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¿Escasean los monos de laboratorio? Sí, y la pandemia (y China) tiene bastante que ver

La prohibición china a la exportación de monos, necesarios para probar vacunas y otros medicamentos, podría darle a su industria farmacéutica una gran ventaja.

Los monos de China son cada vez más escasos y esto afecta las investigaciones de científicos de todo el mundo.

La científica sueca Karin Loré depende de una peculiar exportación china para su laboratorio. Profesora del Karolinska Institutet de Estocolmo, estudia la interacción del sistema inmunitario con las vacunas, y las pruebas de seguridad en monos son parte fundamental de su investigación.

Pero con la pandemia de COVID-19, Beijing detuvo las exportaciones de primates ante el temor de que los animales vivos pudieran contribuir a la propagación del virus SARS-CoV-2.

Más de dos años después, los monos de China son cada vez más escasos, y ahora Loré y científicos de todo el mundo batallan para completar sus investigaciones.

Según el ejecutivo de una compañía farmacéutica occidental, la escasez ya ha provocado el retraso en la producción de algunos compuestos y en decisiones sobre el desarrollo de fármacos. La situación y la creciente demanda han tenido un “efecto dominó en el abasto mundial” ejerciendo gran presión sobre los pocos proveedores de primates fuera de China, dijo en junio el Gobierno de Reino Unido.

El costo de la escasez de monos

De todos los cuellos de botella provocados por la pandemia, la insuficiencia de primates para investigación médica es de los que acarreará mayores consecuencias.

El desarrollo de medicamentos depende de los animales para determinar cómo los nuevos compuestos afectarán a los humanos. Por lo tanto, la prohibición de China de exportarlos está repercutiendo en todo el mundo, dificultando aún más el trabajo de científicos que intentan desarrollar toda clase de tratamientos, desde la próxima variante del coronavirus hasta el Alzheimer y la tuberculosis, y ese mismo hecho podría darle a la nación asiática una ventaja en el desarrollo de sus propios medicamentos.

Con la escasez también se ha presentado un aumento en los costos: los precios promedio se han duplicado desde antes de la pandemia a alrededor de 11 mil dólares por animal. Un ejecutivo de la industria explicó que en ocasiones se llega a pagar 35 mil dólares por primate. Por ahora, dice Loré, su laboratorio ha pospuesto algunos de sus proyectos, incluido el trabajo en nuevas vacunas contra la malaria y la rabia.

Los investigadores que emplean monos argumentan que no hay muchos sustitutos para lo que se conoce como ‘primates no humanos’, animales cuya fisiología y ADN son tan parecidos a los nuestros que las pruebas en ellos son esenciales para cumplir con los requisitos regulatorios de seguridad.

A pesar de las protestas de los defensores de los animales, los monos y otros primates “sirven como modelos para muchas áreas de investigación, incluidas las enfermedades infecciosas; la investigación social, cognitiva y conductual; la biología reproductiva; la medicina regenerativa; la investigación del envejecimiento y la neurociencia”, apuntaron los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos en un informe de 2018.

¿Qué tipo de monos se utiliza para probar vacunas y medicinas?

China comenzó a criar monos Cynomolgus, también conocidos como macacos de cola larga, para la investigación científica en 1985, y las exportaciones comenzaron cinco años después. Durante años, el costo comparativamente más bajo de criar monos en China ayudó a que la nación se convirtiera en la mayor exportadora de macacos criados en cautiverio para fines científicos.

Pero a partir de 2013, el Ministerio chino de Silvicultura, responsable de regular el comercio de primates, estableció que la demanda de los institutos de investigación nacionales y las empresas farmacéuticas locales tendrían prioridad sobre las exportaciones. Con todo, había suficientes animales para cubrir la demanda mundial, pero luego llegó el COVID. Y aunque la prohibición inicial de Beijing surgió de las preocupaciones por el contagio, algunos sospechan que la continuada restricción puede tener que ver más con la geopolítica y el interés del presidente Xi Jinping en desarrollar la industria farmacéutica doméstica.

“La investigación biomédica se encuentra ahora en una posición en la que hay un trío de superpotencias mundiales, Estados Unidos, China y Europa, todas compitiendo por los mismos recursos”, explica Matthew Bailey, presidente de la Asociación Nacional para la Investigación Biomédica en Washington.

Antes de la pandemia, alrededor del 60 por ciento de los 30 mil monos importados a Estados Unidos procedían de China, detalla, y la suspensión de las exportaciones “creó una increíble incertidumbre sobre la cadena de suministro”.

