Michel Peña se abrocha su cinturón de seguridad e inicia sesión en Blah Blah Car, la app que lo ha salvado del desempleo. Su trabajo, ahora, es llevar a adolescentes a casas de campo fuera de la Ciudad de México en plena pandemia. Hasta hace no mucho, Michel se dedicaba a algo diferente: era uno de los técnicos de OCESA que hacía posibles los conciertos que hoy están prohibidos.
Michel no olvida el 15 de marzo de 2020. El Vive Latino, el festival de rock en español más grande de Latinoamérica, no lucía igual, con sus multitudes bañadas en sudor y cerveza. Días antes, el gobierno había anunciado los primeros casos de COVID-19 en México. Al otro día, la jefa de gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum, declararía un confinamiento que, dijo, duraría un par de meses. El confinamiento sigue; los conciertos, no.
“Algo andaba mal esa tarde. Fue como un presagio de que algo malo pasaría. El Vive Latino semivacío… Nunca había visto eso en los 10 años que llevo trabajando en esto”, recuerda Michel, uno de los 477 mil mexicanos que, antes de la crisis sanitaria, trabajaba en el sector de los servicios culturales, deportivos y de entretenimiento, según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Con pérdidas que superan los 38 mil millones de pesos —que es el equivalente a lo que el gobierno mexicano destinó al Fondo de Salud para el Bienestar en 2020—, el sector del entretenimiento no ve la luz al final del túnel para sobrevivir a una de sus peores crisis.
Entre la falta de apoyos gubernamentales ante el cierre de foros, cines, teatros y otros espacios dedicados al esparcimiento, y la carencia de un estudio que arroje cifras confiables sobre qué y cuánto se está perdiendo, las empresas del ramo sobrellevan la pandemia del coronavirus con alternativas que solo hacen la pendiente menos empinada, pero poco contribuyen a amortiguar la caída.
El año pasado, la Asociación de Permisionarios, Operadores y Proveedores de la Industria del Entretenimiento y Juego de Apuesta en México (AIEJA) estimó las pérdidas del sector en más de 38 mil millones de pesos. Pero este organismo solo congrega a casinos, cines y teatros: falta sumar todo lo que ha perdido la industria de los espectáculos en vivo, cuya compañía más grande, OCESA, ha encontrado en el streaming una forma de paliar las pérdidas. Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), operadora de OCESA, reportó que en el tercer trimestre de 2020 tuvo ingresos por 393 millones de pesos, 82 por ciento menos que lo registrado en igual periodo del año pasado, derivado de las cancelaciones; sin embargo, 222 millones fueron por los conciertos vía internet.
Según un conteo realizado por Bloomberg Businessweek, tan solo en 2020, al menos 600 conciertos masivos fueron cancelados, suspendidos o pospuestos desde que comenzó la pandemia.
Fuentes cercanas a CIE —una de las más grandes del sector en el mundo— aseguran que los recortes de personal han alcanzado a casi todas las áreas de la empresa ante la falta de liquidez, sobre todo en las áreas de comunicación y espectáculos.
De hecho, el 70 por ciento de las 96 compañías que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores —sin contar FIBRAS o grupos financieros—registró descensos en sus nóminas durante el segundo trimestre de 2020, justo cuando comenzó la etapa crítica de la pandemia. Muchas de esas firmas se dedican al entretenimiento; CIE es una de ellas.
“Fue un duro golpe para una industria acostumbrada a los servicios presenciales”, señala Anderson Ramires, socio líder de TMT & Digital Services PwC México. “Las empresas del sector saben que los eventos no regresarán hasta que la población esté vacunada, y en México eso parece que va a tardar”.
En julio de 2019, Grupo Televisa SAB y Live Nation Entertainment habían llegado a un acuerdo para la adquisición de la participación accionaria de Televisa en Ocesa Entretenimiento. Acuerdo que colapsó al inicio de la pandemia. Televisa informó después que la estadounidense notificó “la terminación unilateral del contrato de compraventa de acciones”.
Ernesto Piedras, director de The Competitive Intelligence Unit y uno de los economistas que más ha estudiado y medido el poder de las industrias creativas en México, calcula que, en términos del Producto Interno Bruto (PIB), la caída será severa.
