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La dimensión del nearshoring en México

La relocalización industrial es una gran oportunidad económica para el país, pero se requieren políticas que incentiven el desarrollo de infraestructura y mano de obra.

(Andrea López Trejo)

¿Cuál será el verdadero alcance del nearshoring en México? Esta es una pregunta que escucho cada vez con más frecuencia entre empresarios y analistas. Algunos piensan que se trata de un proceso de gran escala y que será trascendente para el futuro económico del país, con decenas de miles de millones de dólares en inversiones. Otros opinan que se tratará de un proceso mucho más modesto y localizado en algunas ciudades y regiones.

¿Cuál es la realidad? ¿Se trata de algo que le pueda cambiar el rostro a México tal y como lo hizo el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica en la década de los 90? ¿O bien se trata de una fantasía con efectos mucho más limitados de lo que hoy se cree?

Lo primero que hay que señalar es que la relocalización industrial o nearshoring no es un proceso que se vaya a agotar en unos cuantos meses.

Para poder dimensionarlo adecuadamente se requiere visualizar un plazo más largo. Si pretendemos medir el impacto que va a tener viendo datos de la inversión extranjera directa en 2022 o incluso en los primeros meses del 2023 nos estaremos equivocando.

Pero con todo y todo, ya hay datos que pueden ayudarnos a calibrar su impacto potencial. En el primer trimestre de este año la inversión extranjera directa resultó superior a los 18 mil millones de dólares con un crecimiento de 48 por ciento respecto al 2022 si se excluyen del año pasado las átipicas transacciones de Televisa-Univisión y Aeroméxico. Este proceso también ya se reflejó en el crecimiento de la participación de las exportaciones de México en el mercado norteamericano.

Un análisis de Bloomberg Economics señala que este porcentaje creció de 13.8 por ciento en el primer trimestre de 2022 a 14.8 por ciento en el mismo periodo de 2023, en el caso de las exportaciones manufactureras. Para que se realice el potencial pleno del nearshoring, sin embargo, se requiere un conjunto de decisiones que por lo pronto no se están tomando.


Hay dos limitaciones fundamentales que requieren removerse. Las de la infraestructura y las de la mano de obra.

En el caso de la infraestructura, ya es visible que en los lugares en los que hay mayor potencial de inversión, la ocupación de parques industriales ya está al límite.

Se trata, por ejemplo, de los que están localizados en algunos puntos del norte de la República, en el Bajío o en el occidente del país. En otros lugares se hace visible la limitación en la provisión de energía eléctrica o de agua. Y en otros el problema radica en el transporte, por citar solamente algunos elementos de la carencia de infraestructura adecuada. Para poder asegurarse la llegada de volúmenes significativos de nueva inversión, tendrían que estar empezando obras que permitieran ampliar esta infraestructura y por lo pronto aún no se aprecia un esfuerzo de la magnitud requerida.

La otra carencia tiene que ver con un problema que ya está presente en muchos lugares del país: la ausencia de mano de obra. Quizás el caso más emblemático sea el relativo al sur y sureste del país. La Secretaría de Economía anunció la licitación de diversos parques industriales en la zona del istmo de Tehuantepec, como parte del proyecto del tren transístmico. Aunque la ubicación pareciera interesante y el proyecto en su conjunto también, un problema fundamental será la ausencia de personal calificado en la zona, ya que por mucho tiempo no se han desarrollado las habilidades de ingenieros y técnicos en la región, para poder hacer frente al desafío de mayores inversiones. Claro, siempre se puede importar trabajadores calificados de otros lugares del país pero se requieren incentivos que por lo pronto no están a la vista.

Hay lugares como la zona turística de Cancún y la Riviera Maya que solucionaron la falta de mano de obra adecuada con una gran migración interna de personas de otras entidades. El tema es que si lo que se requiere es personal adecuado para parques manufactureros, este proceso puede ser más largo y complejo. No es irresoluble, pero no se ve hasta este momento que haya políticas que aseguren que la carencia de capital humano no se convierta en una restricción relevante para la inversión en esa zona. Es quizás el punto más complicado en el sureste, pero la problemática se da prácticamente en todo el país.

El alcance del nearshoring en realidad va a depender de las políticas públicas que se despliguen entre este momento y quizás los próximos tres o cuatro años, es decir, deberá corresponder al actual sexenio y a los primeros años de la próxima administración.

Aún si no hubiera políticas activas para permitir el crecimiento de la infraestructura y del capital humano, aún así es probable que veamos un repunte de las inversiones. Sin embargo, éste no tendrá el alcance ni el impacto que pudieran conseguir de existir políticas activas.

El desafío es complejo porque requiere que las acciones ocurran tanto a nivel federal como estatal o incluso municipal. Por ejemplo, temas como la provisión de energía eléctrica limpia no pueden ser resueltos en el ámbito local. Pero asuntos que tienen que ver con tierras, trámites y algunos servicios claramente corresponden al ámbito estatal y municipal.

Es también un gran desafío que las inversiones se realicen fuera de los lugares tradicionales como el norte del país, algunos estados del centro o el occidente, en los que los parques industriales se van a saturar más rápidamente y a ser más caros. La clave para darle más profundidad a este proceso es que, en lugar de optar por irse a otros países, las inversiones pudieran desplazarse a otros estados de la República.

El problema central en realidad es el mismo que hemos referido: falta de infraestructura y de mano de obra calificada. México tiene ventajas derivadas de su cercanía al mercado norteamericano y de la red de tratados comerciales con la cual contamos, pero no es el único país que está tratando de atraer inversiones.

Lo está haciendo el propio Estados Unidos, que ha generado incentivos para que las empresas se instalen en su territorio y también otras naciones emergentes como Vietnam e India, que si bien no cuentan con la cercanía a EU, tienen otros atributos que también los pueden hacer atractivos, como la disponibilidad de mano de obra y la base tecnológica en algunas regiones.

En suma, el nearshoring es una gran oportunidad para México… pero si no hay políticas activas para proponerlo, su efecto será más bien limitado.

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