El control de China y su impacto

La hegemonía de Beijing en el suministro de monos ofrece una influencia similar al control de Washington sobre los semiconductores avanzados o el poder del Kremlin sobre el suministro de gas natural de Europa, ejemplifica Stefan Treue, profesor de la Universidad de Gotinga y director del Centro Alemán de Primates.

“China podría haber reanudado hace tiempo la exportación de animales”, afirma, y reconoce que la prohibición inicial tenía sentido dada la falta de conocimiento en ese momento sobre la propagación del COVID, pero ahora, “hay una competencia global estratégica en la investigación biomédica”, y es posible que China quiera retener todas las ventajas que pueda.

Con el crecimiento de la industria farmacéutica china, las empresas en el negocio nicho de la cría de monos ven oportunidades. WuXi AppTec adquirió en 2019 un criadero de más de 20 mil monos en Guangdong, China. Los rivales Joinn Laboratories China, Frontage Holdings y Pharmaron Beijing también se han estado expandiendo, invirtiendo en nuevas instalaciones de cría y gastando cientos de millones de dólares en la compra de competidores locales.

En ese contexto, la firma de corretaje china Sinolink Securities, estimó en junio que la industria todavía tiene “mucho espacio para crecer”, y de acuerdo con la revista Science, el Instituto de Zoología de Kunming está concluyendo un centro que será el más grande de China para primates, con capacidad para 5 mil monos.

Sin embargo, el veto al comercio de animales vivos impuesto por Beijing también ha perjudicado a algunas empresas del país. Los macacos de cola larga no son nativos de China, por lo que el país depende de las importaciones del sudeste asiático para sus colonias de cría, expone Sarah Kite, cofundadora del grupo animalista Action for Primates.

En junio, Beijing modificó su normativa a fin de permitir la importación de animales con fines reproductivos, incluidos los monos, un cambio que ayudará a mejorar el suministro con el crecimiento de la población reproductora y, a la larga, se reanudarán las exportaciones. Sin embargo, debido al tiempo necesario para que los animales recién nacidos maduren lo suficiente como para ser usados en la investigación, el suministro de monos procedentes de China no cambiará significativamente en los próximos tres o cuatro años, según Sinolink.

De los 240 mil monos criados con fines científicos en China el año pasado, solo unos 30 mil cumplían la edad adecuada y otros criterios para ser candidatos para fines de investigación, según los medios estatales. Los científicos chinos utilizaron 28 mil de ellos, lo que patentiza cuán pequeña es la población exportadora potencial, incluso si se levanta la prohibición.

Algunas instituciones están recurriendo a nuevos proveedores, como Camboya y Mauricio, la nación insular en el Índico que tiene una gran población introducida hace siglos, pero eso suscitó otras preocupaciones dado que los macacos de cola larga fueron catalogados este año como especie “amenazada” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que advierte “una disminución de al menos 50 por ciento en las próximas tres generaciones”.

El problema de la comercialización ilegal

A los activistas por los derechos de los animales les preocupa que la fuerte demanda ocasione la comercialización ilegal de monos salvajes, plantea Lisa Jones-Engel, asesora de PETA.

El 27 de julio, PETA pidió a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EU (CDC, por sus siglas en inglés) suspender las importaciones “para que las poblaciones silvestres puedan recuperarse”. En un intento por evitar ese tráfico, la Unión Europea exigirá a partir de noviembre que todos los estados miembros usen solo primates no humanos criados en cautiverio o “procedentes de colonias autosuficientes”. El Reino Unido dijo en junio que, si bien los más de mil 700 primates que sus investigadores e institutos utilizaron en 2020 cumplían con ese criterio, la prohibición de China hace que seguir cumpliendo con ese estándar sea más difícil.

Aunque hay quienes sostienen que la escasez de primates debería impulsar la búsqueda de nuevos métodos de ensayo que no dependan de la experimentación con animales de laboratorio, decirles por el momento a los científicos que no usen primates no humanos “no es realmente una opción”, admite Treue, “la razón para hacer experimentos con primates es porque no hay alternativas”.

La controversia en torno a las pruebas con animales y la escasez de primates para laboratorio podrían empujar a las comunidades científicas a realizar parte de su investigación en China. Sirnaomics, un desarrollador de fármacos con sede en Maryland, tiene un centro de investigación en Suzhou, cerca de Shanghái. Tener la opción de realizar investigaciones en China ofrece una ventaja porque iniciar un ensayo con monos lleva menos tiempo que en Estados Unidos, según el CEO Patrick Lu. “Trabajar con nuestros homólogos chinos es más fácil y hay un tiempo de espera más corto”, explica. “Si tramitas una solicitud para que una empresa estadounidense haga un estudio de ese tipo, por lo general tienes que esperar seis meses, incluso nueve. En China, nos resuelven en tres meses”.

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