En un tranquilo barrio residencial, a 15 minutos del centro de Monterrey, en el segundo piso de su casa, Sandra Cardona y Vanessa Jiménez crearon un santuario abortivo. Lo llaman La Abortería: un espacio reacondicionado con cocina y baño, decorado con letreros en los que se leen frases como: “Abortar también es un acto de amor” y “Decidir nos hace libres”. Aquí las mujeres tienen un espacio seguro para pasar el proceso de un aborto inducido con medicamento.
Cardona y Jiménez son parte de una red llamada Necesito Abortar México, establecida hace seis años para ayudar a las mujeres mexicanas en el proceso de abortos inducidos. Sin embargo, en estos días, a menudo se encuentran brindando refugio a mujeres de EU, muchas de ellas de Texas, donde en septiembre, una ley que prohíbe los abortos a partir de la sexta semana de embarazo entró en vigencia. Antes de la legislación, la red podría haber brindado sus servicios a una o dos texanas al año, ahora Jiménez dice que ayuda a unas cinco mujeres por semana a realizarse un aborto por medio de medicamentos.
“Antes, en el tema del aborto, siempre era como que ‘si alguien quería un aborto, era mejor en Texas’”, dijo Jiménez. “Y ahora lo que me parece súper extraño es que estamos al revés. Creo que nadie nos imaginamos que eso iba a pasar en EU, que ahora iba a ser México el país que iba a brindar cierto apoyo”.
Los defensores dicen que la demanda de tales servicios podría crecer exponencialmente a medida que es probable que la Corte Suprema de EU revoque Roe v. Wade, la histórica decisión de 1973 que legalizó el aborto en todo el país. Según el Instituto Guttmacher, una organización sin fines de lucro que investiga y analiza políticas sobre derechos reproductivos, cerca de 26 estados están “seguros o es probable” que prohíban el aborto si se anula el precedente, lo que obligará a muchas personas a viajar largas distancias para recibir tratamiento.
Jiménez y Cardona se encuentran entre las más de 50 mujeres cuyas redes brindan servicios abortivos en todo México. Actualmente, están trabajando con varios grupos de voluntarios para crear una red transfronteriza desde el oeste en Baja California hasta el este en Tamaulipas, para satisfacer la creciente demanda de Texas. Los miembros de otras redes han dicho que también han visto solicitudes de Ohio, Oklahoma y Michigan.
Se autodenominan “acompañantes”, que brindan información, asistencia y soporte durante todo el proceso. La mayoría de estos grupos funcionan como organizaciones sin fines de lucro y cuentan con personal voluntario. Cardona dice que su red se financia a través de donaciones y sus servicios son gratuitos. Ella estima que cada uno de sus 17 voluntarios ayuda entre 50 y 160 mujeres por mes.
Incluso, al tiempo que los opositores estadounidenses al aborto trabajan para socavar las libertades otorgadas en la decisión Roe, su vecino del sur consideraba a EU como un bastión de los derechos reproductivos. En México, los defensores del aborto trabajaron durante años para desmantelar un sistema legal que permitía a los estados criminalizar el procedimiento, lo que generó historias desgarradoras de mujeres encarceladas. En septiembre, una decisión de la Suprema Corte de Justicia de México puso fin a eso, dictaminando que penalizar el aborto es inconstitucional apenas siete días después de que en Texas entrara en vigencia la prohibición.
Las redes mexicanas de aborto se han vuelto tan prominentes que una delegación de legisladores estatales de EU, incluida la representante de Texas, Erin Zwiener, y la senadora de Arizona, Stephanie Stahl Hamilton, viajaron a México a fines de mayo para conocer más sobre sus operaciones. “Espero con absoluta certeza que las mujeres de Texas sigan viajando a México”, dijo Zwiener en una entrevista telefónica. “Una cosa que sabemos históricamente es que las personas que no quieren estar embarazadas buscan servicios de aborto, se arriesgan a infringir la ley y ponen en riesgo su salud para buscarlos”.
Dado el reciente aumento de la demanda estadounidense, el grupo de Cardona y Jiménez estableció otro recurso: una red clandestina transfronteriza de píldoras abortivas. Para las mujeres en EU que no pueden viajar, los voluntarios de México llevarán el medicamento a sus contrapartes en ese país, quienes luego lo entregarán a las mujeres que lo necesiten.
