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El impacto de la ola izquierdista latinoamericana

Ante la “Marea Rosa” en México, Argentina, Chile, Perú, Brasil y Colombia, el capital busca una segunda opción y se coloca en destinos como República Dominicana, Panamá, España y Estados Unidos.

En el Hotel Estelar La Fontana, en Bogotá, 100 colombianos adinerados aprenden cómo enviar su dinero a Estados Unidos, y hacerlo rápido. Sentados en un salón, observan diapositivas de propiedades frente al mar en Miami. Los bienes raíces pueden ser una inversión, una segunda residencia o el comienzo de una nueva vida. Un departamento de una habitación cuesta un millón de dólares, más de 300 veces el salario mínimo anual en Colombia. El precio deja a algunos sin aliento, otros pueden permitírselo.

En esa mañana, un agente inmobiliario guía a sus clientes potenciales a los detalles de las visas. “Es triste que hayamos llegado a esto”, susurra un hombre. Se refiere al afán por salir del país después de que Colombia eligiera como Presidente a Gustavo Petro, un exguerrillero de izquierda que inmediatamente propuso aumentar los impuestos a los ricos. Maikol Di Prieto, abogado con nacionalidad colombiana e italiana, busca un departamento para su madre y, quizás posteriormente, uno para él. “Las situación está cambiando, y no para bien”, dice.

A medida que los principales países de América Latina dan un giro hacia la izquierda en reacción a la creciente desigualdad, el capital sale volando de la región. Inversionistas adinerados y, cada vez más, de clase media están buscando un plan B en caso de más zozobra económica y política. Individuos y empresas en las cinco principales economías de la región sacaron aproximadamente 137 mil millones de dólares (mdd) de sus países en 2022. Esa cifra (datos preliminares del Institute of International Finance) es 41 por ciento más alta que la cifra de 2021 y la mayor desde 2010.

Aunque nadie rastrea a dónde va el dinero, entre los destinos populares están República Dominicana, Panamá, España y Estados Unidos. Desde el año 2020, los inversionistas mexicanos han gastado más de 700 millones de euros en el mercado inmobiliario y de la construcción español. Los colombianos han comprado hasta 500 propiedades panameñas solo en los últimos meses, estima Samuel Urrutia, quien dirige la unidad regional de la firma de servicios inmobiliarios Colliers International Group Inc. Los ultrarricos compran propiedades en Nueva York o Madrid, los “ricos ricos” se van a Miami y los “simplemente ricos” se decantan por Panamá o República Dominicana, dice.

Miami es el destino

No obstante, ningún lugar ha sentido más el impacto que Miami, una ciudad cuya historia y desarrollo están tan entrelazados con sus vecinos del sur que a menudo se le conoce como la capital de Latinoamérica.

En Related Group, una de las constructoras más grandes de Miami, los compradores extranjeros (la mayoría de Colombia y México) han pagado 600 mdd en propiedades desde fines de 2021. El año pasado, solo los colombianos compraron mil 222 propiedades en el área de Miami, un alza del 30 por ciento con respecto al año anterior y la cifra más alta desde que la Asociación de Agentes Inmobiliarios de Miami comenzó a registrar las operaciones con compradores extranjeros en 2019.


Cada vez que un izquierdista llega al poder, el dinero llega a raudales al sur de Florida, señala Raúl Henríquez, presidente de Insigneo Financial Group LLC, una gestora patrimonial en Miami. En los últimos cinco años, los activos administrados por su firma se han sextuplicado, hoy suman 18 mil mdd.

De acuerdo con José Luis de Dios Crispi, socio gerente de la consultora chilena Kaiross Corp., de las 180 oficinas gestoras de grandes patrimonios familiares o family offices de Chile, 40 por ciento tienen intereses en Estados Unidos, casi todas en el sur de Florida; cada una invierte entre 30 y 40 mdd al año en ese país, principalmente en bienes raíces.

Este viraje hacia el socialismo, conocido como “Marea Rosa”, se inició en 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador llegó al poder en México. Luego la izquierda ganó en Argentina en 2019, Chile y Perú en 2021, y Brasil y Colombia en 2022. “Este es un suceso histórico que nunca antes habíamos visto: toda la región se ha vuelto rosa”, dice Talbert Navia, abogado especialista en América Latina en el bufete Winston & Strawn, quien ha asesorado a corporaciones y firmas de capital privado desde fines de la década de 1980.

Pero José Roberto Acosta, director nacional de Crédito Público y Tesoro Nacional del Ministerio de Hacienda de Colombia, advierte que es simplista vincular las salidas de dinero de su país con el ascenso de la izquierda. Su gobierno “defiende una economía de libre mercado y respeta la propiedad privada”, dice. En su opinión, el dinero se está yendo porque los títulos del gobierno estadounidense ofrecen tasas de interés más altas y hay una búsqueda de impuestos más bajos.

