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La difícil independencia: Banxico y la Reserva Federal

La dinámica inflacionaria de México y EU sigue en este momento la misma trayectoria, pero es probable que en algún momento difiera, aunque no se ve que sea próximamente.

Desde que el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos comenzó con su ciclo alcista en el mes de marzo de este año, el Banco de México ha seguido los movimientos de su homólogo de Estados Unidos.

El 16 de marzo vino el primer anuncio de un alza en un cuarto de punto en EU y el Banco de México anunció a su vez un alza de medio punto el 25 de marzo.

Claro, Banxico ya había comenzado desde el año pasado su serie de incrementos de las tasas de interés anticipándose con 9 meses a la Fed. Pero, las acciones espejo empezaron desde que la Fed arrancó su ciclo alcista este año.

El 4 de mayo, el incremento anunciado por la Reserva Federal fue de medio punto y el 12 de mayo, Banxico tomó la decisión de aumentar también en medio punto. El 15 de junio, la Reserva Federal comenzó con la secuencia de alzas en tres cuartos de punto porcentual y el Banxico respondió el 23 de junio con un incremento semejante. El 27 de julio fue la siguiente alza de 0.75 puntos de la Fed y el 11 de agosto lo siguió el Banxico con la misma cifra.

No le hago el cuento más largo, la decisión de la Junta de Gobierno del Banxico ha sido seguir los incrementos de la Reserva Federal. Sin embargo, hace algunas semanas, Gerardo Esquivel, uno de los integrantes de esa Junta señaló que el Banxico no tendría porqué seguir a la Fed, ya que los ciclos económicos y monetarios de los dos países no necesariamente coinciden.

No obstante, la sensación que existe en el mercado financiero es que no es momento para que el Banxico se separe de las decisiones de la Reserva Federal.

La lógica que hay detrás de seguir a la Fed es que el mantener un diferencial constante en las tasas de referencia entre México y Estados Unidos ha permitido una condición general de relativa estabilidad.

Si este margen se redujera porque EU sube las tasas y México no, o lo hace en menor grado, podría conducir a un debilitamiento del peso frente al dólar y con ello probablemente se detonarían más presiones inflacionarias.

La inflación en México ha tenido dos anclas que han impedido que crezca más. La primera es el subsidio a los precios de las gasolinas, que han impedido que haya más presiones sobre los costos. Mientras en los mercados internacionales de materias primas que operan en EU, el precio de las gasolinas creció en alrededor de 30 por ciento durante este año, en México, su alza ha sido de 7.3 por ciento.

El costo fiscal estimado de impedir que el incremento en el precio de las gasolinas sea superior al de la inflación promedio será de alrededor de 400 mil millones de pesos este año.

La segunda ancla ha sido precisamente el tipo de cambio. Mientras que el dólar se ha encarecido en promedio en un 16 por ciento frente a una canasta de las principales divisas a nivel global durante este año, frente al peso, la moneda norteamericana se ha depreciado en 3.4 por ciento. Esto implica un abaratamiento relativo de las importaciones que incide en menor inflación.

Si cualquiera de las dos anclas se soltara, lo más probable es que tuviéramos una inflación mayor a la que tenemos en este momento. El Banxico no interviene en las decisiones respecto a los precios de los combustibles, pero sí puede influir de manera significativa en la trayectoria de la cotización del peso frente al dólar en función de la política monetaria que establezca.

Cuando se esperaba que la trayectoria del PIB empezara a bajar en el curso del segundo semestre del año, algunos consideraban que el nivel de las tasas ya era suficientemente elevado y que alzas posteriores podrían conducir a un freno importante de la economía.

El hecho de que el PIB del tercer trimestre haya crecido en 4.3 por ciento eliminó ese temor.

Si la medición del crecimiento se hiciera en la forma en que se calcula en Estados Unidos, la tasa habría sido del 4 por ciento, frente al 2.6 por ciento de EU. Por esa razón es que el consenso considera que existe el margen suficiente para incrementar la tasa en la misma proporción en que lo hace la autoridad monetaria norteamericana.

Otro argumento para seguir con la “política monetaria espejo” frente a EU es la trayectoria de la inflación subyacente, tanto en México como en Estados Unidos.

En EU, a pesar de los ligeros descensos de la inflación general, la “core inflation” como allá se le denomina, sigue con tendencia alcista, del mismo modo que lo hace la inflación subyacente en México.

Desde luego que el Banxico no puede seguir eternamente copiando las decisiones que tome la Fed. Es probable que en algún momento diverjan las condiciones monetarias de los dos países. Sin embargo, ese momento no se ve próximo.

La dinámica inflacionaria de los dos países, con algunas diferencias, sigue en este momento la misma trayectoria.

Mientras el mandato constitucional del Banxico sea único y tenga como propósito atacar la inflación, ofreciendo estabilidad a la economía, el criterio relativo al impacto que sus decisiones pueden tener en la actividad económica no puede ser el principal.

En ese sentido, aún si la actividad económica retrocede en los primeros trimestres del próximo año, es muy difícil que la Junta adopte decisiones que puedan poner en riesgo la estabilidad, pese a que puedan tener algún costo en materia de crecimiento económico.

Hay otro factor que debe tomarse en cuenta. La composición de la Junta de Gobierno del Banxico, por primera ocasión en la historia, no incluye a ningún subgobernador cuya experiencia provenga de su actividad en el Banxico. Sin poner en duda las capacidades de sus integrantes, el hecho es que ninguno vivió, por ejemplo, la crisis del 2008 desde dentro del banco central.

Una buena estrategia es tomar la referencia de la Fed mientras las decisiones de la autoridad monetaria norteamericana sean sensatas.

Como le comentamos previamente, Banxico comenzó su ciclo alcista de las tasas 9 meses antes de que lo hiciera la Fed.

Si en algún momento las decisiones de la Reserva Federal no fueran las más convenientes, como ocurrió con la posposición del alza de las tasas el año pasado, entonces creo que la Junta puede tener el criterio suficiente para separarse.

Por lo pronto, parece que Jerome Powell y sus colegas aprendieron la lección y no van a dejar que la inflación adquiera carta de naturalidad en la economía norteamericana, por lo que lo más probable es que en este año y en el siguiente, el Banco de México mantenga el criterio que ha adoptado y eleve las tasas en la fecha y la proporción en la que lo haga la Fed.

Ya veremos.

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