Además de la restricción del aborto en el propio estado, Texas también prohíbe el envío de medicamentos abortivos a los residentes. El gobernador, Greg Abbott, firmó esa ley el 17 de septiembre, casi dos semanas después de que se despenalizara en México y menos de tres semanas después de que entrara en vigor la prohibición del aborto en Texas.
Los estadounidenses, especialmente los que viven cerca de la frontera, han cruzado durante años para recibir tratamiento médico, dado que los procedimientos —que van desde la cirugía cosmética hasta la dental y los medicamentos recetados— suelen ser mucho más baratos en México. Incluso algunas mujeres en California, donde el aborto es legal, viajan a Tijuana, México, en busca de servicios más asequibles, dice Luisa García, directora de Profem, una clínica de aborto en Tijuana, donde tratan a unas 6 mujeres estadounidenses al mes.
El método abortivo más común con medicamentos es la mezcla de mifepristona y misoprostol. La mifepristona bloquea la progesterona, una hormona que ayuda a hacer crecer el revestimiento del útero, donde normalmente se implantaría un embrión, mientras que el misoprostol hace que el útero se vacíe por medio de contracciones. Cuando se combinan, los medicamentos tienen un porcentaje de eficacia de más del 95 por ciento en interrupción del embarazo hasta las 10 semanas de gestación. La mifepristona requiere receta médica, pero el misoprostol se puede conseguir sin una en México. El misoprostol se puede usar por si solo para inducir un aborto, pero es menos efectivo que la combinación.
Miso, como se refiere Jiménez al medicamento, cuesta alrededor de 700 pesos mexicanos, o cerca de 35 dólares, según la organización sin fines de lucro Ipas México. En 2014, el costo promedio de los medicamentos abortivos en EU fue de 535 dólares, según un estudio publicado en la revista Women’s Health Issues.
Jiménez estima que su contraparte en EU ayuda a unas 15 mujeres a la semana al proporcionar un kit de aborto que incluye medicamentos para las náuseas, té relajante e ibuprofeno.
Incluso tras la despenalización del aborto prematuro por parte del tribunal supremo de México, la legislación aún varía según el estado, ya que cada región trabaja para actualizar sus leyes. Recientemente, el estado fronterizo de Baja California aprobó una legislación para despenalizar por completo el aborto durante las primeras 12 semanas de embarazo, pero en los estados fronterizos de Sonora, Chihuahua y Tamaulipas el aborto sigue siendo ilegal.
En Nuevo León, donde Cardona y Jiménez crearon La Abortería, el aborto solo es legal en caso de incesto, violación o cuando la vida de la madre corre peligro. La mayoría de las mujeres a las que ayudan acuden a ellos solo para recoger el medicamento. Las que sí practican sus abortos en La Abortería suelen ser personas en situación de vulnerabilidad que no cuentan con un espacio seguro para hacerlo en otro lugar. Nuevo León, como todos los estados mexicanos, eventualmente tendrá que despenalizar alguna forma de aborto.
Cruzar a México puede ser una propuesta fácil para muchas mujeres texanas. Nuevo León está cerca de las ciudades fronterizas de McAllen y Laredo, y un viaje en automóvil o en autobús desde cualquiera de los dos a Monterrey dura menos de tres horas. Dallas y Houston tienen cada uno unos cinco vuelos diarios a Monterrey, que suelen costar unos 300 dólares el viaje redondo. Esas opciones a menudo hacen que visitar México sea más asequible que viajar a otro estado dentro de EU, dice Jiménez.
“Cuando llegan aquí, se sienten aliviadas”, indica Jiménez. “Vienen de un lugar donde el aborto está restringido, entonces cuando finalmente pueden encontrar una solución, sienten alivio”.
Verónica Cruz, fundadora de la organización sin fines de lucro Las Libres con sede en Guanajuato, México, y una de las principales figuras del movimiento feminista en México, dice que desde enero su organización ha trabajado directamente con 200 mujeres y ha enviado más de mil pastillas a EU.
“A raíz de los estados que van haciendo restricciones o anuncios de restricciones, pues van llegando más mujeres. Creo que tiene que ver con eso y con que otras mujeres se van enterando que esto es una opción, una alternativa y una oportunidad”, señala Cruz.
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