En las últimas semanas de 2021, incluso mientras la variante ómicron frustraba muchas vacaciones navideñas, Zachary Rabinor, experto en viajes, registraba “un par de millones de dólares” en reservas de clientes para un nuevo hotel a 35 minutos al sur de Cancún. Etéreo, un resort de la cadena Auberge, era blanco de una venta fácil: sus habitaciones estilo casita sobre plataformas de madera dan a una costa virgen. Y había abierto justo a tiempo para la temporada, lo que lo convertía en uno de los pocos lugares con cupo para un viaje de última hora.
“Lo que pasa con la Riviera Maya es que todo el mundo termina allí en este momento, sin importar qué tan abajo esté en su lista de destinos soñados. Y me refiero a todo el mundo”, dice Rabinor, fundador y director ejecutivo de Journey Mexico, desde su hogar en Puerto Vallarta, al otro extremo del país.
Hay dos razones que lo explican. En primer lugar, México fue de los pocos destinos que abrió sin los requisitos habituales de ingreso en el marco del COVID-19. Desde el día en que se reanudó el turismo internacional el 1 de junio de 2020, los viajeros han podido ingresar al país sin mostrar comprobante de vacunación o una prueba negativa, ni hacer cuarentena (en los destinos que apenas se están adaptando a estas restricciones más laxas existe confusión sobre lo que se exige o no para entrar, lo que en muchos casos obstaculiza las visitas).
En segundo lugar, el tramo de costa que bordea la península de Yucatán desde Puerto Morelos hasta Tulum tiene fácil acceso: las aerolíneas estadounidenses experimentaron un aumento tan pronunciado en la demanda al principio de la pandemia que reasignaron sus grandes aviones transatlánticos para que volaran directamente a Cancún desde los aeropuertos de la costa este. Tan solo desde el área de Nueva York, hay un promedio de 57 vuelos directos cada día.
“Eso ha ayudado a que la gente por fin se dé cuenta de lo maravilloso de México: la cultura, la comida, la hospitalidad”, dice Rabinor, quien ha trabajado en la industria turística mexicana desde la década de 1990, primero como guía turístico y luego al frente de su propia empresa.
“La pandemia hizo el trabajo por mí. Ahora México está teniendo el momento de los momentos, el año de los años y la década de las décadas”.
Y esta demanda no muestra signos de desaceleración. Al contrario: los ejecutivos de la industria de viajes se están preparando para el verano más intenso jamás visto, impulsado por la demanda contenida, un cambio que supone tratar la pandemia como algo endémico y la flexibilidad continua del trabajo remoto que siguen disfrutando los trabajadores de cuello blanco.
“El verano de 2022 será la temporada de viajes con más actividad de la historia”, le dice a Bloomberg el director ejecutivo de Expedia Group, Peter Kern, vía zoom desde su casa en Wyoming.
“Hemos estado hablando de la demanda contenida durante mucho tiempo, pero hasta ahora ha habido demasiadas restricciones para que la gente haga algo con ella”, explica. En vista de que el uso obligatorio del cubrebocas está llegando a su fin y se espera tanto que Europa relaje las restricciones como la reapertura de fronteras en partes del mundo (como Australia) que aún no habían admitido turismo internacional, muchas barreras de viaje de la era pandémica comenzarán a desaparecer.
Según datos de Expedia, casi un tercio de los australianos tienen planeados al menos tres viajes para 2022.
El CEO de Kayak, Steve Hafner, coincide. En una conferencia Skift que presentó las megatendencias en el sector de los viajes en 2022, declaró: “Cuando trabajas desde cualquier lugar, eso significa más viajes de placer. Si te liberas de una oficina, puedes ir a muchos otros lugares”. Para muchos, esos lugares están en México. Según Nomad List, que rastrea datos sobre nómadas digitales, Cancún, Playa del Carmen y Tulum ocuparon los tres primeros puestos, en ese orden, de los destinos de trabajo remoto más populares del mundo en 2021.
