Las OPI están rompiendo récord en todo el mundo con una recaudación total hasta ahora de 500 mil millones de dólares. Ni un centavo de ese dinero salió de México.
Pasaron 15 meses desde la última oferta pública inicial de una empresa mexicana, y se trató de una minúscula oferta que solo se cotiza en raras ocasiones. Tan muerto está el mercado en la Ciudad de México y tan desesperados están los banqueros por impulsar negocios de cualquier tipo, que ahora dedican gran parte de su tiempo a hacer lo contrario: en el último año, cinco compañías comenzaron el proceso para salir de la bolsa de valores.
“Estamos en el peor momento”, dijo Mauricio Basila, abogado en Ciudad de México que se especializa en mercados de capitales.
En sus veinte años de carrera, que incluyen periodos en la Secretaría de Hacienda y en el regulador de valores, Basila ha podido ver de cerca la gran contracción del mercado mexicano. Él, como la mayoría de negociadores frustrados en México, se apresura a mencionar los factores que atrofian el mercado. Para empezar, años de crecimiento mediocre del PIB y una baja rentabilidad del mercado de valores.
La recuperación de este año (México se encuentra entre los países con mejor desempeño en América Latina tanto en rentabilidad como en crecimiento de las acciones) no compensa problemas estructurales como la falta de liquidez y la debilidad del mercado minorista. Además, está el dominio de la industria bancaria de parte de potencias financieras extranjeras que prefieren mantener los negocios en sus libros en lugar de aprovechar los mercados públicos, y el hecho de que muchas de las empresas más grandes están controladas por familias que no quieren llamar la atención sobre su riqueza en un país plagado de violencia.
Adicionalmente, 60% de las empresas mexicanas que han cotizado en bolsa en la última década lo han hecho por debajo de su precio de salida, mucho peor que en Brasil o EU, según datos compilados por Bloomberg.
Todo esto se traduce en una falta de capacidad del mercado mexicano para convertirse en un motor de riqueza para las empresas o los inversionistas, lo que en última instancia ha frenado el crecimiento económico y ha dejado a los pensionados con rendimientos mediocres. El resultado es otro lastre para un país que ya sufre la falta de ahorros, el bajo uso de servicios financieros formales y la escasez que hay de inversiones extranjeras que se necesitan desesperadamente, según Bernardo González, exjefe de la Comisión Nacional Bancaria que ahora administra el fondo asociado a las pensiones de México.
“La falta de un mercado de valores suficientemente profundo y fuerte está frenando el crecimiento del país”, dijo.
Rivalidad de Brasil
Las deficiencias de México se ven especialmente marcadas en comparación con Brasil, su rival regional de hace mucho tiempo, donde los mercados de capital son sólidos y este año han recaudado 12 mil millones de dólares en ofertas públicas iniciales. México no ha tenido ni una, con la excepción de dos pequeñas emisiones de fideicomisos inmobiliarios este año por un total de 25 millones de dólares. Hace una década, México intentó ponerse al día con su compañero miembro de las potencias económicas del G20, y buscó construir mercados y convertirse en un centro financiero regional. Ahora, se ha quedado tan atrás que su estatus como segundo lugar parece estar firmemente arraigado. Uno de los factores más importantes que persiguen a México es la falta de competencia entre bancos. Si bien la economía de Brasil aún enfrenta desafíos, puede presumir de un ecosistema más grande de bancos de inversión y corredoras independientes.
México está dominado por un puñado de gigantes globales que han mantenido los negocios corporativos en sus libros en lugar de embarcarse en una propuesta de mayor riesgo para obtener capital de los mercados públicos.
“Los bancos no reciben ningún incentivo para desarrollar el mercado de valores”, dijo Basila. “Su incentivo es poner los activos bajo administración en el libro bancario”.