“Las industrias culturales o creativas, antes de la pandemia, representaban el 7.4 por ciento del PIB nacional. Con la crisis, estimamos que este año pasaremos de ese 7.4 por ciento a un 5.1 por ciento”, afirma Piedras. “Pero eso no quiere decir que estemos viendo menos películas, leyendo menos o escuchando menos música. Al contrario: lo que pasa es que la digitalización del entretenimiento ha desmonetizado a muchos negocios. Tenemos más acceso al entretenimiento gracias a la tecnología, pero muchos negocios han perdido, y creo que las pérdidas más grandes, al final, serán para el creador”, aclara.
Panteón Rococó, una de las bandas mexicanas de rock con mayor trayectoria y fama internacional, planea cerrar su estudio de la Ciudad de México ante la crisis. Antes de la emergencia por COVID-19, el grupo había invertido gran parte de su dinero en una serie de conciertos en el Foro Sol por su 25 aniversario. Hoy todo está congelado: el dinero de los casi 200 mil boletos vendidos y todo lo invertido en infraestructura, arte, logística y producción. “Fue un golpe muy grande para la banda y para nuestro público, todo se vino abajo”, asegura Dr. Shenka, líder de la banda.
Streaming, ¿el salvavidas?
En México, la industria del entretenimiento tiene un valor de 22 mil 360 millones de dólares, la misma cantidad que perdió el sector agrícola de América Latina y el Caribe a causa de las sequías en 10 años, según datos del estudio Global Entertainment & Media Outlook (GEMO) 2020-2024, de PwC.
Entre 2019 y 2024, este mercado tendrá un moderado crecimiento anual compuesto de 2.27 por ciento, en gran parte gracias al auge que han tenido las compañías que se dedican a ofrecer servicios por streaming, como Netflix o Spotify, los grandes ganadores de esta pandemia, apunta PwC.
Cuando comenzó la emergencia sanitaria, Netflix reportó 16 millones de usuarios nuevos en marzo, lo cual le dejó ganancias por 5 mil 767 millones de dólares, es decir, 27.6 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior. Según informó la compañía estadounidense, los mayores incrementos porcentuales en ingresos y en usuarios sucedieron en la región de Asia-Pacífico y en Latinoamérica, donde el crecimiento interanual fue de 25 por ciento.
Javier Piñol, director de Spotify Studios para América Latina, asegura que el número de podcasts en español y portugués en la plataforma creció en más de 400 por ciento, el doble de lo que aumentó este formato en el resto del mundo. De hecho, dice, la mitad de los podcasts en español que hoy están disponibles en Spotify fueron generados el año pasado.
“La pandemia ha cambiado nuestros hábitos de consumo y ha hecho que exploremos otras áreas del entretenimiento. En este redescubrimiento, nos hemos dado cuenta que el audio brinda un bienestar distinto y una intimidad más profunda que otros contenidos”, sostuvo Piñol en una entrevista telefónica realizada a finales de 2020.
De acuerdo con datos de Spotify, el podcast más escuchado en México en 2020 fue Fausto, el cual es narrado por el actor Damián Alcázar y habla sobre crímenes basados en hechos reales.
La compañía sueco-estadounidense tiene en América Latina uno de sus principales centros de operaciones. En México ha lanzado más de 80 podcasts en lo que va de la crisis sanitaria por coronavirus, un crecimiento interanual de 75 por ciento. A nivel mundial, Spotify tiene registrados 1.9 millones de podcasts para sus 320 millones de usuarios.
El año pasado, Spotify pagó 5 mil millones de dólares a los titulares de derechos musicales. Morgan Stanley estima que el gasto del consumidor mundial en transmisión de música se elevó a 19 mil millones de dólares, un aumento del 18 por ciento.
“El confinamiento nos ha hecho redescubrirnos desde casa, un espacio donde, curiosamente, no solíamos pasar tanto tiempo. El audio juega un papel interesante en el confort. Al estar cansados de ver pantallas y tener miedo de salir, mucha gente ha encontrado bienestar e intimidad en el formato del podcast, un género que hace años no tenía tanta relevancia”, observa Piñol.
Sin embargo, los negocios que dependen del servicio directo al cliente no pueden dar cifras tan positivas. Cinemex, la segunda cadena de cines más grande de México, anunció hace un par de meses del cierre de más de 145 salas.