El Fondo Monetario Internacional prevé este año un crecimiento del 1.7 por ciento en América Latina, más lento que en otros mercados emergentes. Mauricio Cárdenas, exministro de Hacienda de Colombia, dice que la fuga de capitales está jugando un papel y podría dificultar la adopción de políticas socialistas. Los ricos se van, la economía sufre, la inflación sube y el malestar se intensifica, dice: “Es un círculo vicioso”.

Salvo el peso mexicano, casi todas las monedas más importantes han perdido valor frente al dólar estadounidense, lo que ha aumentado la inflación y ha causado a su vez que los bancos centrales eleven las tasas de interés, dificultando que las empresas obtengan préstamos. El peso argentino se ha depreciado más del 70 por ciento desde principios de 2020 y la inflación está aumentando a una tasa anual del 100 por ciento. En Chile, la decisión de las familias adineradas de invertir en Estados Unidos ha complicado la búsqueda de financiamiento de startups, apunta Dios Crispi. “Me dicen: ‘José, me encanta la empresa, pero desafortunadamente solo estamos invirtiendo en el extranjero’”, relata. “Para nosotros es muy triste”.

La configuración de Miami

Desde que los cubanos comenzaron a huir del régimen comunista de Fidel Castro en la década de 1950, Miami ha atraído riquezas del sur, junto con jubilados y negocios del norte seducidos por el clima cálido de Florida y la ausencia de impuestos sobre la renta y el patrimonio. Pero la última diáspora de latinoamericanos se origina en muchos más países, y se conjuntó con una entrada de riqueza estadounidense que se aceleró en la pandemia. Miami se ha convertido en una especie de Wall Street sureño, atrayendo a administradores de fondos hedge como el multimillonario Ken Griffin, quien trasladó allí la sede de su empresa, Citadel, desde Chicago. Apollo Global Management, Blackstone y Goldman Sachs han reubicado personal desde Nueva York.

Hoy, Miami está cortejando a la élite de América Latina en restaurantes de lujo y en eventos deportivos. Alex Horn, socio gerente del prestamista hipotecario BridgeInvest, dice que organizó su día anual del inversionista en el marco del torneo de tenis Miami Open, patrocinado por Itaú Unibanco Holding SA, el banco más grande de América Latina. “Muchos de nuestros inversionistas, tanto de Sudamérica como de Nueva York, iban a estar aquí para el torneo”, explica Horn, quien se mudó a Miami desde Brasil cuando era niño.

Los emigrados más recientes acuden en masa a lugares como Elcielo, un restaurante colombiano a orillas del río Miami. Por 258 dólares por persona sirve un menú degustación de 20 platos; ganó una estrella Michelin el año pasado.

Durante la mayor parte de los ocho años desde su apertura, el negocio iba lento, dice el chef y propietario Juan Manuel Barrientos, quien también tiene restaurantes en Bogotá, su Medellín natal y Washington, DC. Ahora las mesas se reservan con días de antelación.

El boom inmobiliario

Al igual que muchos residentes del sur de Florida, Peter Bermont, socio gerente de una división de asesoría patrimonial de Raymond James & Associates en Coral Gables, tiene anécdotas de extraños que aparecieron en su puerta y ofrecieron comprar su casa. Antes, el club de golf de Bermont tenía que promocionarse para reclutar socios; hoy tiene una lista de espera de 11 años.

Mariano Borges abandonó Argentina en 2013, descontento por las restricciones a su empresa de desarrollo inmobiliario y por la inflación que erosionaba su riqueza. Inició un negocio en México, comprando terrenos en los destinos turísticos de Playa del Carmen y Tulum. El año pasado se mudó a Miami y se unió a una cohorte de negocios inmobiliarios latinoamericanos que ahora prosperan en la ciudad. Borges, de 51 años, vive en una casa de 10 mdd a unos metros del mar y conduce un Lamborghini.

La empresa de Borges, Menesse International, está construyendo en Miami una torre de departamentos de 400 unidades y un proyecto más pequeño de condominios de lujo en el codiciado barrio de Brickell. “En Estados Unidos las leyes y los requisitos son claros”, dice. “¿Quieres un permiso? Bien, necesito ver esto, esto y esto. ¿Quieres un préstamo? Bien, muéstrame esto. Quieres estar en un lugar donde el riesgo sea menor. De esa manera, si hay una crisis, sabrás que puede haber una desaceleración por un tiempo, pero no vas a perderlo todo”.

