Una de las grandes apuestas de este gobierno para promover el crecimiento de la economía mexicana es el denominado nearshoring, en el contexto de la relocalización de procesos manufactureros. Tras la pandemia y la guerra en Ucrania, más y más empresas han buscado reubicar operaciones para estar menos sujetos a trastornos en su cadena de suministro.
¿En qué medida este proceso de relocalización realmente puede significar un impulso para la economía mexicana?
De acuerdo con las evidencias que tenemos disponibles, sí existe un interés creciente de empresas manufactureras para instalarse en México.
Los desarrolladores de parques industriales, particularmente en el norte de la República, han percibido claramente una demanda adicional de terrenos e instalaciones desde hace varios meses sobre todo por parte de empresas norteamericanas.
El subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, señaló que la demanda de espacios industriales en el país creció 42 por ciento durante el primer trimestre del año con relación al mismo lapso de 2021.
Esto se percibe también en el desempeño de la inversión extranjera directa, que en el primer semestre del 2022 tuvo buenos resultados, un crecimiento de 12 por ciento respecto al año previo, o de 49 por ciento si se consideran las adquisiciones de Televisa por parte de Univisión o de diversos fondos a Aeroméxico.
Sin embargo, cuando observamos el comportamiento del comercio exterior con los Estados Unidos, encontramos que los productos de origen mexicano, no han aumentado su participación relativa en el mercado norteamericano.
El nearshoring, que implica que algunas de las operaciones manufactureras que se realizaban en China ahora se efectúen en México, debiera conducir a un crecimiento de la participación relativa de las exportaciones mexicanas en el mercado estadounidense.
El país que más ha gando en este proceso, de acuerdo con los datos del Departamento de Comercio de EU, ha sido Vietnam, y otros de los países que han logrado aumentar en los últimos meses su participación han sido Canadá y algunos más del sudeste asiático.
¿Cómo explicar entonces la mayor demanda de espacios industriales en México? Lo que probablemente ha ocurrido es que en México el proceso de nearshoring ha avanzado de manera relativamente lenta y seguramente habrá que esperar unos meses o incluso un año más, para observar claramente un crecimiento de la participación relativa de las exportaciones mexicanas en el mercado estadounidense.
También es factible que a pesar del atractivo que represente el mercado mexicano, haya otros países que ofrezcan mejores condiciones que México para instalar operaciones.
Algunos han señalado que el nearshoring está en competencia con el reshoring y con el friendshoring.
En el caso de manufacturas con una inversión de capital intensiva y una alta automatización, probablemente el instalarse en el propio mercado norteamericano (reshoring) pudiera ser ventajoso. En otros casos, en los que las industrias quizás no tengan una inversión de capital tan elevada, pudiera evaluarse de manera más significativa el que en los países en los que se instalen existan condiciones de seguridad y de certeza jurídica, además de costos operativos más bajos, como puede ser el caso de Vietnam y de otros países del sudeste de Asia.
No cabe duda que la oportunidad que tiene México es enorme y probablemente sea irrepetible porque cuando se establecen cadenas de provisión y estructuras industriales definidas puede tardar décadas el que haya un proceso de redefinición, como está ocurriendo con el caso de China.
Por esa razón resulta lamentable que México no tenga una política más activa y eficaz para atraer inversión extranjera directa. A pesar de los esfuerzos que están realizando instancias como la Secretarías de Hacienda, Economía e incluso la Cancillería, de acuerdo con todos los testimonios que he podido recabar, el inhibidor principal para instalar nuevas empresas en el país tiene que ver con la energía. A pesar de la importancia que le damos en México al tema de la seguridad, muchas empresas que están en diversos mercados incluso en países donde hay condiciones de inseguridad que pueden asemejarse o incluso ser más graves que las de México, podrían decidir instalarse siempre y cuando encuentren atractivas otras condiciones.
En el caso de la energía, el problema que detectan algunas firmas es que es muy difícil asegurar que en el mediano plazo pueda existir un abasto de energía eléctrica seguro, menos aún que provenga de fuentes limpias.
En múltiples empresas, sus Consejos de Administración han decidido en plazos que pueden ir desde 10 hasta 30 años, que el 100 por ciento de la energía eléctrica con la que operen debe provenir de fuentes renovables.
En el caso de México, debido a la política energética que se ha establecido, es prácticamente imposible asegurar una provisión con esas características.
Eso está conduciendo a que algunas empresas que podrían instalarse en localidades de nuestro país estén buscando otras ubicaciones en las cuales pueda cumplirse este requisito.
En el mediano plazo, esto implicaría que México desaprovechara una oportunidad, que como le comentaba, va a ser irrepetible, debido a la lentitud con la que se desarrollan los procesos de reconfiguración de cadenas de suministro a nivel global.
Ni siquiera sería necesario que el abasto energético proviniera de empresas privadas. Si la CFE tuviera una política agresiva de generación de fuentes renovables y pudiera darle a las firmas que quieren instalarse en el país la garantía de que tendrán energía limpia en el futuro, muchas no tendrían ningún problema para hacerlo.
El problema es el privilegio que la política energética da a la generación basada en combustibles fósiles, que es la que mayormente ha promovido la empresa pública.
El proceso de reorganización industrial a nivel internacional todavía durará algunos años.
Sin embargo, las decisiones se están tomando ya, de acuerdo con encuestas realizadas entre ejecutivos y consejos. Si hoy no se percibe que haya condiciones para la instalación de nuevas plantas que utilicen energías limpias, va a ser complicado poder aprovechar, como podríamos hacerlo, el proceso de nearshoring.
Como le hemos comentado en otras ocasiones, ésta puede ser otra de las oportunidades que se le vayan al país para promover el crecimiento, crear empleos estables y bien pagados, y con ello lograr una mejoría en los niveles de vida de la población.