Y aunque Cinemex es propiedad de Grupo México, uno de los consorcios mineros más grandes del país, su deuda con los bancos a causa de la pandemia asciende a 230 millones de dólares, cantidad que es negociada con BBVA, HSBC, Banco Santander y Bank of Nova Scotia, según confiaron a Bloomberg fuentes cercanas a las negociaciones.
De acuerdo con PwC, dentro del sector del entretenimiento, la industria del cine en México fue la más afectada en 2020 con una pérdida interanual de sus ingresos por 662 millones de dólares, lo que representa una caída del 68 por ciento.
“Aún estamos en medio de la tempestad y es difícil prever cuántas salas desaparecerán, porque las cadenas luchan por mantenerlas vivas”, dice Anderson. “Todo dependerá del tipo de negociaciones que tendrán con sus arrendatarios, pero lo que sí es un hecho es que tendrán que cambiar sus modelos de negocios”.
Estos cambios, dice, podrían ser muy variados, desde modelos híbridos que ofrezcan contenidos por streaming y funciones tradicionales, hasta un esquema VIP en el que ir al cine implique algo más que sentarse en una butaca.
“Quizás veamos salas de cine más chicas, más exclusivas, salas multiusos donde el cliente goce de una experiencia más completa”, apunta Anderson.
Mientras en EU el ritmo de vacunación es cada vez más acelerado, con prácticamente la mitad de la población adulta inoculada con al menos una dosis, en México las vacunas caen a cuentagotas. Eso ha provocado que las medidas de confinamiento no se relajen por completo, sobre todo en las zonas urbanas. La Ciudad de México sigue en semáforo naranja. Los eventos masivos, como los conciertos, están prohibidos.
Los teatros, cines y casinos sí abren, pero al 30 por ciento de su capacidad para evitar contagios. Armando Barona, director de programación de espectáculos del Pepsi Center, asegura que los eventos por streaming son una especie de placebo contra la crisis que vive la industria: útil, pero no suficiente como para librar la enfermedad. “Aquí ya no se busca ganar, sino sobrevivir”, señala.
En junio pasado, Barona, junto con otros productores, inversionistas y promotores, lanzaron el proyecto Reactivación del Entretenimiento y Música en México (REMM), con el cual organizaron 15 conciertos en línea. Por eso las plataformas de servicios por streaming han sido las grandes ganadoras de esta crisis sanitaria. Deezer, la competencia directa de Spotify, registró un crecimiento de 20 por ciento en su base de usuarios activos en México en los tres meses posteriores al cierre de la alianza que cerraron con TV Azteca en julio de 2020, dice Laurence Miall-D’aout, chief commercial officer de la compañía.
“Entre enero y octubre de 2020 tuvimos más de tres millones de descargas en México desde el inicio del año, lo que se traduce en un aumento del 50 por ciento en comparación con el año anterior”, dice.
Además, sus streams aumentaron en más del 40 por ciento entre julio y noviembre de 2020, periodo en el que la mayoría del país estuvo en confinamiento. El tiempo medio de escucha de sus usuarios mexicanos también tuvo un incremento del 13 por ciento en ese periodo. “Nuestro plan es seguir invirtiendo en México en 2021 para aprovechar ese éxito”, sostiene Miall.
Leemos más pero... pirata
Para el mercado de libros, la pandemia sí despertó más lectores pero engrandeció su mayor pesadilla, la piratería. Arturo Cuevas toma un seminario de filosofía en línea en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Lleva meses desempleado. El periódico donde trabajaba lo despidió desde diciembre pasado. No está dispuesto a pagar un solo peso por el libro que le pidió su profesor. Prefiere ingresar a https://b-ok.lat y descargarlo gratis. En ese sitio hay de todo: desde recetas de cocina hasta tratados sobre política o novelas bestseller.
Ante el confinamiento que provocó el cierre de librerías, los mexicanos aumentaron la lectura desde celulares, pero de forma ilegal, a través de PDFs o piratería.
Así lo reconocen dos de los organismos más importantes del mercado editorial del país: la Cámara Nacional de la Industria Editorial (Caniem) y el Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro).