A tres kilómetros de la casa de Borges, un cartel anuncia el proyecto Ora by Casa Tua, un estacionamiento que pronto se transformará en una torre residencial con 460 apartamentos de lujo. El desarrollador, Edgardo Defortuna, lo comercializa sobre todo entre latinoamericanos, su personal de ventas ha estado viajando regularmente a Colombia y México. La compañía también ha programado cuatro viajes a Brasil, donde hay clientes interesados en emigrar a raíz de los planes de gravar a los ricos del recién electo Presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Es el mayor interés que ha visto en la región en cuatro décadas de trayectoria. “Solo hay dos tipos de personas, las que se mudan a Miami y las que quieren mudarse a Miami”, dice Defortuna.

El lunes después de que Gustavo Petro ganara la presidencia de Colombia en junio del año pasado “vimos Colombia, Colombia, Colombia en nuestro informe de ventas, e inmediatamente organizamos un viaje de ventas”, cuenta Nick Pérez, vicepresidente sénior de Related Group, que ha construido o rehabilitado más de 100 mil apartamentos en el área de Miami. El padre de Pérez, Jorge, hijo de refugiados cubanos y criado en Argentina y Colombia, fundó Related en 1979 y a menudo se lo conoce como el “rey de los condominios” de la ciudad.

En cuestión de semanas, el personal de ventas de Related voló a Bogotá y presentó los desarrollos inmobiliarios durante almuerzos en el hotel Four Seasons de la ciudad.

Uno de esos desarrollos, el St. Regis, un proyecto de condominios de 150 unidades en Brickell, está justo frente a la pintoresca Bahía de Biscayne. Diseñado por el destacado arquitecto Robert A.M. Stern, los apartamentos están equipados con refrigeradores de 15 mil dólares y tendrán mayordomos. Un apartamento de dos dormitorios se vende en 3.5 mdd. Aunque faltan años para que esté listo, ya está despertando el interés de los latinoamericanos.

En marzo, una compradora de México recorrió un apartamento modelo con Catalina Martínez, una agente de bienes raíces de One Sotheby’s International Realty. Su cliente, Cristina, quien pidió omitir su apellido por razones de seguridad, posee apartamentos en todo Miami. Dejará un depósito para un apartamento de cuatro dormitorios, será un refugio para su familia si ya no quieren estar en México bajo el régimen de López Obrador. “Nunca se sabe, podría pasarle lo que a Venezuela”, apunta Cristina.

Colombia, con la esperanza

De vuelta en el Hotel Estelar la Fontana en Bogotá, Carolina Pacheco, agente inmobiliaria de Miami, le presenta a su audiencia los placeres de su ciudad. Está allí con un equipo de dos docenas de colegas de EXp Realty para una gira de tres días y medio por Bogotá, Medellín y Barranquilla, dice. Ya había hecho 60 ventas en una visita en noviembre. Esta vez, en el hotel, los clientes potenciales, con folleto en mano, evalúan los proyectos “Muchos pensaron que estaba loca cuando dije cuántos de nosotros veníamos a Colombia, pero la necesidad es real y debemos asesorarlos” de Miami y Orlando y hablan con banqueros que ofrecen hipotecas y abogados especializados en inmigración o impuestos.

Yelitza Avendaño y Juan Eduardo Vaamonde, quienes tienen un negocio de consultoría SAP, quieren mudarse a Estados Unidos. La pareja dejó su Venezuela natal hace nueve años y se afincó en Colombia. Ahora ven señales de que la historia se repite: “La moneda se debilita, la inflación va en aumento… Ya vivimos algo similar una vez y sabemos que no queremos que nos vuelva a pasar”, comenta Avedaño.

Todavía tienen apartamentos en Venezuela que quieren vender. Obtendrán 10 mil dólares, tal vez 20 mil, por cada uno, una fracción de lo que pagarían en Estados Unidos, donde tienen familiares en el sur de Florida. “Lo malo son los precios, 700 mil dólares es demasiado”, señala Avendaño.

Otros no escatiman. Pacheco deja el hotel con varios contratos firmados. Había planeado pasar el fin de semana relajándose, visitando amigos y familiares en Barranquilla, de donde es originaria. En cambio, realiza reuniones consecutivas y recibe llamadas a medida que se corre la voz de que está en la ciudad. En total, su grupo hará la misma presentación a 450 personas en todo el país. Pacheco espera regresar cada tres meses.

A la semana siguiente, un cliente de Colombia que conoció en Barranquilla la visita en Miami. Está allí para comprar un apartamento en el centro. Días después regresa para adquirir un segundo. En total, gasta 1.4 mdd.

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