La tendencia tiene impacto incluso cuando los trabajadores remotos cambian a modalidades híbridas presenciales en la sede corporativa. Según el panorama de Deloitte de la industria de viajes para 2022, las personas con la intención de incluir el trabajo en sus viajes también planearon viajar con el doble de frecuencia que aquellos que buscaban tiempo para desconectarse. Los “laptop luggers” (quienes cargan con la computadora portátil para trabajar mientras viajan), como los llama Deloitte, realizarán de dos a cuatro viajes al año, en comparación con uno o dos para los disconnectors (quienes desconectan del trabajo en el viaje y solo descansan), y el 75 por ciento de los “laptop luggers” agregará tiempo adicional a sus viajes de ocio gracias al trabajo remoto (solo el 6 por ciento lo extenderá por varias semanas, la mayoría, el 38 por ciento, agregará de tres a seis días).
“Es un beneficio para la industria”, apunta Eileen Crowley, líder de viajes de Deloitte. “Estos viajeros que trabajan a distancia están gastando más. Hay más potencial allí. También les fue un poco mejor financieramente durante la pandemia, por lo que también pueden aumentar sus presupuestos de viaje”.
Quienes vayan a México, donde migran tantos habitantes de la costa este para permanecer en su zona horaria preferida mientras disfrutan de un mejor clima, gozarán de buenos servicios al tener un presupuesto holgado.
Incluso en medio de un aumento del crimen en donde la violencia se ha sentido en las playas de Cancún, el flujo turístico a Quintana Roo presenta una recuperación del 84 por ciento de los niveles prepandémicos, y el gasto mensual de los viajeros ha superado el de 2019 en hasta un 25 por ciento, según datos del gobierno mexicano.
La subida de precios está directamente relacionada con la demanda. En enero, el secretario de Turismo Miguel Torruco Marqués estimó que en 2022 llegarían a Cancún 56 mil 951 vuelos y 10.5 millones de pasajeros, superando a 2019 por casi 3 millones de pasajeros, lo que convierte a Cancún en el destino más visitado del país.
En 2021, agregó, el aeropuerto de la ciudad vio más llegadas internacionales que cualquier otro en el mundo, excepto Dubái.
Y ahí reside el problema. “La demanda es tan grande que está creando una gran desconexión entre los precios y el valor”, advierte Rabinor. En Cancún, los gigantescos resorts todo incluido tienen muchas habitaciones, pero no atraen a los viajeros de lujo. Y en lugares más exclusivos, los precios se han disparado. La habitación más económica en el Rosewood Mayakoba, un hotel situado en una reserva natural en la Riviera Maya, ahora cuesta unos mil 700 dólares por noche, un bungaló escondido entre manglares con la playa a 20 minutos en bicicleta.
La realidad es que el ultra lujo está limitado aquí. Pocos resorts alcanzan los estándares del Rosewood, aunque el íntimo Chablé es un buen rival y la próxima renovación del resort Belmond Maroma, de 72 habitaciones, agregará más crème de la crème el próximo mayo.
Incluso Tulum, que durante mucho tiempo ha sido reverenciado como una escapada bohemia para la jet set, no ha deslumbrado a los ultra ricos últimamente. Invadido por despedidas de solteros y fiestas nocturnas, Rabinor dice que muchos de sus mejores clientes regresan diciendo que el destino está a punto de ser “absolutamente arruinado”, algo que él mismo ha sentido y temido durante años.
Para responder a las necesidades de los ricos está Kanai, el nuevo megadesarrollo donde está ubicado el hotel Etéreo. Con una extensión de aproximadamente 5 kilómetros cuadrados, y con más de un 1.6 kilómetros de playa privada, es un proyecto que lleva casi dos décadas cocinándose.
Kanai rivalizará con Mayakoba, con un modelo de desarrollo similar que coloca varios resorts de lujo detrás de sus puertas doradas. También pretende reemplazarlo como el lugar más lujoso para hospedarse en la Riviera, dice el director general del desarrollo, Ramón Abascal. “Si Mayakoba tiene 90 por ciento de sus habitaciones sin vista al mar, y solo el 10 por ciento de habitaciones muy caras apretujadas a lo largo de la costa, nosotros tuvimos la visión opuesta”, explica. “E igual de importante, lo que los propietarios querían hacer de manera diferente era preservar la tierra tanto como pudieran, desarrollando solo el 9 por ciento de ella”, agrega, describiendo un ecosistema con selvas espesas y manglares “enanos” de menos de un metro de altura separados de la arena blanca “como plantados por un piadoso jardinero”.