La economía de Brasil también es más grande y más diversa que la de México, donde algunas industrias están bajo el dominio de una o dos empresas. Además, el regulador brasileño fomentó una mejor gobernanza y reglas de divulgación durante la última década que atrajeron a inversionistas extranjeros, dijo Udi Margulies, un banquero de inversión que ha trabajado durante 28 años en América Latina, incluidos períodos en Bank of Nova Scotia, la unidad de HSBC Plc en Brasil, Barclays Plc y Lehman Brothers. “Hay menos concentración en términos de empresas e inversionistas, y eso es lo que hace de Brasil un mercado más dinámico y líquido”, dijo Margulies.
Huyen de la bolsa
Una señal de la debilidad actual del mercado de valores de México es la prisa que tienen las empresas por salir de bolsa. Los banqueros de inversión ahora dedican gran parte de su tiempo a tratar de convencer a empresas de que su mejor apuesta para el futuro es deslistarse de los mercados públicos y apuntan a empresas públicas con poco capital listado, algo de efectivo disponible y un rendimiento bursátil decepcionante.
En septiembre, el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA ayudó a Grupo Lala SAB a recomprar casi todas sus acciones en circulación a un 37% por debajo de su precio de oferta pública inicial de 2013. La compañía representó muchas de las razones por las que los inversionistas globales se han mostrado escépticos con respecto a las empresas familiares de México. Recaudó mil 100 millones de dólares a través de su cotización, con planes de expandirse a nuevas líneas comerciales. Pero eso nunca sucedió. En cambio, Lala utilizó el efectivo para comprar una empresa estadounidense propiedad de la familia en control. Pasó por tres directores ejecutivos mientras los inversionistas veían cómo las acciones se desplomaban hasta un 60% por debajo de su precio de cotización.
Por su parte, el proveedor de químicos industriales Grupo Pochteca SAB fue la última empresa en anunciar que está considerando planes para salir del mercado. La acción, que tiene sus raíces en una empresa diferente que fue adquirida por Pochteca en 2005, ha bajado un 98% desde un máximo a fines de 1997.
En medio de este panorama, el banco suizo USB Group AG anunció a sus empleados locales que cerraría su operación de corretaje en México, de acuerdo con dos personas familiarizadas con el tema. No está claro si la medida se limita a México o es parte de una estrategia más amplia.
El panorama
Una forma potencial para que México fortalezca sus mercados de valores sería que el Gobierno venda participaciones en empresas estatales, como Petróleos Mexicanos.
Esa táctica ayudó a profundizar los mercados en Brasil y China, pero parece poco probable que se arraigue en México en el corto plazo dada la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador de mantener las empresas públicas bajo la propiedad del Gobierno.
Por ahora, hay pocas esperanzas de una rápida reactivación de los mercados de capitales de México. A nivel mundial, las OPI comenzaron a secarse a medida que los inversionistas se vuelven cautelosos frente a mercados agitados y un exceso de ofertas. El mes pasado, al menos ocho empresas en Europa congelaron sus planes. En Nueva York, la plataforma de bienestar Better Being Co. y la firma de software de inversión Allvue Systems Holdings Inc. eliminaron sus ofertas. Novotech Health, respaldado por TPG, dijo que ya no buscaría una OPI en Hong Kong.
Un acceso barato a fondos de inversionistas globales y de EU también ha limitado las cotizaciones en México, dijo Alan Alanis, jefe de investigación de México de Banco Santander SA. Algunas compañías mexicanas, como el vendedor de autos usados Kavak, la plataforma transaccional de criptomonedas Bitso, el procesador de pagos Clio y el prestamista Konfio Ltd., han obtenido fondos para no tener que cotizar, y si lo hacen, podrían estar más tentados a seguir el camino del gigante argentino de comercio electrónico MercadoLibre Inc. y cotizar en los mercados de EU. “Esto no es todo culpa de México, también es una consecuencia del exceso de liquidez en EU”, señaló Alanis. “Algunas empresas buscan eludir la cotización en América Latina”.
Con la colaboración de Drew Singer, Oscar Munoz Gonzalez y Vinicius Andrade.