comercializados en el mundo llegan a través del mar. Con el cierre de fronteras y las medidas sanitarias impuestas en muchos países (toques de queda, nulo turismo, cierre de negocios no esenciales) los viajes de los barcos terminaron siendo de una vía y no redondos, como suele suceder. De esta manera se concentraron naves y contenedores en puertos de América y Europa de manera excesiva, generando un caos en la logística de distribución.
Para el momento en que estalló la alta demanda de productos provenientes de Asia, derivado del incremento en el consumo en e-commerce entrando a 2021, los barcos no estaban en los puertos en que eran requeridos. En la industria globalizada todo está conectado y con la falta de contenedores y barcos, tampoco llegaron los coches, los electrónicos de consumo ni demás productos relacionados.
MATERIAS PRIMAS
Derivada de la lenta distribución de insumos, vino la escasez de semiconductores, el componente clave para la fabricación de la electrónica que trae a la vida desde celulares, electrónicos y autos, entre otros.
Habrá que considerar en esta fórmula el incremento de la demanda de autos híbridos y eléctricos, “la movilidad del futuro”. En promedio, un auto alimentado por baterías requiere cerca del doble de semiconductores que un auto de combustión interna y esto implica un aumento en la demanda.Para la fabricación de los semiconductores, se requieren elementos como el neón, el paladio, y el níquel. Ucrania abastece el 70% de las exportaciones mundiales de neón, y Rusia del 28% del níquel. Con el conflicto bélico entre estos dos países, iniciado en 2022, se registró también un alza considerable en los precios de la materia prima, y por supuesto una falta de disponibilidad. El neón aumentó su precio comercial hasta en un 900% y detuvo su distribución por la situación geopolítica de la región.
¿MEJORARÁ LA SITUACIÓN EN 2023?
Todos estos elementos contribuyeron para que en los pasados dos años se haya registrado un incremento sustancial de los precios de los productos en muchas industrias, incluyendo la tecnológica y los autos. Y también habrá que sumar el tema económico de cada país o región.
Pero, ¿se ve un panorama mejor para los autos en 2023 y los años por venir? La respuesta es sí, pero no rotunda. A pesar de que la tendencia del incremento de precios comienza a estabilizarse, habrá que considerar otros elementos.
Entre ellos, la posibilidad de una recesión mundial para mediados de este año que podría alentar la venta de autos nuevos y la demanda de autos usados, que también incrementaron su valor en los pasados años y que en este año podrían disminuir de precio.
La inflación seguirá siendo uno de los elementos a tomar en cuenta, sobre todo por el impacto que esta tiene en los costos de operación de cada uno de los actores dentro de la industria automotriz, como lo son la transportación, logística, electricidad de los centros de producción y también los combustibles para el transporte tanto de las propias marcas como de sus proveedores.
Se espera una mejoría para finales del año en términos de costos finales de producto, estabilización de la cadena de distribución y disponibilidad de producto. Mejores efectos es probable que los veamos hasta 2024. Pero también habrá que considerar otro fenómeno que todavía no toma un papel protagónico, pero lo hará en los siguientes años: el costo de fabricación de los autos híbridos y eléctricos. La disponibilidad de materias primas para las baterías, como el litio, denominado el “oro blanco”, y el posible sustituto del petróleo en cuanto a la industria energética se refiere, la manera de producir electricidad en cada país y el aumento en la demanda de este tipo de productos también tendrán su papel.
Si las circunstancias mejoran, ¿veremos la reducción en los precios de los autos? Es muy poco probable, de hecho ya hay marcas que han asegurado que no será así, pero tampoco es imposible, así lo ha demostrado Tesla en este primer mes de 2023. Bajo las condiciones correctas y con un ajuste de oferta y demanda, todo es posible.