Cuando esté concluido en 2025, contendrá cuatro hoteles de lujo. Etéreo, que fue el primero, será la joya de la corona de Kanai. El próximo que abrirá a fin de año será St. Regis, que atraerá a los leales a Marriott y a una élite más tradicional, con 124 habitaciones y 32 villas con piscinas privadas. Un hotel Edition de Ian Schrager, que también abrirá este año, atraerá a un público más joven; tendrá seis restaurantes, un bar en la piscina, un club de playa y una gran terraza al aire libre especialmente diseñada para fiestas. El cuarto hotel aún no ha sido anunciado.
Aunque Kanai se atrasó por la recesión de 2008, la pandemia y la crisis de la cadena de suministro (los propietarios compraron la primera de las 20 parcelas de tierra en 2004), el momento ha sido, en cierto modo, fortuito. “Etéreo está cobrando el doble de la tarifa promedio diaria que esperábamos, todo debido a la pandemia”, refiere Abascal. Durante las vacaciones de primavera, las tarifas comienzan en mil 899 dólares por noche. “A los ricos no les importa cuánto cuesta si saben que obtienen todo lo que quieren”. Etéreo hará honor a su nombre y la experiencia prima la relajación: masajes a la luz de la luna en un manglar, meditaciones y caminatas por la naturaleza con un botánico. Puedes regresar a tu habitación después de cenar en Itzam, el restaurante principal, donde preparan cochinita pibil y pupusas de pavo en comal, para sumergirte luego en una tina dispuesta con una mezcla personalizada de flores de jazmín y cempasúchil.
La arquitectura evoca la cultura y la tradición mexicanas de manera sutil. “Las piscinas de tranquilidad en el spa están diseñadas como cenotes”, dice Craig Reid, CEO de Auberge Resorts Collection. “Y la mayoría de los huéspedes no notarán esto, porque el hotel está construido sobre pilotes: todos los caminos para empleados y equipos van debajo de la plataforma, para que nunca veas carros o vehículos”, agrega. “Crea un elemento de tranquilidad”.
La única parte estresante puede ser conseguir una reserva. Aunque tradicionalmente se considera que el verano es temporada baja para Cancún y otras partes de México, la facilidad para viajar a la región lo ha convertido en un destino para todo el año en medio de la pandemia.
Hopper, la aplicación de viajes que vende más de mil 500 millones de dólares en vuelos y hoteles cada año, tiene a Cancún como uno de sus tres principales destinos de verano, desafiando la visión de la Riviera Mexicana como un destino invernal. Y para fin de año, Cancún recibirá vuelos directos de hasta 20 países europeos, lo que aumentará su atractivo para un público que no suele temer el pico de calor del verano. “Hemos tenido años récord en varios de nuestros resorts”, señala Reid de Auberge, citando sus ubicaciones en Estados Unidos y México. “La demanda es tan alta en algunas de nuestras propiedades que incluso cuando yo pregunto si el equipo de reservas puede encontrarme un sitio para mí y mi familia, dicen que no”.
Si bien muchos de sus competidores afirman que prevalecerán las “temporadas intermedias” menos tradicionales siempre que los empleados continúen disfrutando de una libertad ilimitada para programar sus vacaciones, Kern de Expedia tiene motivos para creer que la popular demanda veraniega solo aumentará.
“Durante el verano, los niños no van a la escuela y el clima es bueno, así que todo mundo viaja; el verano siempre será verano”, afirma, y añade que esos meses de clima cálido son la temporada más activa y rentable para Expedia, así como para la industria de viajes en general, por un margen “significativo”.
Ni siquiera otra ola de contagios inquieta a Kern. A medida que más gobiernos comiencen a tratar la pandemia como endemia, dice, imponer y retirar restricciones, así como cambiar los requisitos de ingreso, debería volverse más simple. En consecuencia, espera que cualquier futura ola de contagios obstaculice menos el turismo conforme los gobiernos y sus ciudadanos se vuelvan “cada vez más insensibles” a combatir la pandemia. “Con cada ola que surja, preguntarán: ¿Qué tan grande es la pelea que voy a librar esta vez?” Eso deja pocos estorbos en el camino del CEO de Expedia. Cuando se le pregunta si hay algo más que pueda amenazar su visión de un verano dorado, Kern se apega a sus convicciones: “Estamos bastante seguros”.
—Con la colaboración de Andrea Navarro
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