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Catalizadores: Marisol Cen

La mujer de origen maya que nunca aceptó los cánones de su pueblo y venció los límites de la invisibilidad que ella misma se impuso para convertirse en investigadora y docente en educación financiera.

Marisol Cen se define como una mujer indígena que sueña con la superación personal de la poblacón que menos tiene. De niña se auto discriminó para después visibilizarse y ser hoy una académica e investigadora que se dedica a “evangelizar” en educación financiera ya que considera que es un pilar para el desarrollo del país.

Originaria de Xcalacoop , en Yucatán, Cen pasó su niñez con carencias económicas pero con la inquietud de aprender. “Mi niñez transcurrió entre la escuela, que disfrutaba mucho, el ayudar a mi mamá con sus labores en la casa y jugar con mis hermanas y amigos. Mi apodo era “xi’ipal”, que quiere decir niño, esto porque fui la primera mujer en el pueblo que se puso shorts y pantalones”, señala.

Cen, quien tiene en su trayectoria un Premio Nacional de Investigación, pasó una secundaria con discriminación e incomodad por el trato de sus compañeros. Y, aunque el esfuerzo era mayor —viajaba diariamente 40 km para llegar—, quería abandonar la escuela por la burla que le hacían.

“Llegaba bañada en lágrimas. Ya no quería seguir en la escuela. Tenía miedo y me dolía mucho que me despreciaran cuando yo no había hecho nada malo. Mi mamá me consolaba y me decía algo que se grabó como una imprenta en mi mente: ‘Yo nunca pude ir a la escuela, aun cuando lo desee tanto. Nuestra vida es muy difícil. En tus manos está la oportunidad de tener una vida mejor. ¡Tienes que estudiar!’”, comparte Cen.


“La secundaria fue una etapa difícil porque yo estaba convencida de que no valía como persona. La gente me discriminaba, pero yo me auto discriminaba y me limitaba”, señala en entrevista con Businessweek México.

Aunque quería ser astrónoma, Cen estudió Contabilidad -que era una de las dos opciones a estudiar en Valladolid-, y al mudarse a Mérida tuvo la oportunidad de aprender dos idiomas y se preparaba como cinta negra en Tae Kwon Do.

“No buscaba destacar, solo quería que me dejaran estudiar en paz y como había descubierto que si pasaba desapercibida no me molestaban, concluí que ser invisible era una buena opción”, afirma.

El momento en que decidió cambiar fue tras estudiar su primera maestría en finanzas e iniciar como docente cuando un grupo se quejó de su clase. “El día que casi fui expulsada como docente cambió mi vida.


Al llegar a casa, me miré al espejo, y pude vislumbrar lo que mis alumnos veían: una mujer apocada, que andaba con la cabeza gacha y evitaba el contacto visual. Fue entonces cuando me tracé una nueva meta, ya no quería ser invisible ahora quería ser transparente.

Quería que la gente viera más allá de mi apariencia física, que vieran lo que hay en mí y me valoraran también por mis capacidades. Para alcanzar esto primero necesitaba abrazar mi identidad, sentirme orgullosa de mi origen”, afirma.

En la actualidad reconoce que los retos que ha superado y la han marcado han sido: la autodiscriminación, la educación y el servicio a la sociedad, ya que este ejercicio de brindar opciones a las personas es una manera de retribuir a la sociedad por lo que ha recibido.

Por ello, impulsa a la gente a que conozcan las finanzas y se den cuenta que con ese conocimiento pueden mejorar su nivel de vida y, con ello, que se haga una mejor sociedad. Más allá de sus reconocimientos y de ejercer con pasión su cargo como directora de las Licenciaturas en Administración y Finanzas, Cen tiene en la mira brindar consultorías gratuitas y promover la educación financiera. “Soy una mujer que quiere crear puentes para lograr el desarrollo de la gente de cualquier país. (...) Si vamos a trabajar con la base de la población, hay que tender esos puentes”, puntualiza Cen.

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