Según el último reporte del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), el tiempo que los mexicanos gastaron en lectura de contenidos desde sus pantallas creció hasta en 40 por ciento durante la pandemia. Sin embargo, la facturación de libros digitales solo creció entre 2 por ciento y 5 por ciento, lo cual indica que la mayoría de los títulos que leyó la gente fueron piratas.
“Vemos que hay una disparidad entre el aumento de la lectura en pantalla y la venta efectiva de libros en formato digital”, observa Quetzalli de la Concha, secretaria general del Cempro. “Y esto es preocupante porque está proliferando la piratería digital, algo que trae consecuencias negativas, como recortes de personal o desaparición de sellos enteros”.
México es el primer lugar en venta de libros pirata. El Cempro estima que 4 de cada 10 que se consumen en el país son ilegales, cuando hace una década solo eran 2 de cada 10, dice De la Concha, quien se desempeña como gerente legal y de derechos de autor de Penguin Random House, un poderoso grupo editorial.
“Tenemos conocimiento de que la piratería de libros ha crecido durante la pandemia, sobre todo en el terreno digital. La gente no sale y se ha puesto a leer más, pero de forma ilegal”, afirma Juan Luis Arzoz, presidente de la Caniem y ex director de Santillana México.
“Nosotros no vivimos de regalar libros, sino de venderlos. Aquí la pregunta es: ¿cómo afrontaremos la crisis? Entendiendo que la cultura tiene derechos de autor que deben ser remunerados, como en cualquier mercado”.
Así lo viven
● Paulina Vieitez
Escritora mexicana y promotora de lectura
Con más de 10 años de trayectoria, cree que el libro electrónico aún no tiene la fuerza como para desbancar al libro físico. Contrario a muchos de su gremio, considera que la pandemia ayudó a perfeccionar los sistemas de entrega de las librerías, los cuales se hicieron más rápidos y eficaces. Librerías emprendieron campañas para dar a conocer las bondades de seguir comprando libros de papel.
“Si bien ha sido muy duro este último año para el sector editorial, confío en que esto potenció el número de lectores. La gente, encerrada, tuvo mucho más tiempo de elegir su entretenimiento”, comenta Vietez, quien durante la crisis sanitaria pudo publicar su más reciente libro, Fabulosas, con editorial Océano. Se trata de un libro que contiene 20 testimonios de mujeres empoderadas y exitosas, en un contexto particularmente complicado para la mujer en México. Según datos de la Secretaría de Gobernación, las llamadas S.O.S. realizadas por mujeres aumentaron en 46% desde que comenzó la pandemia.
● Morris Gilbert
Productor
“Para mí, en este momento nuestro gremio está en estado de coma. Está vivo, le late el pulso, pero en estado de coma. Hay que trabajar e invertir muchísimo, pero sobre todo tener paciencia para que revivamos después de un año que, para nosotros, fue un golpe tremendo”, asegura el productor Morris Gilbert, director de la división OCESA Teatro y fundador director de Mejor Teatro, una de las compañías de producción teatral más grandes de América Latina.
Con OCESA, afirma, todo está detenido por el momento. Con su empresa solo ha podido presentar tres obras de las 10 que tiene en cartelera: Dice que no tiene una cifra exacta de cuánto dinero ha perdido él o la industria del entretenimiento. Prefiere hacer un cálculo breve: “Si hacemos 10 temporadas en cartelera y cada una de ellas tiene seis funciones cada fin de semana, estimo que hemos dejado de hacer 2,400 funciones. De ese tamaño es la crisis”.
El productor cree que el entretenimiento y la cultura deberían ser considerados una actividad esencial. No está de acuerdo con que el gobierno no haya otorgado ni un solo estímulo al gremio.
“Como todas las industrias de México, nos han dejado defendernos con nuestras propias uñas”.
“Tenemos que ir de puerta en puerta y de funcionario y funcionario a buscar quién tiene algún tipo de empatía por el teatro, sabiendo que desafortunadamente les dices la palabra ‘teatro’ y la mayoría te dicen: ‘¿qué?’.
Es una pena, es una vergüenza, honestamente lo es, pero es la realidad. No estoy diciendo nada ofensivo”, afirma Gilbert, quien ha producido centenares de obras directamente desde Broadway como Los monólogos de la vagina, Defendiendo al cavernícola y ¡Si nos dejan!